EL FRAUDE DE LA PASTEURIZACIÓN


EL FRAUDE DE LA PASTEURIZACIÓN
(extractos del libro VIDA SANA de Harvey y Marilyn Diamond, Ed. Martinez Roca, 1989)

¿Y si le dijera que puedo tomar un alimento con unos ingredientes buenos y otros malos y calentarlo a elevada temperatura, de modo que mate a los malos (nuestros enemigos) y deje a los buenos (nuestros aliados) indemnes? ¿Creería eso? Las mentiras son curiosas. Si dice una lo bastante grande, en voz lo bastante alta y durante el tiempo suficiente, repitiéndola una y otra vez, la gente acaba creyéndola verdad. No hay ninguna duda. ¡Es algo comprobado! Como una mentira de grandes proporciones se ha voceado muy a menudo y durante largo tiempo, el público ha llegado a aceptarla como verdad. ¿Cuál es la mentira? Es el segundo ejemplo que acabamos de dar: la pasteurización.

Cualquiera que le diga que la leche pasteurizada es más segura que la leche sin tratar, o miente descaradamente o exhibe el ejemplo más clásico de la profundidad a la que algunos están dispuestos a enterrar su cabeza en la arena a fin de conservar una financiación o su paga. La pasteurización es pura y simplemente uno de los mayores engaños efectuados a un público desprevenido. Hay pruebas suficientes para demostrar que esto es cierto, y para exponerlas necesitaríamos varios volúmenes como éste. La pasteurización se ha vendido de una manera tan convincente que las mismas personas a las que daña salen en su defensa. Lo más exasperante es que los responsables de la pasteurización acusan a otros de algo de lo que ellos son culpables.

La idea de que la leche pasteurizada es superior de alguna manera a la cruda es demasiado absurda. Tome cualquier alimento o plantas vivas, y caliéntelo a temperatura elevada. ¿Cuál es el resultado? ¡Se muere! Las enzimas, el principio vital de toda célula viva, mueren a 54,5 grados. La leche se pasteuriza a 68 grados. Someta una rodaja de sandía a 68 grados y no quedará nada de valor en ella.
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Cuando la leche fluye de la ubre de una vaca, contiene las materias primas de la vida para el ternero. Pasteurice la leche a 68 grados y le ocurrirá lo mismo que a la sandía, la planta o el brote. ¡Se muere! Como hemos demostrado en el capítulo 8, LOS ALIMENTOS MUERTOS NO PUEDEN MANTENER LA VIDA. La pasteurización mata.

El propósito de pasteurizar la leche consistía en proporcionar un producto limpio. A fines del siglo pasado, a medida que crecía la demanda de leche, cada vez estaba más sucia. La gente enfermaba, incluso moría, por lo que hubo un gran apremio para que se limpiara la leche. Pero lo contrario de suciedad es limpieza. La leche pasteurizada no está automáticamente limpia. Puede estar tan sucia como cualquier otra clase de leche. El problema, por lo menos con la leche normal, es que, si se estropea, se agria de inmediato y el consumidor la tira. Cuando está pasteurizada también puede estropearse, pero no se agria. ¡Se pudre! Se vuelve pútrida, y no hay un sólo granjero en la tierra que no lo sepa. Por desgracia, cuando está pasteurizada, uno no puede saber cuándo empieza a estropearse. Así pues, las posibilidades de beber leche pasteurizada contaminada son mucho mayores que cuando se toma la leche normal. La leche pasteurizada se vuelve rancia mucho antes de que emita un olor evidente.

La necesidad de que la leche fuese pura no era un problema pequeño. La gente clamaba para que limpiaran las granjas. ¿Comprende? Querían la limpieza de las granjas para que pudieran suministrar una leche fresca, limpia y sin elaborar. Habían tomado leche normal durante siglos, y les gustaba. Se opusieron a la novedosa idea de la pasteurización. No querían que nadie manipulara su leche, sólo deseaban que la limpiasen. Pero, si se pasteurizaba, era de suponer que entonces se resolvería el problema de la limpieza. La gente no quería la leche calentada porque ni tenía el mismo sabor. Sabía mal.

