EL ATRIO DE SAN FRANCISCO


Por Estefanía Vivero

Quito tiene una larga historia de cuentos, de leyendas, de una cultura oral que se transmite de generación en generación.

Desde el  origen mismo de su nombre, Quito esta hecho de incertidumbres, de misterios que se esconden detrás de sus calles.

La historia de Quito cuenta con personajes que hicieron leyendas que se volvieron hechos  reales, a base de tanto contarlas.

Así , una de las leyendas más antiguas e interesantes  ronda en torno  una de las joyas arquitectónicas de  mayor envergadura de toda América del Sur : la iglesia de San Francisco. Os voy a contar esta historia:

Este relato comienza en épocas coloniales, cuando un indígena Quiteño,  de nombre Cantuña, se compromete a construir el atrio de la Iglesia San Francisco. Dado que el tiempo pasaba y la obra no estaba concluida, Cantuña fue amenazado con ir a prisión por incumplir el contrato.

Una noche que se dirigía a casa, mientras se encomendaba a sus plegarias,  vio aparecer desde las entrañas de la tierra, un hombre barbudo, vestido de rojo y con una voz prominente, que le dijo:

-No temas buen hombre, soy Luzbel y he venido a ayudarte, te ofrezco construir el atrio hasta la puesta de sol, a cambio de ello me entregarás tu alma. ¿Aceptas?

Cantuña que veía imposible terminar la obra dijo:

-Acepto, pero no debe faltar ni una sola piedra antes del Ave María o el trato se anula.
-De acuerdo-  Respondió  Satanás.

Aquella noche, bajo el cielo estrellado de Quito, miles de diabillos salieron de las penumbras de la oscuridad y pusieron a trabajar dura y arduamente.

Cerca ya de rayar el alba, la iglesia estaba casi lista, de no haber sido por una piedra que no estaba en su lugar.

Cuando toco el Ave María, Cantuña logro salvar su vida, a pesar de los muchos esfuerzos de Satanás por poseer su alma.

Un templo de Dios construido por el mismísimo Diablo!!

Leyenda, leyenda… cierta o no, lo único que puedo decir es que muchas de las veces que mi abuela me llevaba a San Francisco, y aun las veces que visito Quito, paso y repaso mil y una vez la vista en por todo el atrio en busca de  aquel hueco carente de piedra.

Si alguno de vosotros lo encuentra…Llamadme!!

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