LAS LINEAS DE NAZCA, PARTE 3. LA CULTURA DE NAZCA


ByOskarele
La región costera del sur del Perú y el norte de Chile es una de las más áridas del mundo. En la pequeña cuenca protegida donde surgió la Cultura de Nazca, artífice de los famosos dibujos, existen diez ríos que bajan de los Andes, al este, y la mayoría de ellos están secos parte del año. Pero esas diez frágiles riberas permitieron un terreno propicio para la aparición de la civilización, lo mismo que el Nilo en Egipto o el Tigris y el Éufrates en Mesopotamia.
 
Pero hay algo que afecta enormemente el microclima de esta región: el anticiclón boliviano, un sistema de altas presiones que suele establecerse sobre América del sur. Cuando este se desplaza hacia el norte, aumentan las lluvias en la vertiente occidental de los Andes, pero cuando se desplaza hacia el sur, las precipitaciones disminuyen y los ríos de la zona de Nazca se secan.

Pese a esta oscilación climática, la Cultura Nazca floreció durante ocho siglos: surgen aproximadamente en el 200 a.c., como evolución de una cultura anterior, la de Paracas, tema este que no está demasiado claro, ya que algunos historiadores plantean que convivieron durante algún tiempo. Como principal diferencia decir que la cultura de Paracas se caracterizaba por una industria textil importante, mientras que en Nazca se desarrollaría enormemente la cerámica. Pero es cierto que tenían puntos en común: ambos tenían las mismas tradiciones y usaron las mismas técnicas de agricultura, además ambas eran culturas militares.

Lo cierto es que una serie de pueblos, relacionados con la anterior cultura de Paracas, se establecen a lo largo de los valles fluviales de esta zona, donde cultivaban algodón, judías, tubérculos, lúcuma (una fruta sudamericana) y maíz de mazorca pequeña. Además, en esa zona existían bastante corrientes fluviales submarinas, lo que hacía que el agua, en un principio no faltase.

Los antiguos habitantes de la zona construyeron un complejo y currado sistema de regadío, mediante acueductos y canales que les permitían tener agua todo el año. La construcción de estas impresionantes obras es un indicativo de una complejidad social y política considerable, ya que era necesario un gran esfuerzo físico, organizativo, económico y técnico. Especialmente destacan los Puquios, acueductos subterráneos que comunicaban unos pozos horizontales que aprovechaban el desnivel de la capa freática en su descenso desde los Andes. Además construyeron balsas para guardar el agua. En fin, una impresionante forma de adaptación cultural a un medio hostil y poco receptivo.

Lo cierto es que estos pueblos de Nazca gestionaban enormemente bien sus recursos: sembraban haciendo un agujero en la tierra para cada semilla, en vez de arar, lo que preservaba el subsuelo. Reciclaban la basura como material de construcción. Era algo normal en un ambiente tan hostil.

Como hemos dicho, desarrollan una alfarería riquísima, inventando una nueva técnica que permitía pintar la cerámica antes de hornearla, consistente en mezclar una docena de pigmentos minerales con una fina capa de arcilla. Su característica principal era el “Horror al vacío”: no dejaban en ninguna de sus cerámicas algún espacio sin pintar o decorar. También trabajaron el metal, aunque con una calidad inferior a las obras de Chavin de Huantar, bastante anteriores. Parece ser que desarrollaron un prospero comercio con los pueblos cercanos de la montaña, especialmente pescado, algodón y cerámica, que cambiaban por lana.

En el aspecto artístico, destacan, aparte de los geoglifos famosos, las llamadas “Cabezas trofeo”. Estos tuvieron su origen en las culturas Chavín y Paracas, donde era practicar habitual disecar cabezas. Para elaborarlas, se sacaba el cerebro por la base del cráneo, luego, la boca era cosida o cerrada con espinas, y se hacían un pequeño hueco en la frente, por donde pasaba una cuerda para que pudiese ser colgado. No eran reducidas, como las de las tribus jíbaras. Mantenían su tamaño original o similar y son identificables por el orificio que llevan en la frente, que se realizaba con el fin de hacer pasar por él la cuerda trenzada para transportarlas. Se plantea que se hacían a modo de ofrendas (en la capital se encontraron decenas en un templo) o  para hacer ritos con relación a la fertilidad de las tierras. 

La capital de la primera época de esta cultura fue llamada Cahuachi. El yacimiento fue excavado por primera vez en los años cincuenta por William Duncan Strong, de la universidad de Columbia. Se trata de un amplio complejo de unas 150 hectáreas que conserva una imponente pirámide de adobe, varios templos, grandes plazas y plataformas y una compleja red de escaleras y corredores interconectados. Era un gran centro ceremonial y de peregrinación, adonde venían los habitantes de alrededor a dejar sus ofrendas. En la actualidad el doctor  Giuseppe Orefici, del que hablamos en el articulo anterior, se ha encargado de estudiar y restaurar esta antigua ciudad. Posteriormente haremos un analisis mas amplio de Cahuachi.

 
La decadencia ocurrió hacía el año 600 d. C. Existen pocas dudas de que fue el agua, o más bien, su ausencia, la que acabo destruyendo a este pueblo: los geofísicos que han estudiado el tema creen que se produjo un lento desplazamiento del margen oriental del desierto, unos veinte kilometros en estos 800 años que duraron los de Nazca por aquí, llegando a subir hasta los 2000 metros de altura. Esto produjo que los centros de población situados en los oasis fluviales se desplazaran por los valles hacia cotas más altas. A finales del siglo VI las condiciones medioambientales de aridez llegaron a un punto culminante y la sociedad Nazca se derrumbo. La escasez de agua no afecto por igual a todos los valles, provocándose piques y enfrentamientos entre los distintos pueblos. Esto llevo a un estado caótico, que junto a las migraciones hacia las montañas, acabarían con esta civilización.

Hacia el año 650, el imperio Wari, más militarista, que había llegado desde las tierras altas centrales, había suplantado totalmente a la Cultura Nazca en la región desértica del sur.

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