ZECHARIA SITCHIN. LIBRO 2º: LA ESCALERA AL CIELO. EN BUSCA DEL PARAÍSO, PARTE 4. ALEJANDRO EL MAGNO


ByOskarele

Pero hay otro personaje que se puede identificar con Dhul Kamein y con el propio Moisés del Corán: se trata, nada más y nada menos, de Alejandro el Magno, Rey de Macedonia, que en el siglo IV a. C. conquistó la mayor parte del mundo conocido, llegando incluso hasta la India…

¿Cómo es posible esto? Pues bien este intercambio entre Alejandro y Moisés tiene su origen en los relatos que corrían por Europa y Oriente Medio en los primeros años del Medievo, basados en los supuestos textos de un historiador griego llamado Calístenes, sobrino de Aristóteles, el genial filosofo griego. Alejandro le encargó a este señor que narrase y registrase los hechos y aventuras de su expedición asiática. Sin embargo, sería uno de los críticos de Alejandro desde el momento en que el rey macedonio decidió asumir el ceremonial persa. Esto supuso la caída en desgracia del historiador ante Alejandro, quien más adelante detuvo la denominada conspiración de los pajes, acusando a Calístenes de estar detrás de ella. Calístenes fue detenido y encarcelado, muriendo durante su cautiverio bien a causa de las torturas, bien por inanición.
Sus escritos desaparecieron, pero, en el siglo III comenzó a circular por Europa un texto en latín que era, supuestamente, una traducción de las obras escritas por Calístenes. Los eruditos denominaron esos textos como "pseudo-Calístenes", ya que no se puede demostrar que realmente se trata de aquellas obras. Pero, algo más adelante, se encontraron textos similares en otros idiomas, como hebreo, persa, siríaco, armenio y etíope, así como por lo menos tres versiones en griego. Esos textos, algunos con origen en Alejandría del siglo II a.C., divergen en algunos puntos. Pero sus similitudes indican una fuente común, así que igual si eran auténticamente los textos de Calístenes.

Sea como sea, lo importante es lo que cuentan estos “pseudo-Calístenes”: después de la conquista de Egipto, no queda mu clara la ruta que escogió y cronológicamente no se sabe muy bien que pasa antes o después. Aparentemente Alejandro, el rey de Macedonia intentó salir de Egipto como el héroe bíblico, separando las aguas del mar Rojo y haciendo que sus seguidores lo atravesaran a pie… aunque empleó otros métodos: decidió dividir las aguas construyendo en medio de él una muralla de hierro y plomo derretida y sus albañiles "continuaron derramando plomo y otros materiales derretidos en el agua hasta que la estructura llegó por encima de la superficie".

Enseguida, el rey hizo que sus hombres erigieran sobre la muralla una torre y un pilar, donde mandó esculpir su propia figura, ostentando dos cuernos en la cabeza. Entonces escribió en el monumento: "Que aquel que llegase a este lugar y navegase sobre el mar sepa que yo lo cerré". Habiendo así contenido las aguas, Alejandro y sus hombres comenzaron a atravesar el mar a pie. Pero, como medida de precaución, enviaron al frente algunos prisioneros. Cuando estos alcanzaron la torre en medio del mar, "las ondas se derramaron sobre ellos, el mar los engulló y todos perecieron (...) Cuando el emperador vio lo acontecido, sintió un poderoso miedo del mar" y desistió de la tentativa de imitar Moisés.

Así que se desvió, visitando en su camino hacia “el otro lado del mar”, las fuentes de los ríos Éufrates y Tigris, y allá estudió "los secretos del cielo, de las estrellas y de los planetas". Dejando sus tropas atrás, volvió hacia el País de las Tinieblas, alcanzando una montaña en el margen del desierto llamada Mushas. Después de varios días de viaje, avistó un "camino recto, sin muros, donde no había ni altos ni bajos".

En ese punto el rey dejó a sus pocos y fieles compañeros y prosiguió solo. Después de una caminata de doce días y doce noches, "percibió el esplendor de un ángel". Sin embargo, al aproximarse, vio que el ángel era una "hoguera flamante". El ángel se quedó tan sorprendido como Alexander. "Quién eres tú y por qué estás aquí; oh, mortal?", preguntó, imaginando como aquel hombre había conseguido "penetrar en esta oscuridad, donde ningún otro fue capaz de entrar." Alejandro respondió que el propio Dios lo había guiado y le había dado fuerzas para "llegar a este lugar, que es el paraíso".

