PITÁGORAS Y SU ESCUELA ESÓTERICA, PARTE 6. EPILOGO: DE LAS HABAS


ByOskarele

 “Prohibía comer habas, por razón de que constando éstas de mucho aire, participan también mucho de lo animado, aunque por otra parte hagan buen estómago, y hacen leves y sin perturbaciones las cosas soñadas” (Diógenes Laercio, "Vidas de filósofos ilustres) (Aqui podeis leer la cita)

Poco podemos saber sobre las doctrinas de la sociedad Pitagórica. Lo que sabemos nos lo han proporcionado los filósofos posteriores, como Diógenes, Aristóteles o Plutarco, ya que ni Pitágoras ni sus seguidores dejaron nada escrito. Sabemos que tenían numerosos tabús alimentarios: no comían carne ni pescado (sobre todo atún rojo), no comían huevos… y, por supuesto, no comían habas. Algunas de estas prohibiciones pueden tener un sentido, pero esto de las habas escapa de nuestra imaginación. Pero no creáis que no se han ofrecido opciones. Hay va alguna.

Diógenes argumenta que parte de la aversión por esta comida se debía a su semejanza con los genitales:  “Aristóteles dice en el libro "De las habas" que Pitágoras mandó abstenerse de las habas o porque semejan a las partes pudendas o a las puertas infernales (pues carecen de nudos), o porque corrompen, o porque se parecen a la naturaleza del universo, o porque sirven en el gobierno oligárquico eligiendo por medio de ellas” (aqui la cita)

Pero es que además, parece ser, que en la antigua Grecia el término “haba” también se empleaba para referirse a los testículos.

Hipólito de Roma, un obispo cristiano del siglo III d. C., va más allá e indica en sus “Philosophumena” o “la refutación de todas las herejías” que si se mascan habas y se dejan al sol emiten olor a semen, además si enterramos un haba en flor y la desenterramos a los pocos días: “Veremos cómo adopta primero la forma de las pudenta de una mujer y después de un examen detallado veremos la cabeza de un niño creciendo junto a ella

Algunos autores plantean que el motivo real serian las flatulencias o la indigestión, razón suficiente para eliminarlas de la dieta pitagórica.

Pero el caso es que parece ser que no solo estaba prohibido comerlas. El hecho en sí de cruzar una plantación de habas era tabú. Y al propio Pitágoras le fue la vida en ello: huyendo de Cilón, su enemigo político, que había atacado a los suyos y matado a muchos, llego a un campo de habas y prefirió que lo capturaran y lo degollaran antes que cruzarlo.

Esto dice Diógenes al respecto:

"Estando con sus amigos sentado en casa de Milón, sucedió que uno de los que no había querido admitir consigo, prendió fuego a la casa por envidia. Pero algunos dicen que lo ejecutaron los mismos Crotoniatas, temerosos de que les pusiese gobierno tiránico. Que habiendo Pitágoras escapado del incendio, se entró en un campo de habas, y se paró allí diciendo: «Mejor es ser cogido, que pisar estas habas», y «Mejor ser muerto, que hablar.»” (aqui)

“Hermipo dice que, estando en guerra Agrigentinos y Siracusanos, salió Pitágoras con sus discípulos y secuaces en favor de los Agrigentinos; y que derrotados éstos, iba girando junto a un campo de habas, donde lo mataron los Siracusanos. Los demás hasta treinta y cinco fueron quemados en Taranto, queriendo oponerse a los primeros ciudadanos en el gobierno de la república”
(aqui)

En esta página, he encontrado una curiosa teoría: plantea que las personas que tienen una deficiencia de la enzima glucosa-6-fosfato deshidrogenasa enferman al tocar las alubias o las habas. Incluso lo hacen con el propio polen. Parece ser que esta deficiencia se da sobre todo en la región del Mediterráneo, principalmente en Cerdeña y Sicilia… y Pitágoras tenía su escuela en Crotona, la Magna Grecia, en la actual Sicilia.

En esa misma página dicen que hay estudiosos que plantean que el puntito negro que aparece en las hojas de la habichuela en flor se parece mucho a la letra inicial de la palabra griega Thanatos, que significa muerte.

Sea cual sea el motivo de esta animadversión hacia las habas por parte de Pitágoras y los suyos, no deja de ser curioso que uno de los más grandes pensadores de todos los tiempos falleciese por no querer cruzar un campo de habas. Esto muestra una vez más que la inteligencia no tiene porque ser pareja del sentido común. Y que, al fin y al cabo, todos somos personas, con nuestras grandezas y virtudes, pero  también con nuestras rarezas y contradicciones.

Sirva este epilogo como homenaje al genial filosofo de Samos. Y a las habas, que anda que no estan buenas con jamón...

Fuentes y mas info aqui, aquí, aquí y aquí

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