ALBERT FISH, EL HOMBRE GRIS. EPILOGO. EL SUPERPSIQUIATRA Y EL FIN DE LA ERA DORADA DEL COMIC YANQUI
El psiquiatra Frederic Wertham lograría sacar a Fish sus confesiones mas intimas, que incluían el canibalismo, que durante tiempo se negó a reconocer, y fueron sus declaraciones a la prensa las que hicieron enormemente popular el caso.
Siempre defendió la locura de Fish, considerando que el lugar adecuado no era ni el corredor de la muerte ni la cadena perpetua, sino una institución mental de alta seguridad. Wertham acabo por desarrollar un cierto aprecio y respeto por Fish, personalidad compleja y rica para cualquier psiquiatra.
Wertham consideraba que Fish, como todo enfermo, es víctima de su entorno, de su infancia y de las influencias externas, incluidas sus aficiones literarias. Era un pensamiento típico de el psicoanálisis freudiano, que niega que la personalidad este programada genéticamente, siendo el motor principal de formación de la personalidad la influencia ambiental durante la niñez y la adolescencia.
En el caso de Albert Fish, junto con una detallada biografía sobre el personaje, Wertham señalaba la influencia maligna que también habían tenido sobre su personalidad sus gustos literarios, “coleccionaba literatura sádica y recortes”. En efecto, cuando fue detenido, Fish tenia en su habitación varios recortes de prensa sobre el caso de Fritz Haarman, el ogro de Hannover, y un volumen de Edgard Allan Poe, con el relato “El pozo y el péndulo” señalado. La tesis sostenida por el psiquiatra, ridícula, ignoraba que Fish perdiera a su padre a los cinco años o que ingresase en un orfanato donde sufrió abusos, o que hubiese un historial de enfermos mentales en la familia Fish.
En 1948 Frederic Wertham fue invitado a moderar un simposio sobre la Psicopatología en los comics. Su conclusión fue que, tras un estudio de dos años, estaba convencido de que los comics carecían de sentido moral, glorificaban la violencia y eran sexualmente anormales y agresivos. Literalmente dice: “La lectura de comics ha sido un factor de influencia distinguible en el caso de todo niño delincuente o perturbado que hayamos estudiado”.
Y empezó la caza de brujas…
Durante meses el peligro que representaban los comics para la juventud fue explotado al máximo por la prensa general y especializada, citándose constantemente las opiniones de Wertham, cuando no era el mismo el autor de los artículos. Por supuesto no todo el mundo estaba de acuerdo con esto.
En 1954 publicaría un nuevo best seller, “Seduction of the innocent”, cuyo titulo ya lo dice todo. En este libro explicaba sus conclusiones sobre la influencia diabólica de los comics, arremetiendo en particular contra los comics de temática criminal (entre los que incluía a Superman), y más concretamente contra los que editaba E. C. Comics, fundada por el famoso William Gaines.
Susurrarle a un aficionado al comic las siglas E. C. supone despertar una explosión de entusiasmo: títulos como “Tales from the crypt”, “Weird fantasy” o “Shock suspenstories” están entre lo mejor del arte del comic de los 50. Wertham los hizo blanco perfecto de sus teorías (incluyo numerosos ejemplos de estas colecciones), provocando que miles de lectores se indignasen con Gaines.
Esto provoco que se hiciese un código de autocensura, aprobado por la industria del comic, que destrozo a Gaines, y a casi todos los editores de comics para adultos. Entre 1953 y 1958 las ventas bajaron mas del cincuenta por ciento, gracias, sobre todo, a las teorías de Wertham y al deseo del publico por encontrar alguien o algo a lo que achacar todo lo que no funcionaba bien.
No será la primera vez, ni la ultima, como veremos.
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