LA VERDADERA AMNESIA.



Un relato de Bluemansiete

Era un fin de semana como cualquier otro para Juan y su familia. Sus dos hijos casi adolescentes Johnny y Lisa junto con su esposa Margaret celebraban el cese de sus labores semanales, trabajo, escuela etc. Juan era una persona algo introvertida; casi siempre sumido en sus pensamientos. Su esposa sentía que no lo conocía del todo a pesar de sus veinte años de matrimonio, pero era buen esposo y parecía conocerla muy bien. El no hablaba nada de su niñez, de sus padres o cualquier tiempo más allá de treinta años. Su esposa no conocía a sus suegros y los niños no conocían a su abuelo por parte de padre. Ni siguieran sabían si vivían.

En sus cuarenta y nueve años que decía tener contaba con buena salud. Su esposa no recuerda que haya estado hospitalizado o que halla visitado algún medico por causa de algún tipo de dolencia o enfermedad; a no ser por los exámenes de rigor por su trabajo. Era supervisor en una granja de manzanas. En su rutina diaria hacia lo que muchas o la mayoría de las personas hacen. Llegaba de su trabajo; se aseaba y compartía con su familia los alimentos y la rutina del hogar. Escuchaba una que otra queja de su esposa y ayudaba a sus hijos con la tarea escolar siempre y cuando no se tratara nada de astronomía, que por alguna razón decía no saber absolutamente nada al respecto. Pero en las demás materia como biología y matemáticas se defendía muy bien.

En su poca conversación diaria no hablaba de política ni religión. Ni siquiera asistía a la iglesia como es costumbre en algunas familias, y se interesaba muy poco en los deportes. Solo pensaba y se preocupaba por todo lo que tiene que ver con el bienestar de su familia. Tenía buena relación con los vecinos aunque no compartía con ellos muy a menudo. Le gustaba leer de temas relacionado con el ser humano. No le atraía la ciencia ficción ni nada que tuviera que ver con el espacio y no opinaba nada sobre algunos temas actuales como lo son los ovnis o los extraterrestres. Simplemente no parecía llamarle la atención.

Vivian en un campo algo apartado de la ciudad. Ese día habían decidido quedarse en la casa y disfrutar de algunos juegos de mesa y comer pizza. Esa noche Juan salio a comprar la pizza pues a ser tan distante del pueblo no hacían entrega a domicilio. Tomo su abrigo y sus llaves y se dirigió a su pizzería favorita, la única y la mas cercana a su hogar. Estaba a varios kilómetros de distancia. Era una hermosa noche estrellada. Hacia tiempo que no veía una noche así, pensaba; a pesar de que no le gustaba contemplar las estrellas. Por algún motivo que desconocía sentía una incomoda sensación al mirarlas. Pero esa noche trato de romper con su “estela fobia” por un momento y se dejo atraer por un instante por un lejano punto luminoso en el espacio, que por alguna razón sobresalía sobre las demás estrellas, por lo menos para el. Fue solo una fracción de segundo de fascinación interrumpido por un estruendoso ruido seguido por un silencio y una oscuridad total.

Juan abrió lenta e intermitentemente los ojos. Sentía un horrendo y familiar dolor de cabeza. Escucha un continuo “beep” algo desconocido para el. Con su vista nublada solo lograba percibir algunas siluetas moviéndose a su alrededor. Pero escuchaba perfectamente que le hablaban en un idioma que se le hacia un poco entender. – Hola, ¿Puedes escucharme?- ¿Estas bien, John? - Papi, ¿Qué te paso en la cabeza?- Juan se encontraba en un hospital. Por distraerse un momento en la carretera choco contra un árbol tumbado en el medio del camino y de alguna forma solo se golpeo en la cabeza; tal ves por la posición de observador que tenia durante la colisión. El doctor trataba de hacerlo reaccionar. Llevaba varios días inconciente y su familia estaba desesperada por su condición. Aunque su mirada era algo extraña, mantenía su calma habitual. No hablaba; solo se limitaba a hacer gestos con la cabeza en respuesta a lo poco que podía entender.

El doctor explico a su familia que posiblemente se trataba de algún tipo de amnesia causado por el fuerte golpe en la cabeza. Les pidió que por favor lo dejaran descansar y que seguramente mañana estará mejor. El doctor los acompaño hacia la salida, cerca de la sala de espera y aprovecho para hacerles algunas preguntas sobre el accidentado. – Dígame, ¿Su esposo nunca había estado hospitalizado antes? O ¿Nunca le habían hechos exámenes o algún tipo de estudio en algún laboratorio?- No, doctor. Hasta donde yo recuerdo el nunca ha estado enfermo. Ni siquiera se quejaba de molestias comunes. Ha veces le daba algún ataque de tos pero no parecía ser nada que ameritara una visita al medico. No tiene vicio. Ni siquiera toma alcohol.- ¿Por qué pregunta doctor? ¿Pasa algo malo?- No, no se preocupe solo es curiosidad científica.

