HISTORIA DE LA HERMANDAD MASÓNICA (PARTE 15) EL FIN DEL IMPERIO ESPAÑOL. LA LOGIA LAUTARO.


José De San Martin, fundó junto con Carlos María de Alvear, en 1812, una filial de la Logia de los Caballeros Racionales, de Cádiz, que rebautizó con el nombre de LOGIA LAUTARO. El nombre fue tomado del cacique araucano Lautaro, indio mapuche chileno, que en el siglo XVI se había sublevado contra los españoles, y que había sido muerto por las tropas de Juan Jufre. La sociedad estaba formada como las logias masónicas de Cádiz y de Londres, similar a la que en Venezuela tenía como miembros a Francisco de Miranda, Simón Bolívar y Andrés Bello. Su objetivo era «trabajar con sistema y plan en la independencia de la América y su felicidad». Sus miembros principales, además de San Martín y Alvear, eran José Matías Zapiola, Bernardo Monteagudo y Juan Martín de Pueyrredón.

De acuerdo a las investigaciones del reputado autor masónico Albert Gallatin Mackey, la Logia se compondría de dos cámaras: la masonería simbólica o azul, que constaba de los tres primeros grados, y la masonería superior o roja, compuesta de los grados 4° y 5°, Rosa Cruz y Kadosh, respectivamente, de acuerdo a la terminología masónica. Esta cámara o sección fue denominada por San Martín como Gran Logia de Buenos Aires, y fue la que actuó en política prescindiendo de la Lautaro, la cual no intervenía para nada en las deliberaciones de aquélla. Por lo tanto, no se trataría de uno, sino que serían dos organismos autónomos, aun cuando guardaran entre sí una estrecha relación
El carácter masónico de esta logia ha querido ser negado por algunos autores como Ferrer Benemeli, que incluso ha sostenido que no es seguro que San Martin fuera masón, pero la verdad es que es indiscutible su obediencia a la masonería, y no escasean los documentos que lo demuestra, como por ejemplo, numerosas cartas en las que el mismo lo reconoce.
Pero no se trata solo de la filiación masónica de San Martin. Las constituciones de la Logia Lautaro son bien explicitas y constituyen la encarnación de uno de los sueños fundacionales de la masonería: crear un nuevo concepto de humanidad basado en la igualdad y la justicia. Y para ello era claramente necesaria la acción política.

Y lograría sin duda todos sus objetivos: no solo provoco y afianzo la independencia americana, sino que además derroco al denominado segundo triunvirato argentino y coloco en su lugar a otro formado por miembros de la logia. En 1816, a pesar de ciertas diferencias internas, San Martin presidia la logia, que contaba ya con sucursales en Mendoza, Santiago de Chile y Lima, y se preparaba para crear el Ejercito de los Andes, una formidable máquina militar que debía expulsar a los españoles del continente y llegar al Perú.

Y es que San Martin, como buen masón, estaba obsesionado con el simbolismo del sol, que incluye en la bandera argentina, y recibió con verdadero placer los gritos que le tributaron de “hijo del sol” cuando entro triunfante en Lima.

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