JUAN EL BAUTISTA. EL PRECURSOR DECAPITADO.
Todos los evangelios coinciden en relacionar a Jesús con un profeta de aquella época llamado Juan el Bautista. Y esta noche, la que va del 23 al 24 de Junio, se conmemora su nacimiento, sucedido seis meses antes que el de su primo Jesus.
Claro, que en realidad lo que se celebra es el solsticio de verano (o el de invierno en el caso de Cristo), y aquí, en la costa mediterránea del Planeta Aceituna se conmemora realizando hogueras en la playa.
Juan, el Bautista, es un personaje interesantísimo, poco conocido y explicado por las fuentes, tantos cristianas, que obvian y ocultan parte de su mensaje, como no cristianas, que lo tratan como un charlatan mas de los de la época. Así pues, la imagen que de esta relación, entre Juan y su primo, presentan los evangelios y según la cual Juan habría sido el precursor de Jesús parece estar muy condicionada por los intereses teológicos de la comunidad inicial cristiana, centrados en la idea de que Juan era un precursor de Jesus. Los estudios más recientes se inclinan por la hipótesis de que Jesús inició su carrera pública como discípulo del Bautista.
Flavio Josefo, un historiador judío que escribe en las décadas posteriores a la destrucción de Jerusalén, es la única fuente no cristiana que poseemos acerca de Juan el Bautista (Antigüedades Judías 18.5.2).
Significativamente, aunque este autor menciona también a Jesús en algunos lugares de su obra, nunca lo relaciona con Juan. Teniendo en cuenta la importancia y simpatía con la que trata a éste último y la brevedad de sus testimonios acerca de Jesús, hemos de pensar que la clase culta judía de la época consideró mucho más importante y digno de estima al Bautista que al profeta de Nazaret.
La presentación que los evangelios hacen de Juan como un profeta cuya misión habría sido, esencialmente, la preparación y el anuncio de la venida del Mesías, es muy sospechosa (Jn 1, 15-18; Mc 1,7-8). A partir de las referencias de Flavio Josefo y la información deducible de la exégesis evangélica podemos afirmar que Juan tuvo un proyecto personal y una misión propia, independiente y anterior a lo que pudo haber sido su relación con Jesús.
Juan aparece ante su pueblo como un profeta ético y escatológico, que vive alejado de las poblaciones e imparte un bautismo, cuyo significado concreto es aún tema de debate entre los estudiosos (Mc 1, 18; Lc 3, 7-9.17). El núcleo de su predicación es una llamada urgente a la conversión moral ante la inminencia del juicio divino. Este juicio extraordinario, en el que la pertenencia al pueblo elegido no reportará ventaja alguna, no debe ser necesariamente entendido como el juicio del fin de los tiempos, como un acontecimiento asociado a la destrucción total de la creación. Por su tono y sus imágenes podría conectarse con el mensaje de otros grandes profetas de Israel que también anunciaron intervenciones punitivas de Dios, dentro de la propia historia.
Es probable que en la predicación de Juan se incluyera también el anuncio de la llegada inminente de “uno más fuerte que bautizará con espíritu y fuego”(Mc 1,7-8; Lc 3, 6-17), pero la identificación de este personaje con Jesús es fruto de la reflexión cristiana posterior. Juan podría referirse al mismo Dios, que vendrá como juez, o a alguna figura mediadora a través de la que Dios actuaría.
Juan reunió a un grupo de discípulos entre los que se contaban algunos de los que más tarde siguieron a Jesús (Jn 1, 40-41). Aunque es posible que tuviera ascendencia sacerdotal (Lc 1-2) parece haber despreciado o, al menos, ignorado todo lo referente al culto oficial en el Templo. Su bautismo podría entenderse como un rito alternativo a los sacrificios de expiación por los pecados (Mc 11, 27-33), a los que probablemente habría considerado ineficaces de cara al juicio divino inminente. Su bautismo, por el contrario, sería algo parecido a un sacramento escatológico capaz de proteger del castigo al quienes lo hubieran recibido.
Sabemos que Juan fue apresado y asesinado por Herodes Antipas, pero desafortunadamente no conocemos con certeza las razones que tuvo el tetrarca para actuar de este modo. Los relatos evangélicos de la muerte de Juan parecen basarse en una leyenda popular que, aunque probablemente contiene elementos auténticos, es en su conjunto poco fiable (Mc 6, 14-29 y paralelos). La versión que da Flavio Josefo es más realista, pero demasiado vaga. Según este autor, Herodes temía que la influencia del Bautista sobre las masas pudiera desencadenar una revolución. No especifica qué era lo que Juan decía a estas masas para soliviantarlas ni contra quién o quiénes las habría podido dirigir.
En todo caso, según el testimonio de los evangelios, el comienzo de la misión de Jesús estuvo muy relacionado con la actividad de Juan y con su grupo de discípulos. Juan, el evangelista, describe claramente a Jesús como discípulo de Juan el Bautista (Jn 1,30: el que viene detrás de mí = mi discípulo). Marcos, por su parte, al introducir el ministerio de Jesús dice que ""Jesús se marchó a Galilea después de que Juan fue entregado"" (Mc 1,14). Esto indica implícitamente que, desde su bautismo hasta ese momento, Jesús había permanecido en el entorno de Juan.
El cuarto evangelio es el que más información nos ofrece acerca de la relación entre Juan y Jesús. Por él sabemos que varios de los discípulos del primero fueron luego discípulos del segundo (Jn 1, 40-49) y que Jesús también se dedicó durante un tiempo a bautizar (Jn 3, 22-26), probablemente desempeñando el papel de ayudante o colaborador de su maestro. Según Marcos, un aspecto fundamental de la predicación de Juan, la conversión (Mc 1,4), será también tema central de la predicación de Jesús (Mc 1, 15) y de sus discípulos (Mc 6, 12).
Ni Jesús ni la iglesia primitiva rechazaron jamás sus orígenes en el entorno del bautista (Hch 1, 21-22), por más que ésta última se esforzara, después, en subordinar la figura y misión de Juan a la de Jesús. No parece que Jesús rompiera con Juan ni que se alejara de sus posiciones religiosas mientras el Bautista estaba todavía libre. Tras ser encarcelado, Jesús habría continuado durante un tiempo la misión de su maestro, aunque, poco a poco, o a partir de un cierto momento, habría concebido un proyecto propio inspirado un una vocación diferente.
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