CUESTIONES ELEMENTALES, PARTE 3. EL NUMERO DE AVOGADRO
En 1811, un italiano con un esplendido y operístico nombre, LORENZO ROMANO AMEDEO CARLO AVOGADRO, hizo un descubrimiento que resultaría enormemente significativo a largo plazo: dos volúmenes iguales de gases, sean del tipo que sean, si se mantiene invariable la presión y la temperatura, contendrán el mismo número de moléculas.
Esto se denomina “El principio de Avogadro”, y hay dos cosas notables que destacar: en primer lugar, que proporciona una base para una medición más precisa del tamaño y peso de los átomos (utilizando estos cálculos los científicos pueden decir que un átomo tiene 0.00000008 centímetros, realmente muy poco). La otra cosa destacable es que nadie se entero de ello durante cincuenta años, en parte debido al carácter retraído y austero de Avogadro, que no se comunicaba con nadie de la comunidad científica, pero también se debe a que en aquella época apena había divulgación de investigaciones sobre química. Así, hasta 1860, fecha en que se celebra el primer congreso internacional de química, quedo relegado al cajón del olvido.
Gracias a que se comenzaron a celebrar estos congresos de química, se empezó a crear una terminología y un método que pudiesen ordenar el desconcierto y el descontrol reinante. El sueco J.J. BERZELIUS introdujo un nivel muy necesario de orden, al decidir que había que abreviar los elementos basándose en sus nombres grecolatinos (hierro, Fe….). Para indicar el numero de átomos de una molécula, emplearía un superíndice numérico (H2O, no lo puedo poner en chiquitico), aunque luego se decidió por un subíndice, que es lo que perdura.
Y en 1896, con la aportación de un extrañísimo señor llamado DIMITRI IVANOVICH MENDELEYEV, nacido en 1834 en Siberia, en una humildísima familia. Su madre, decidida a que su hijo estudiase una carrera, recorrió en autoestop los más de 6000 kilometrazos que había hasta San Petersburgo (que equivale a ir desde Cuenca hasta Atenas, sino más), donde lo deposito en un instituto. Agotada por el esfuerzo, falleció poco después.
“Mendi” termino sus estudios y consiguió un currele de profesor de química en la universidad local, aunque no destacaba demasiado, hasta que en 1869 vio la luz: buscando una forma de ordenar los elementos decidió crear una tabla basándose en los dos valores por los que se agrupaban hasta entonces: el peso atómico (gracias al Principio de Avogadro) y las propiedades comunes. Mendeleyev propuso que cuando se ordenaban los elementos por su peso, parecían repetirse ciertas propiedades en cada séptimo lugar a lo largo de la escala.
Así nació la TABLA PERIODICA DE LOS ELEMENTOS...
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