HENNIG BRANDT. EL ALQUIMISTA QUE DESCUBRIO EL FOSFORO CONVIRTIENDO LA ORINA EN ORO...


Hennig Brandt (1630-1692) fue un comerciante de Hamburgo cuya gran pasión fue la alquimia. La dote de su primera esposa la empleó en la búsqueda de la piedra filosofal, una sustancia que, según creían los alquimistas de su época, transformaba los metales comunes en oro.

Tenía unos conocimientos muy básicos de química pero un enorme tesón en su trabajo: la idea de encontrar la fórmula para convertir los metales en oro le obsesionaba. Cuando enviudó de su sufrida y arruinada esposa, contrajo segundas nupcias con una rica viuda, Margaretha, cuyo patrimonio utilizó, de nuevo, para financiar la búsqueda de la piedra filosofal.

Comenzó a utilizar la orina (sí… la orina), combinándola con otros materiales, y en el año 1669 observó maravillado cómo el líquido que había obtenido emitía un fuerte resplandor verde pálido que no se desvanecía con el tiempo: había descubierto, ahí es nada, un elemento químico: el fósforo. Lo que más asombró al alquimista era cómo aquella sustancia resplandecía en la oscuridad. Brandt pudo, incluso, leer viejos trabajos de alquimia bajo su luz.

Brandt fue inmortalizado por Joseph Wright de Derby en su pintura El alquimista en busca de la piedra filosofal, (imagen superior).

Escribió al matemático y filósofo Gottfried Wilhelm Leibnitz (1646-1716) hablándole de su descubrimiento. Más tarde, Leibnitz, en su Historia inventionis phosphori (Berlín, 1710), se refirió al alquimista como un comerciante empobrecido que intentó restaurar su riqueza convirtiendo metales comunes en oro y que, gracias a sus experimentos con la orina, descubrió el fósforo.

Según Gottfried Leibniz, el método de Brandt para obtener fósforo era el siguiente: se hervía la orina hasta convertirla en un jarabe espeso. Después, se calentaba hasta que de ella destilase un aceite rojizo, que se extraía. Se enfriaba el resto, que consistía en una parte superior esponjosa negra y una parte inferior salina. Más tarde, se eliminaba la sal y se mezclaba el aceite rojizo en el material negro. La mezcla se calentaba durante 16 horas. Primero, salía humo blanco, después, un aceite y, finalmente, el fósforo. Éste podía solidificarse si se pasaba por agua fría.

Brandt, dificultó el proceso de obtención de fósforo al eliminar la parte salina, que contenía la mayoría de los fosfatos. Empleaba unos 5.500 litros (!) de orina para conseguir 120 gramos de fósforo (no quiero imaginar cómo la conseguía). Si hubiera empleado todo el residuo habría obtenido hasta 100 veces más cantidad.

Brandt guardó en secreto su método, como solían hacer los alquimistas de su época, pero, finalmente, decidió vender su fórmula al médico alemán Johannes Daniel Krafft.

El secreto que durante un tiempo celosamente guardó Brandt fue desvelado y también lograron la obtención de fósforo Johann Kunckel von la Löwenstern en Suecia (en 1678) y Robert Boyle en Londres (en 1680). El ayudante de Boyle, Ambrosio Godfrey Hanckwitz, desarrolló el proceso a escala comercial, lo mejoró, y exportó el fósforo al continente.

PASARÍA A LA HISTORIA COMO EL PRIMER HUMANO QUE DESCUBRIÓ UN ELEMENTO QUIMICO

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