LA VIDA SIGUE SU CAMINO, PARTE 2. CUANDO LOS TRILOBITES DOMINARON LA TIERRA...


ByOskarele

Los trilobites llenaban en la antigüedad remota los mares, pero hace millones de años que no existen. Se llaman así porque todos comparten un cuerpo dividido en tres partes (cabeza, tórax y cola).  Hay millares de fósiles de trilobites. Esto puede parecer extraño si tenemos en cuenta todo lo que contamos en el artículo anterior sobre la dificultad de lograr ser un fósil. Pero es que en los mares antiguos había millones y millones de trilobites que vivieron durante millones y millones de años. Aun así, el hallazgo de un fósil completo por un paleontólogo es un gran acontecimiento.

Hace unos 540 millones de años, cerca de un momento conocido como Explosión Cámbrica, y permanecieron 300 millones de años, el doble que los dinosaurios. Ambos son grandes supervivientes, aunque se hayan extinguido. Nosotros hemos sobrevivido solo el 0.5% de tiempo que los trilobites dominaron la Tierra.

Con tanto tiempo, los trilobites proliferaron de una forma desorbitada. La mayoría se mantuvieron de pequeño tamaño, más o menos de la talla de los escarabajos modernos, pero algunos llegaron a ser como bandejas de grandes. Formaron unos 5.000 géneros y 60.000 especies… y continuamente aparecen más.

Durante el siglo XIX fueron casi la única forma de vida compleja primitiva conocida. Por eso mismo fueron coleccionados. El misterio que planteaban era su súbita aparición. Además, aparentemente, sin evolucionar de nada previo: eran criaturas con extremidades, agallas, sistema nervioso, antenas sondeadoras, una especie de cerebro y los ojos más extraños de la naturaleza (hechos de varillas de calcio), siendo el sistema visual más antiguo que se conoce. Además aparecieron en todas partes a la vez.


Mucha gente reflexiva del siglo XIX considero esto prueba de la intervención de dios y una refutación de las ideas de Darwin, que no podía, supuestamente explicar esta súbita aparición. Y las cosas continuaron durante años así, hasta que en 1909 un paleontólogo llamado Charles Doolittle Walcott hizo un descubrimiento extraordinario: se había convertido en una autoridad en esto de los trilobites, siendo quien demostró que eran artrópodos, grupo en el que se incluyen los insectos y los crustáceos modernos.

Se recuerda a Doolittle por una afortunado descubrimiento: en la Columbia Británica, en 1909, cuando iba a caballo junto a su esposa, descubrió una losa de pizarra que tenia crustáceos fósiles de un tipo especialmente antiguo e insólito. Allí, a 2.400 metros sobre el nivel del mar, encontraría un afloramiento de pizarra que contenía una colección inigualable de fósiles de poco después de que irrumpiera la vida compleja en la famosa explosión cámbrica. El lugar pasaría a conocerse como Burgess Shale.

Cuando se formo Burgess Shale no estaba en la cima de una montaña, sino al pie, concretamente en una cuenca oceánica poco profunda. En los mares de aquella época pululaba la vida, pero los animales no dejaban ningún resto porque su cuerpo era blando. Pero un acantilado cercano se desplomo y sepulto a las criaturas que había debajo, como flores en un libro, permitiendo que se fosilizasen y llegasen hasta nosotros.


Walcott extrajo decenas de miles de especímenes (unos 60.000). Algunos tenían concha, otros no, algunos veían, otros no. Se descubrió que había unas 150 especies, lo que indicaba una disparidad en el diseño anatómico enorme. Pero Walcott no fue capaz de apreciar lo que había encontrado: los emplazo en grupos modernos, convirtiéndolos en ancestros de gusanos, medusas y otras criaturas de hoy.

Cuando falleció Walcott, en 1917, los fósiles de Burgess Shale quedaron olvidados, encerrados en los cajones del Museo de Historia Natural de Washington, hasta que en 1973, Simon Conway Morris, recién graduado en Cambridge, se quedo asombrado con lo que encontró: los fósiles eran mucho más variados de lo que Walcott propuso. Se paso años estudiándolos, encontrando una variedad de filums (un filum es el plano corporal básico de un organismo) enorme: la “Opabinia” tenía cinco ojos y un hocico con garras al final, la “Peytois” era un ser con forma de disco…

Estos estudios de Conway Morris demostraron que el cámbrico fue un periodo de innovación y experimentación en el diseño corporal. Durante 4.000 millones de años la vida había avanzado lenta y tranquilamente, y de pronto, en unos 5 o 10 millones de años, había creado todos los diseños básicos aun hoy vigentes. Cualquier criatura, desde el gusano más feo a Cameron Díaz, utiliza una arquitectura que se creó en la orgia cámbrica.

Lo más sorprendente es que hubiese tantos diseños corporales que no habían conseguido dar en el clavo, digamos, y dejar descendientes. La historia de la vida es una eliminación masiva seguida de la diferenciación de una serie de linajes supervivientes, no una evolución hacia la complejidad y diversidad creciente.

Daba la impresión de que el éxito evolutivo era una lotería.

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