LE FAUX MYSTÈRE (PARTE 22) LOS AÑOS PROSPEROS PARTE 2


Durante aquellos magnificos años de principios del siglo XX, la finca de Sauniere se convierte en el centro social y cultural de la región. Reciben amigos y visitantes de alcurnia, sin reparar en gastos. Si creemos lo que dicen ciertos autores al respecto, en Rennes Le Chateau se recibe a la flor y nata de entonces de la literatura, la política y las artes.

Seguramente hay mucha exageración en todo ello, y, de momento, no ha aparecido ninguna prueba del paso de personajes ilustres por el lugar.

Según un rumor muy extendido, que corría por el pueblo, el cura recibió en varias ocasiones a un personaje misterioso que llaman “El extranjero”, a causa de su acento germánico. Apodado también “Sr. Guillaume” por los lugareños, este hombre los dejo muy impactados con su presencia y su aspecto aristocrático.

¿Se trataría quizá de un enviado de los Habsburgo? Se sabe que, más adelante, la emperatriz Zita, esposa de Carlos I, último emperador de Austria, estuvo en Carcasonne y se aventuro incluso hasta Limoux (a solo 25 kilómetros de RLC).

Todas esas relaciones supuestas con la casa de Austria le costaron a Sauniere ser víctima de serias sospechas de espionaje durante la Primera Guerra Mundial. La imaginación de algunos se exalto hasta el punto de llegar a acusarlo de hacerles señales desde el mirador de la Torre Magdala a los espías enemigos, cómodamente emboscados en los montes bajos. Incluso se le acusa de haber instalado un cañón en la torre para mantener el pueblo a raya.

Las visitas de aquel extranjero inquietaron tanto a ciertos habitantes del pueblo que plantearon sus temores a los gendarmes, los cuales procedieron a verificar su identidad y descubrieron que, efectivamente, se trataba de un pariente cercano del emperador austriaco.

Aunque de nada de esto hay demasiada constancia documental. De lo que si hay constancia es que en aquel pico helado, Sauniere creó un verdadero oasis de verdor y frescor. Un lujo increíble en medio de un paisaje terriblemente árido (en Invierno es realmente brutal), gracias al magnífico parque situado entre la iglesia y la torre Magdala. Un parque decorado con fuentes que se alimentan mediante aljibes conectados a los tejados para recoger agua de lluvia.

En aquella época en el pueblo no había agua corriente y sus habitantes tenían que ir a la plaza del castillo para bombear la que necesitaban tanto para sus animales como para ellos mismos. Así, una leyenda pertinaz, cuenta que el Abad hizo instalar la red de agua corriente del pueblo y construir la alberca que aun se encuentra en la plaza de la antigua escuela. Pero es falso: estas instalaciones son relativamente recientes, obra de un charlatán que en los años 50 convenció al ayuntamiento de que encargara un sistema de bombeo para traer el agua del rio Couleurs, comprometiéndose a correr con los gastos a cambio de poder excavar donde le apeteciera… pero desapareció con los trabajos a media y el ayuntamiento tuvo que acabarlos como pudo.

Claramente dotado para el comercio, el cura hizo editar una serie de tarjetas postales que el mismo invitaba a adquirir a los turistas que iban a los baños de la cercana Rennes Les Bains. En muchas de ellas se aprecian los árboles del parque cuando aun eran jóvenes, y que, hoy en día, son realmente enormes.

Por esta misma época contrato a un tal Henri Barret, que se quedo tres meses en el pueblo encuadernado todos los ejemplares de la biblioteca del abad, alojados en las magnificas estanterías de madera de nogal de la Torre Magdala. Y cada vez se fue recluyendo más en este apartado rincón de su dominio. Además, no le faltaba mucho para padecer los primeros ataques de tos, así como los problemas intestinales que acarrearía durante años.

Además, es fácil imaginarse los rumores en el pueblo y en los alrededores: Sauniere convive con la joven Marie, a la que regala vestidos carísimos pedidos por catalogo a Paris, haciendo de ella toda una dama, que, lógicamente, generaría envidias y recelos. No es de extrañar que algunos la acabaran poniendo el irrespetuoso apodo de la “la madona del cura”.

Además resulta difícil imaginarse que aquellos rumores no llegasen a mano de sus superiores… y su jefe no es ya el Obispo Billard, su protector y amigo, sino Monseñor de Beausejour, el cual no alberga por Sauniere la misma simpatía que el anterior…

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