"Desde que cumplí trece años tuve claro que yo quería ser un poeta o nada en absoluto" (Hermann Hesse en su "Biografía resumida")
En 1946 fue honrado con el Premio Nobel de Literatura. Todavía en vida se difundieron sus libros en todos los idiomas culturales importantes. Tiene millones de lectores, sobre todo en América y en Asia. La tirada de sus libros, traducidos a unos 60 idiomas, ya supera hoy los 100 millones de ejemplares; apenas una cuarta parte de ellos corresponde a las ediciones en idioma alemán.
En mi caso, le bastaron 22 paginas para enamorarme, aunque luego mantuve (y mantengo) una larga relación con su obra. Y fue por culpa de un pequeño librito, anexo a una de sus novelas, llamado “Alma de niño” (“Alma infantil”, según la edición).
Esta pequeña obra trata sobre un joven que, de pronto, se da cuenta de que ya no lo es. Se da cuenta de que la seguridad y la falta de responsabilidad de la infancia, bajo el arco protector de los padres, se ha terminado. Por un lado por su edad y, por otro lado, por sus actos. El símbolo iniciático del paso al mundo de los adultos consiste en el robo de una bolsa de higos secos del despacho de su padre. A partir de ahí, el remordimiento por la acción le lleva a tomar conciencia de que ya no es el niño que era, de que su vida ha cambiado para siempre, de que no hay marcha atrás y de que la pendiente esta tan empinada que nada, nadie, escapa.
Claro ejemplo del existencialismo de moda en la época, es, por otro lado, bastante diferente de la nausea existencial de Sartre, del absurdo de Beckett o del dolor de Unamuno. Aquí se trata de una angustia vital, no solo por la ausencia de esperanza y de trascendencia mas alla de la muerte, no solo porque dios ha muerto, o por lo menos no esta presente, sino porque al ser responsables de nuestros actos, sin una moral fundamentada nada mas que en convencionalismos humanos, nadie nos puede perdonar, ni castigar.
En esta obra, el niño que roba los higos representa lo difícil que es vivir. En un mundo en el que debemos mucho a muchos, en el que nadie nos perdona los pecados, ni siquiera nosotros mismos, en el que nadie nos reconoce las bondades.
Pero esa visión, hay que recordar, es la de un niño asustado. Cuando se pasa el miedo y la angustia, cuando tomamos el timon de nuestras vidas, todo cambia. La vida sigue sin tener sentido, nuestros actos siguen sin ser recompensados, todo sigue mas o menos igual, pero hay un factor importante de cambio: las personas que encontramos en el camino. Nuestras parejas, nuestros amigos. Por ellos si merece la pena vivir. Por ellos aguantamos esta angustia existencial que llevamos por dentro.
Os dejo una bella cita de esta obra maestra, que podeis leer y descargar aquí
Excelente articulo! Llama a voltear a ver la Obra de Hesse
ResponderEliminarGracias por el cumplido, Paracelso... bonito nombre, por cierto
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