El golpe de gracia a la leche sin elaborar llegó cuando quienes tenían negocios y talento de marketing comprendieron las ventajas de disponer de una leche que no se agriara. Podrían producir más leche, almacenarla, incluso transportarla, y no se estropearía. Esto era una gran noticia... para los negocios, no para la salud de los consumidores. Naturalmente, no tendría sentido pedirle a la población que estuviera de acuerdo con la pasteurización porque era bueno para los negocios. Así pues, la ofensiva de la pasteurización se basó en la idea de que mataba todos los gérmenes malignos de la leche, haciéndola más saludable. No importaba que, al igual que los malos, también cayeran los buenos. La gente seguía rechazando la pasteurización. No les gustaba el sabor de la leche y desconfiaban de la idea. Así pues, se trató de un enfrentamiento entre los grandes negocios y los consumidores. ¿Sabe quien ganó? Tómese su tiempo antes de responder, no se apresure. Sé que es una pregunta difícil.

La pasteurización se inició en 1895. La preocupación por la limpieza ya no era un problema, porque, con el calentamiento de la leche, la limpieza ya no se consideraba necesaria. Por otra parte, era posible obtener leche sin elaborar.
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Es interesante observar que la misma industria láctea se opuso a la pasteurización obligatoria. Recurrieron a los tribunales, ¡y perdieron! Pero no tardaron en superar sus escrúpulos y en la actualidad están muy satisfechos con la pasteurización. ¿Por qué no? En menos de un siglo la industria lechera ha salido de una oscuridad casi total para convenirse en el Goliat de la industria alimentaria. Y todo se lo deben a la pasteurización. Adivine quiénes más estaban en contra de la pasteurización. ¡Los dietistas! ¡De veras! Al darse cuenta de que los intereses comerciales sólo se preocupaban de la duración de la leche y no de la posible adulteración, se opusieron con vehemencia a la pasteurización. ¿Dónde están hoy? Siguen al lado de la industria lechera, junto a la que lucharon contra la pasteurización cuando sabían que era un error pero ahora que las cosas han salido bien -financieramente, claro- apoyan ferozmente los mismos procesos que antes atacaban.
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Estas notas están tomadas del Vaccination Enquirer, una revista que se publicó en Inglaterra desde principios de siglo hasta los años cincuenta. La primera es del 10 de abril de 1932, y dice así: «La pasteurización convirtió a la leche en peligrosa e insegura. Podría ser necesaria, incluso ser buena, pero nunca podría convertir una leche mala en buena. » En una editorial de ese mismo número se dice: «Causa consternación reflexionar en que la burocracia y el despotismo médico han ido cogidos de la mano hasta el punto en que un ciudadano, por primera vez en la historia del mundo, puede ser incapaz de procurarse leche natural extraída directamente de una vaca sana con todas las precauciones higiénicas, y tiene que consumir sólo leche que ha sido tratada y manipulada de acuerdo con los dogmas médicos cambiantes y las prescripciones del momento. Tan sólo podemos confiar en que nuestros amigos en el Parlamento, a pesar de su reducido número, puedan encontrar el medio de presentar una oposición decidida a esta monstruosa e intolerable innovación. »
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Del número de 10 de marzo de 1937: (El Comité de Enfermedades del Ganado) informó de que la reducción del contenido de vitamina C en la leche debido a la pasteurización puede tener graves efectos en los niños pequeños si no se corrige mediante la adición de zumo de fruta, y que la pasteurización está apoyada por los grandes intereses comerciales, que no pueden prescindir de ella.» Como puede ver, sabían por qué se practicaba ese método
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El doctor William Ellis, que ha investigado este tema durante cuarenta y dos años, dice que la pasteurización destruye enzimas valiosas, haciendo que la leche pasteurizada sea mucho peor que la natural. Un estudio realizado a lo largo de diez años demostró de manera concluyente que la leche pasteurizada es uno de los principales factores que contribuyen a la patología cardíaca en sus numerosas variedades. En 1945, se dieron 450 casos de enfermedad infecciosa causada por la leche natural. Hubo 1.492 causados por la leche pasteurizada. (257) En junio de 1982, más de 170 personas en tres estados del sudoeste de Estados Unidos sufrieron una infección intestinal que les ocasionó diarrea grave, fiebre, náuseas, dolor abdominal y dolor de cabeza. Más de cien tuvieron que ser hospitalizados. ¿La causa? Ingestión de leche pasteurizada.
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Hay un estudio a lo largo que muestra con tal claridad la naturaleza patológica de la leche pasteurizada, que lo he reservado para el final. No sólo lo dirigió un experto bien conocido y muy respetado por sus estudios clínicos, sino que, además, la naturaleza del estudio no deja ninguna duda sobre el carácter destructivo de la leche calentada. En el mismo estudio al que nos referimos en el capítulo 8, el realizado por el doctor Francis M. Pottenger con 900 gatos. Relea, por favor, los resultados de ese estudio (en la página 131), que concluye con una acusación devastadora contra los alimentos cocinados. Recuerde que a los animales sólo se les suministraba dos clases de alimentos, cocinados o crudos. No mencioné a propósito cuáles eran las dos clases de alimentos, para no disminuir el impacto de lo que diré ahora. Se trataba de carne y leche. Cuando se suministraban crudos a los animales, éstos medraban. En cambio, cuando estaban cocinados, los gatos enfermaban y morían.

