1984, DE GEORGE ORWELL.



Comenzamos esta nueva sección con esta genial novela del mágnifico George Orwell, escritor inglés de la primera mitad del siglo XX, que pasará a la historia por esta obra y por la tambien genial "Rebelión en la granja" de la que algun día hablaremos.

Pocas historias nos han conmovido tanto como las tribulaciones terribles de Winston Smith, funcionario del ironicamente llamado Ministerio de la Verdad que un dia toma conciencia de su situación de opresión ante el brutal estado opresor de Oceania. Se trata de una historia de rebelión, pero tambien de fracaso y de desesperación.

La obra aporta una interesantisima reflexión critica hacia los estados totalitarios, sean estos de la ideología que sean. Orwell realiza una mezcla entre el estado Nazi y el estado Stalinista, creando un organismo brutal, simbolizado por el omnipresente y omnipotente Gran Hermano, supuesto lider de Oceanía. Mediante la opresión, la falsificación constante de la realidad presente y pasada, el pensamiento único y el terror, este estado consigue anular a los librepensadores. Y si alguno se escapa y empieza a pensar por su cuenta es rapidamente detenido y "lobotomizado" mediante brutales torturas fisicas y psicologicas, como le sucede a nuestro protagonista.

Orwell supo ver las tragicas consecuencias que podian tener el exito de las naciones totalitarias de su epoca, pero tambien avisó sobre los peligros del pensamiento único y global. Supo darse cuenta de que el "gran poder" tiene en realidad un solo enemigo: el pensamiento independiente, capaz de todo con tal de mantener su libertad. Por eso, de alguna forma, tambien critica el conformista sistema democrático, basado en el imperio de lo politicamente correcto y de uniformidad de acción y pensamiento.

Uno de los logros de Orwell fue la introducción de lo que él llamo la "neolengua", idioma creado por el estado para eliminar del lenguaje común cualquier palabra que tenga un significado emocional o rebelde. Modificando la lengua, eliminando palabras como Libertad, Amor o Justicia, uno no puede ser libre, querer a nadie o exigir igualdad. Modificando el lenguaje se modifica al ser humano.

En definitiva, una visionaria, fascinante y genial obra que ha influido enormemente en millones de lectores, y que lo seguirá haciendo.

Aunque sea larga, recomiendo que leais esta cita de la obra, que resume perfectamente el espiritu aniquilador del estado que propone Orwell, y que, a la vez, refleja resumidamente la posición crítica del autor:

- Vamos a ver, Winston, ¿Cómo afirma un hombre su poder sobre otro? 
Winston pensó un poco y respondió:  
- Haciéndole sufrir. 
- Exactamente. Haciéndole sufrir. No basta con la obediencia. Si no sufre ¿Cómo vas a estar seguro de que obedece tu voluntad y no la suya propia? El poder radica en infligir dolor y humillación. El poder está en la facultad de hacer pedazos los espíritus y volverlos a construir dándoles nuevas formas elegidas por ti. ¿Empiezas a ver qué clase de mundo estamos creando? Es lo contrario, exactamente lo contrario, de esas estúpidas utopías hedonistas que imaginaron los antiguos reformadores. Un mundo de miedo, de ración, de tormento, un mundo para pisotear y ser pisoteado, un mundo que se hará día a día más despiadado. El progreso de nuestro mundo será la consecución de más dolor. Las antiguas civilizaciones sostenían basarse en el amor o en la justicia. La nuestra se funda en el odio. En nuestro mundo no habrá más emociones que el miedo, la rabia, el triunfo y el autorebajamiento. Todo lo demás lo destruiremos, todo. Ya estamos suprimiendo los hábitos mentales que han sobrevivido de antes de la Revolución. Hemos cortado los vínculos que unían al hijo con el padre, un hombre con otro y al hombre con la mujer. Nadie se fía ya de su esposa, de su hijo ni de un amigo. Pero en el futuro no habrá ya esposas ni amigos. Los niños se les quitarán a las madres al nacer, como se les quitan los huevos a la gallina cuando los pone. El instinto sexual será arrancado donde persista. La procreación consistirá en una formalidad anual como la renovación de la cartilla de racionamiento. Suprimiremos el orgasmo. Nuestros neurólogos trabajan en ello. No habrá lealtad; no existirá más fidelidad que la que se debe al Partido, ni más amor que el amor al Gran Hermano. No habrá risa, excepto la risa triunfal cuando se derrota a un enemigo. No habrá arte, ni literatura, ni ciencia. No habrá ya distinción entre la belleza y la fealdad. Todos los placeres serán destruidos. Pero siempre, no lo olvides, Winston, siempre habrá el afán de poder, la sed de dominio, que aumentará constantemente y se hará cada vez más sutil. Siempre existirá la emoción de la victoria, la sensación de pisotear a un enemigo indefenso. Si quieres hacerte una idea de cómo será el futuro, figúrate una bota aplastando un rostro humano... incesantemente. (págs. 254-256)

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