Pero se ve que no era allí, y Alejandro seguía con ansia por conocer los misterios del Cielo y de la Tierra, Dios y el hombre. Al final, dijo que sólo partiría se recibiera algo que ningún otro hombre hubiera obtenido antes. Y el ángel dijo: "Yo te contaré algo que hará que tú vivas y no mueras"… Y el ángel explicó: “En el país de Arabia, Dios colocó el negrume de la oscuridad total, donde está escondido el tesoro de ese conocimiento. Allá también se queda la fuente que es la llamada de "Agua de la Vida". Aquel que beber de ella, aunque sea una única gota, jamás morirá.”

Pa que quería mas Alejandro… solo le faltaba saber donde estaba aquella región. La enigmática respuesta del ángel fue: "Pregunta a los hombres de allá que son herederos del conocimiento". Así que se puso a buscar los sabios que podían ayudarle en su búsqueda de la vida eterna: Las versiones griegas dicen que fue hasta los Confines de la Tierra para encontrar al sabio. Y los etíopes sugieren que el sabio estaba allí mismo, entre su tropa. Se llamaba Matun y conocía las antiguas escrituras. El lugar, dijo el sabio, "yace muy cerca del sol cuando él se levanta del lado Derecho”.

Y comenzó un largo camino guiado por Matun, llegando a un lugar tenebroso y oscuro. Alejandro, cansado, ordenó a Matun que siguiese solo, dándole antes una piedra milagrosa que brillaba en la oscuridad. Era una piedra que Adán hubo traído del paraíso, más pesada que cualquier otra sustancia de la Tierra. Después, la versión etíope describe lo que siguió:

“Ora, el hombre tenía consigo un pez seco y, estando muy hambriento, fue hasta el agua para lavarlo y prepararlo para cocinar... Pero, así que el pez tocó en el agua, salió nadando." Cuando Matun vio eso, se desnudó y entró en el agua atrás del pez, encontrándolo vivo. "Percibiendo que aquel era el "pozo del Agua de la Vida", se bañó y bebió. Al salir del pozo, ya no sentía hambre ni preocupaciones mundanas, pues se había tomado el El-Khidr, "el siempre verde" - aquel que sería eternamente joven.”

Pero, al volver, Matun no contó nada. Así que el rey retomó la búsqueda, tanteando en la oscuridad a la busca del camino correcto. De pronto vio la piedra abandonada por Matun y avanzó corriendo, pero fue contenido por una voz que lo censuró por sus siempre crecientes ambiciones y profetizó que en vez de encontrar la vida eterna él inmediatamente moriría. Aterrado, Alexander volvió junto a sus compañeros, desistiendo de la búsqueda.

Según algunas versiones, fue un pájaro con formas humanas el que habló con Alejandro y lo hizo retornar cuando "él llegó a un lugar incrustado de zafiros, esmeraldas y jacintos". En la supuesta carta del rey su madre, fueron dos hombres-pájaros que lo impidieron de proseguir.

En la versión griega del pseudo-Calístenes, fue André, el cocinero de Alexander, que cogió el pez seco para lavarlo en una fuente "cuyas aguas relampagueaban". La historia es similar, pero aquí, días después, el cocinero le contó a Alejandro lo que había sucedido con el pez seco, aunque guardó secreto sobre haber bebido y guardado el agua. El rey se puso furioso, agredió al hombre y lo expulsó del campamento.

El cocinero, sin embargo, se negó a partir solo, pues se había enamorado de una hija de Alejandro. Así, le reveló el secreto a ella y la hizo beber el agua. Cuando descubrió lo acontecido, también proscribió a la joven: "Tú te transformaste en un ser divino, pues te hiciste inmortal. Por lo tanto, ya no puedes vivir entre los hombres. Vayan hacia la Tierra de los Bendecidos". En cuanto al cocinero, el rey lo tiró al mar con una piedra presa en el cuello. Pero, en vez de ahogarse, el cocinero se transformó en “el demonio del mar."

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