ZECHARIA SITCHIN. LIBRO 2º: LA ESCALERA AL CIELO. PARTE 14: EL VIAJE DEL FARAON A LA OTRA VIDA. REPRESENTANDO APARATOS VOLADORES

Perpetrado por Oskarele

Aquí, Sitchin, saca a colación una extraña pieza que ha intrigado a todo el mundo desde que se descubrió en 1936, y de la que no hicimos eco en un artículo anterior de nuestra sección “Arqueología Imposible” (http://plqhq.blogspot.com/2010/08/el-misterioso-disco-del-principe-sabu.html). Se trata del famoso Disco del Príncipe Sabu.

El objeto en cuestión tiene 61 centímetros de diámetro y unos 10 de altura en la zona central. Está hecho de una roca y su forma es similar a un plato cóncavo. Pero lo que destaca es que en el centro del plato tiene tres huecos que hacen que se parezca a una hélice de un barco actual, además de un agujero en el centro similar al que tienen las ruedas, como si un eje lo atravesase longitudinalmente.

De toda la vida se ha dicho, con relativa razón, que los egipcios no empleaban la rueda. Se dice que su introducción se debe a la llegada de los Hicsos, al final del denominado Imperio Medio (1600 a.C. aprox.). Pero claro, si este cacharro encontrado en Saqqarah y esta datado en torno al 3.100 a. C., no es una rueda; pero, entonces ¿Qué es? Pues esto es lo que dice, literalmente, Sitchin: “Después de 1936, ningún esfuerzo fue hecho para descifrar el enigma. Sin embargo, su posible función acudió a mi mente en 1976, cuando leía una revista técnica donde eran mostrados los dibujos de un revolucionario tipo de volante desarrollado en California y conectado al programa espacial americano... alrededor de 1970, los ingenieros de la Lockheed Missile & Space Company inventaron un modelo completamente diferente - una rueda de bordillos finos -, afirmando que es más adecuado para economizar energía en trenes de transporte de masa o para almacenarla en autobuses eléctricos. La Airsearch Manufacturing Company continuó las investigaciones y desarrolló un modelo de ese volante - que no llegó a ser perfeccionado - herméticamente lacrado dentro de una carcasa llena de lubricante. El hecho de que ese volante revolucionario sea muy parecido al objeto de hace 5 mil años descubierto en Egipto es impresionante, pero se hace aún más asombroso cuando se descubre que esa pieza, encontrada en una tumba de 3.100 a.C., es semejante a una parte del equipamiento aún en desarrollo en el año de 1978!” Y aporta esta imagen de aqui arriba

Por desgracia, no queda nada de Heliópolis, la ciudad donde estaba el templo del “Ben-Ben”, una nave espacial según Sitchin, ya que fue destruida durante el llamado Primer Periodo Intermedio de Egipto. En esa época Ra dejó su templo en Heliópolis y se convirtió en Amón - "El Dios Oculto": Cuando el orden comenzó a ser restaurado, lo que primero se hizo, bajo la 11ª. Dinastía, es pasar la capital a Tebas y el dios supremo a Amón (o Amen).

Después del 2.000 a.C., al iniciarse el reinado de la 12ª dinastía, se produjo la reunificación de Egipto, el orden fue restaurado y volvió a permitirse el acceso a Heliópolis. El primer faraón de esa dinastía, Amen-En-Hat I, comenzó a reconstruir los templos y santuarios de esa ciudad. Pero los objetos sagrados ya no estaban. Su hijo, el faraón Sen-Usert (Hjeper-Ka-Ra) - el Sesóstris o Sesonchusis de los historiadores griegos, el que se encontró Alejandro - erigió delante del templo dos enormes columnas de granito (con más de 20 metros de altura), y en lo alto de cada uno réplicas de la Cámara Celestial de Ra, un pyramidion cubierto de oro o plata. Uno de esos moles de granito continúa en el lugar donde fue erigido hace aproximadamente 4 mil años. El otro fue destruido el siglo XII.

Los griegos llamaban a esos pilares obeliscos (cortadores con punta).


Los egipcios les daban el nombre de “Rayos de los Dioses”. Muchos fueron erigidos, siempre en pares, delante de entradas de templos, durante la 18ª y 19ª dinastías. Posteriormente, algunos fueron llevados hacia Nueva York, Londres, París y Roma. Los faraones afirmaban que erigían esos obeliscos para "obtener (de los dioses) el don de la vida eterna" u "obtener la vida perenne", pues ellos imitaban en piedra lo que los antiguos reyes habían visto (y presumiblemente alcanzado) en el Duat, la Montaña Sagrada: los cohetes espaciales de los dioses.

Además, de manera pictórica, los egipcios afirmaron desde sus inicios que los dioses vinieron de otro lugar, casi siempre representando el viaje en barco. Con lo “otro lugar” no se refiere a su autentico lugar de origen, según Sitchin, Nibiru, sino a un lugar de la Tierra. En la antigua geografía egipcia existía un lugar llamado Ta Neter - "Lugar o Tierra de los Dioses" -, en el extremo sur del mar Rojo, que ahora tiene el nombre de Bab-el-Mandeb. Seria a través de ese estrecho donde llegarían los dioses a Egipto. El nombre egipcio para el mar Rojo era mar de UR. El término “Ta Ur” significaba la “Tierra Extranjera en el Este”.

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