CHARLES HATFIELD “THE RAINMAKER”


CHARLES HATFIELD “THE RAINMAKER”, un vendedor a tiempo parcial de máquinas de coser que se convirtió en el fabricante de lluvias más famoso de la historia. Hombre enganchado a un maletín de productos químicos fue declarado por la plebe y el vulgo responsable de las inundaciones de la ciudad de San Diego (California) en 1916.
Nacido en Fort Scott, Kansas en el año 1875, Charles Hatfield y su familia se mudaron al sur de California en algún momento en los 80. Pronto cayó en sus manos el libro que iba a cambiar su vida . “La ciencia de la Pluvicultura” (Edward Powers 1871), un obra sobre métodos pseudocientíficos para la producción artificial de precipitaciones.
Charles fue gestando su propia fórmula química, y empezó a experimentar en el molino de viento de su propiedad. Gran parte de su secreto se basaba en una mezcla de 23 sustancias químicas (incluído el hidrógeno y polvo de zinc) con agua y ácido, que lograba mediante la evaporación en grandes tanques galvanizados a 5 metros de altura, la precipitación de la humedad ambiental existente.El primero trabajo de Charles consistió en provocar la lluvia para un pequeño grupo de ganaderos de Los Ángeles. Por 50 dólares Charles y su hermano levantaron una torre para provocar la evaporación de sus químicos. Tras dos jornadas de secano la lluvia comenzó a caer. Los satisfechos ganaderos doblaron los pagos a los Hatfield y sembraron el camino para la fabricación de un mito.
A lo largo de la costa oeste Estados Unidos, Canadá, y Alaska, Charles Hatfield seguirá construyendo sus torres y mezclando sus químicos alternando los éxitos con los fracasos. Si una ciudad lo condenaba y pateaba en caso de no producir lluvia, su reputación permanecía intacta por los numeroso éxitos cosechados en otras.
En diciembre de 1915 la ciudad de San Diego padecía de una pertinaz sequía que se prolongaba desde mayo. La población se había duplicado en cuatro años, y necesitaba un adecuado abastecimiento de agua para un crecimiento sostenible. Las precipitaciones medias habían sido demasiado intermitentes para reponer los agotados embalses y la reserva de agua del Lago Morena se encontraba a un tercio de su capacidad.
Asi que el consejo de la ciudad decidió contratar a Hatfield.
El 5 de enero de 1916 empezaron a caer las primeras lluvias. La curiosidad de los que visitaron el sitio de los experimentos de Hatfield no fue alentada. No hubo sonidos de explosiones, ni grandes nubes de humo sobre las plataformas en las que los Hatfield vertían sus productos químicos. El viernes, 14 de enero, una constante lluvia comenzó a caer y continuó durante los siguientes dos días, y el domingo 16 pasó a proporciones torrenciales. Fue entonces cuando la ciudad, de repente, se acordó de los Hatfields.
A la mañana del 17 la situación era grave, el río San Diego comenzó a desbordarse y con él la rotura de hasta 110 puentes en su cauce. El ahogamiento del ganado, la caída de cables eléctricos y, paradójicamente, la rotura de canalizaciones desabasteció de agua la ciudad. En la noche del 27 de enero la represa de Sweetwater y la presa de Baja Otay se derrumbaron liberando una tromba de agua que acabó con la vida de más de 20 personas durante su recorrido a lo largo del valle de Otay. La ciudad estuvo completamente aislada durante una semana.
Por la ciudad se escuchaba el gritó:

"…¡¡¡Que paguen a los Hatfield 100.000 dólares para que dejen de fumar!!!" (en alusión a las nubes de productos químicos)

Como la ciudad no respondió a la solicitud de pago, Hatfield presentó con sus abogados una demanda el 2 de diciembre de 1916. En el juicio, se dictaminó como “acto divino” las torrenciales lluvias; eximiendo a la municipalidad de los pagos concordados y dejando a Hatfield con el único consuelo de la publicidad generada. Esta le llevó a Nápoles en 1922 llamado por el Gobierno italiano para poner fin a una sequía. Su último contrato lo condujo en 1930 a Honduras, donde combatió un incendio forestal que duraba más de 10 días produciendo, según las fuentes, un total de 15 pulgadas de lluvia en dos meses.
La Gran Depresión llegó y los científicos finalmente aprendieron a ‘exprimir’ el agua de las nubes rociándolas con cristales de yoduro de plata. La carrera de Charles Hatfield como “Rainmaker” fue secándose. Charles se retiró del negocio y se estableció en Eagle Rock, un suburbio de Los Angeles, donde volvió a vender máquinas de coser. A pesar de que la lluvia agravaba su venas varicosas en sus últimos años, en 1956 a los 80 años de edad, Hatfield asistió al estreno en Hollywood de “The Rainmaker” (El farsante)., una película de Burt Lancaster y Katharine Hepburn inspirada en su carrera.

ES UNA HISTORIA INTERESANTISIMA. Aqui podeis consultar fotos sobre la inundación de San Diego, y aqui y aqui y aqui MIS FUENTES

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