He aquí el golpe final. ¡Incluso cuando la carne se ofrecía cruda y sólo se calentaba la leche, aparecían los síntomas de degeneración! El doctor Pottenger realizó otro test con tres niños, uno alimentado con leche materna, otro con leche natural y el tercero con leche pasteurizada. Los dos prirneros niños estaban sanos y se desarrollaban normalmente, mientras que el tercero era enfermizo, pequeño y sufrió asma a los ocho meses. Estos hallazgos no pueden dejar ninguna duda en nadie que esté dispuesto a examinar las pruebas de una manera sincera y objetiva. La leche pasteurizada es peligrosa y destructiva, causa enfermedades, carece de cualquier cualidad compensatoria. Lo único que hace es enmascarar la leche estropeada, de modo que los grandes negocios puedan seguir prosperando.
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Lo natural es consumir la leche siempre cruda. Cualquier mamífero la consume así... excepto nosotros, claro. Tal como fluye del seno o la ubre de cada animal concreto, así es como el Creador designó que fuera consumida. Pasteurizarla es adulterarla y arrebatarle su valor. SI SE TOMAN PRODUCTOS LÁCTEOS, DEBEN CONSUMIRSE CRUDOS... ¡PERO LIMPIOS! Si la leche natural se «certifica» como limpia, puede ser más segura que la pasteurizada, porque la pasteurización no significa limpio, sino calentado. Un producto pasteurizado puede seguir estando sucio. La leche sucia puede contener pelos, hollín, polvo, tierra, estiércol, sudor, y billones de bacterias muertas, que causan alergias. La pasteurización no eliminará nada de eso. La leche sucia, tanto natural como pasteurizada, entraña un peligro evidente. El problema real debería ser la limpieza, pero se ha ocultado bajo una avalancha de propaganda interesada. Sugerir que el objetivo de la naturaleza es erróneo y que la industria lechera y los profesionales de la «salud» empleados por ésta tiene razón, que los designios de la naturaleza son de algún modo inferiores a los de la industria lechera, es un insulto y una afrenta a la inteligencia del público. Toda la cháchara, la confusión, las estadísticas y las tácticas amedrentadoras, así como las bravatas de los «expertos», jamás alterarán el hecho de que no es posible mejorar a la naturaleza, y perpetuar el mito de que se puede es una muestra de arrogancia e ignorancia en el grado más alto.

3 comentarios:

  1. Tu Blog es una porqueria. La cantidad de burradas que dices aquí es de juzgado de guardia!

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  2. TOTAL MENTIRA LO QUE SE EXPONE EN ESTA NOTA SOBRE LA LECHE PASTEURIZADA.

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