LA HISTORIA (1ª PARTE)


El enigma de Rennes-le-Château se inicia en la época romana. Después de que los soldados del emperador Tito saqueasen y destruyesen el Templo de Jerusalén en el año 70 de nuestra era, el botín – el tesoro del Templo de Salomón - fue trasladado a Roma, donde permaneció durante más de tres siglos, hasta que el Imperio empezó a derrumbarse.

En el año 410 los visigodos, acaudillados por Alarico, saquearon Roma, llevándose "El Tesoro del Templo". Dos años después desembarcaron en las costas meridionales de las Galias. La región de Rennes-le-Château les agradó, estableciéndose y fundando un reino permanente que no tardaría en saltar los Pirineos y extenderse por el norte de España. No sabemos si es cierto que el tesoro "El Arca de la alianza y las Tablas de la Ley de Moisés" llegó o no a las Galias, pero nunca más se supo de él. Y no se descarta que pudiera hallarse oculto en los alrededores de Rennes-le-Château. De hecho, no falta quien ha querido ver una relación entre el Arca y la población de Arques, no lejos de Rennes.

Tras la llegada de los visigodos a Rennes hubo dos siglos de relativa estabilidad, hasta que en el siglo VI llegaron procedentes del norte los merovingios , que extendieron su dominio sobre el reino visigodo. Estos invasores eran portadores de una cultura sofisticada y enterraban a sus soberanos con joyas y tesoros. Uno de estos reyes, Dagoberto II, se casó en Rennes-le-Château con la princesa visigoda Gizelle de Razas. Obvio es decir que la legendaria riqueza de los merovingios, bien documentada por la arqueología, ha dado pie a relatos de fabulosos tesoros aún por descubrir en la región de Rennes.
Los templarios formaban una orden monástica y militar, prestaban votos de castidad, pobreza y obediencia, y alcanzaron una gran popularidad e influencia después de la Primera Cruzada y la conquista de Jerusalén. Tenían su casa principal cerca del destruido Templo de Salomón en Jerusalén, emplazamiento que les fue concedido hacia 1120.

Hugo de Payens y sus compañeros eran todos de la Champagne o del Languedoc, entre ellos el conde de Provenza, y parece bastante claro que acudieron a los Santos Lugares con una misión concreta. Quizá buscaban el Arca de la Alianza, como ha sugerido alguien, o algún tesoro antiguo de documentos que los condujera a ella, o tal vez algún tipo de conocimiento secreto que les confiriese influencia y fortuna. Recientemente Christopher Knight y Robert Lomas han aducido en The Hiram Key que los templarios buscaron y encontraron un escondrijo de documentos del mismo origen que los Manuscritos del Mar Muerto.

Por sus pasados esplendores y por las experiencias que acumularon en el Próximo Oriente, sin embargo, quedó alrededor de ellos un aura permanente de misterio. Se decía que los templarios habían dirigido excavaciones en el interior del monte del Templo, y todavía hoy se formulan conjeturas acerca de los motivos que tendrían para abrir túneles en tan sagrado lugar. Una de las teorías dice que encontraron un tesoro, el cual llevaron consigo cuando regresaron a Francia para ocultarlo en la región de Rennes-le-Château, y que tal tesoro no era otro sino el verdadero y santísimo Grial.

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