Al rato el doctor regreso a la habitación de Juan, encontrándose con el paciente de pie junto a la ventana, mirando hacia lo lejos en el espacio. – Juan ¿Qué haces de pie? – Debes de descansar, tu cuerpo esta muy débil aun, vuelve a la cama.- Pero al acercarse a Juan noto que tenía lagrimas corriendo por sus mejillas. -¿Qué sucede Juan? ¿Te duele mucho la cabeza? -Te daré un medicamento más fuerte…- Extraño a mi familia- se limito a decir Juan. – No te entiendo Juan; tu familia estuvo contigo haces apenas unos minutos…- No- dijo Juan. – Mi familia esta allá, muy lejos- Continuaba diciendo Juan expresándose con dificultad y señalando hacia un lejano punto en el espacio, mismo que los distrajo camino a la pizzería noches atrás.

Hace veinte años atrás un objeto desconocido venido del espacio se estrello cerca de una población latina. Muchos por curiosidad otros con intención de ayudar rodearon al humeante y destrozado aparato. Entre chispas y pequeñas llamas lograron rescatar a lo que parecía ser el piloto de tan extraña nave. Los nativos del lugar pensaban que seguramente era de origen militar o algún artefacto del gobierno pues no era la primera vez que veían vehículos parecidos a este. El piloto tenía la apariencia normal de un hombre joven, en sus veintes. Vestía con un traje de una sola pieza color azul celeste y pedazos de lo que parecía ser parte de unos lentes o gafas en su pecho. Tenía una herida en la cabeza pero no parecía tener mas heridas en su cuerpo. Lo llevaron a un lugar seguro y lo fueron curando con remedios indígenas. No parecía recordar quien era y de donde venia. Ni siquiera hablaba o entendía el idioma de sus rescatadores. Ellos pensaban que era algún extranjero de algún país lejano y no le vieron nada extraño.

Rápidamente se fue recuperando. Los nativos ocultaron los restos que quedo de la nave y nunca más se hablo sobre ello. Poco a poco el extranjero fue asimilando su nuevo idioma y con pocas frases lograba comunicarse. A falta de alguna identificación le llamaron Juan, un nombre muy común en la población latina. Aprendió también a trabajar en el campo a sembrar sandias y manzanas. Al cabo de algunos años ya Juan era bastante independiente y sentía necesidad de aventurarse fuera del área donde estaba. Pero a falta de documentos no podía ir más lejos. Para complacerlo sus amigos buscaron la forma de crearle alguna identidad que aunque falsa le ayudaría a moverse fuera del territorio y así lo hizo. Lo ayudaron a pasar la frontera que dividía los países.

Consiguió trabajo en una plantación de manzanas y fue haciendo nuevas amistades. Fue aprendiendo también otro idioma con la ayuda de la hija del dueño de la plantación llamada Margaret. Al tiempo se fueron conociendo mejor y se casaron; tuvieron dos hijos: Lisa y Johnny. Por su buen desempeño Juan a quien su esposa llamaba John fue ascendiendo hasta llegar a supervisar a los demás empleados. Por veinte años tuvo una vida tranquila y apacible, aunque con un pasado en blanco. El reciente accidente causándole un golpe en la cabeza le devolvió a Juan la memoria perdida hace veinte y nueve años atrás. Ahora recordaba quien era. Un visitante del espacio exterior que salio de la nave madre para dar un simple paseo por el planeta Tierra pero perdió el control al pasar por la parte central de las Américas; un área neutral entre los polos del planeta; un vacío energético que aparentemente afecto el control de su pequeña nave espacial.

Juan acaba de despertar de su verdadera amnesia.

Aunque esta es una historia sacada de mi imaginación ¿No te has puesto a pensar que estamos en la misma situación que Juan? Llegamos de otro mundo a este planeta; crecemos, aprendemos, y nos reproducimos: pero olvidamos quienes somos y porque estamos aquí. Nuestro nuevo idioma bloquea nuestro verdadero lenguaje que solo se manifiesta en sueños para luego despertar y no encontrar sentido a lo que soñamos. Nuestros sentidos físicos nos tienen fascinado por las cosas materiales y opaca nuestros sentidos superiores que solo se manifiestan como pequeños destellos de vez en cuando. La mentira aceptada como verdad por nuestro intelecto oculta la verdadera sabiduría que yace en nuestro interior, que solo se deja escuchar cuando callamos el dialogo de nuestra mente. Tenemos una intermitente y sonora felicidad tratando de ocultar el susurro de nuestra tristeza. Porque ciertamente sabemos que no somos de este mundo y añoramos regresar a nuestro hogar. Pero como Juan, necesitamos recibir “el golpe” que nos saque de esta “amnesia” y recordemos quienes somos y para que venimos a este lugar.

La única forma de regresar es terminar nuestra misión; graduarnos de una vez por todas de esta “gran universidad” y volver triunfante con nuestro diploma, nuestro galardón que brillara alrededor de nuestro espíritu, nuestro real ser, en nuestro real mundo y nuestra verdadera y consciente felicidad.

Este “golpe” te puede hacer despertar de tu amnesia; quizás para otros el “golpe” tiene que ser más fuerte.

No hay comentarios:

Publicar un comentario