ZECHARIA SITCHIN. LIBRO 2º: LA ESCALERA AL CIELO. PARTE 12: EL VIAJE DEL FARAON A LA OTRA VIDA. INTRODUCCION.

ByOskarele

Si alguien tenía conocimientos precisos y currados sobre cómo alcanzar la vida eterna, estos eran los egipcios, que tenían unos rituales complejísimos para asegurar el transito del Faraón a la otra vida. Alejandro Magno, como ya hemos mencionado, fue precisamente a Egipto para corroborar la historia que decía que era en realidad hijo de Amón. Y esto es porque, mientras en otros pueblos (hebreos, griegos…) solo algunos pocos escaparon al destino mortal, en Egipto transformaron ese privilegio en un derecho.

Claro, que no era un derecho universal, ni algo reservado a los excepcionalmente virtuosos, sino un derecho restringido al soberano egipcio por el simple hecho de él ocupar el trono.

El motivo, según las tradiciones de Egipto Antiguo, era que los primeros reyes de aquella tierra no habían sido hombres, sino dioses.

Esas tradiciones egipcias afirmaban que en épocas inmemoriales los "Dioses del Cielo" llegaron a la Tierra, venidos del Disco Celestial. Cuando Egipto sufrió una gran inundación, "un gran dios que vino (a la Tierra) en el más antiguo de los tiempos" llegó al país y literalmente lo elevó de bajo las aguas y lodo, represando el Nilo y haciendo extensas obras de drenaje y contención. (Era por eso que Egipto tenía el nombre de "Tierra Elevada".)

Ese antiguo dios se llamaba Ptah - "El Constructor". Se decía que era un gran científico, maestro ingeniero y arquitecto, el Principal Artífice de los dioses, que hasta había contribuido en la creación y formación del hombre. Según las tradiciones, Ptah se retiró hacia el sur, donde pudo controlar las aguas del Nilo por intermedio de las compuertas que hubo instalado en una caverna secreta localizada en la primera catarata del río (el lugar de la actual presa de Asuán).

Sin embargo, antes de dejar Egipto, Ptah construyó su primera ciudad sagrada y le dio el nombre de An, en honra al Dios del Cielo (la bíblica On, que los griegos llamaban Heliópolis). Allí instaló como primer gobernante divino del país a su propio hijo, Ra (así llamado en honra del globo celeste) que mandó construir un santuario especial en An para guardar el “Ben-Ben”, un objeto secreto que se trajo a la Tierra.

Con el pasar del tiempo, Ra acabó dividiendo el reino entre sus dos hijos, Osiris y Set, pero el gobierno conjunto de los hermanos no fue mu bien: Set estaba siempre intentando derrumbar y matar a Osiris y, tras varios intentos consiguió engañar a Osiris haciéndolo entrar en un ataúd, que inmediatamente mandó sellar y hundir. Isis, hermana y esposa de Osiris, consiguió encontrar el ataúd, que había flotado, yendo a parar a las playas del actual Líbano, escondió el cuerpo del marido y partió para pedir ayuda a otros dioses que podrían resucitar Osiris.
Set, sin embargo, descubrió el cuerpo y lo cortó en pedazos, dispersándolos por los cuatro puntos de la Tierra. Auxiliada por su hermana, Néftis, Isis consiguió reunir todos los pedazos (excepto el falo) y, recomponiendo el cuerpo mutilado del marido, lo devolvió a la vida. Osiris, resucitado, fue vivir en el Otro Mundo, entre los otros dioses celestiales.

El lugar de Osiris en el trono de Egipto fue asumido por su hijo, Horus. Cuando él nació, su madre, Isis, lo escondió entre los juncos del Nilo (exactamente como, según la Biblia, hizo la madre de Moisés) para mantenerlo fuera del alcance de Set. El niño, sin embargo, fue picado por un escorpión y murió. Sin perder tiempo, Isis apeló a Thot, un dios con poderes mágicos, que acudió en su socorro. Thot, que estaba en los cielos, vino a la Tierra en el "Barco de los Años Astronómicos", de Ra, y ayudó a traer a Horus de vuelta a la vida.

Al crecer, Horus desafió a Set por el trono.

La lucha se extendió por varios territorios, con los dioses persiguiéndose por los cielos, hasta que, finalmente, Set fue herido, perdiendo los testículos, lo que sólo sirvió para dejarlo aún más furioso. En la batalla final, sobre la península del Sinaí, Set disparó un rayo de fuego a Horus y este perdió un "ojo". Los grandes dioses solicitaron una tregua y se reunieron en consejo. Después de mucha vacilación e indecisión, el Señor de la Tierra se decidió a favor de Horus y le concedió Egipto, declarándolo legítimo heredero de la línea de sucesión Ra-Osiris.

Después de eso, Horus pasó a ser representado con los atributos del halcón, mientras Set era mostrado como una deidad asiática, simbolizado por el jumento, el animal de carga de los nómadas.

El ascenso de Horus al trono unido de las Dos Tierras (Alto y Bajo Egipto) se mantuvo, a lo largo de toda la historia egipcia, como el punto donde la realeza recibió su perpetua conexión divina, pues todo Faraón era considerado sucesor de Horus y ocupante del trono de Osiris. Por motivos inexplicados, el gobierno de Horus fue seguido de un periodo de caos y declive. No se sabe cuánto tiempo duró. Finalmente, alrededor de 3.200 a.C., una "raza dinástica" llegó a la región y un hombre llamado Menés ascendió al trono de un Egipto reunificado.

Fue entonces cuando los dioses concedieron al país la civilización y aquello que hoy llamamos religión.

El reinado iniciado por Menés continuó con 26 generaciones de Faraones hasta la dominación persa en 525 a.C. y después llegarían los periodos de ocupación griega y romana.

Cuando Menés, también conocido como Narmer, el primer faraón y el fundador de la I dinastía, en el 3050 a. C., además fue el que estableció el reino unido, escogió un punto medio del Nilo, un poco al sur de Heliópolis, para en él instalar la capital del nuevo reino unificado. Imitando las obras del mítico dios Ptah, mandó hacer un terraplén que se elevase por encima de las aguas del Nilo y en él construyó Menfis, dedicando sus templos a Ptah. Perduró como centro político-religioso durante más de mil años.

Cerca de 2.200 a.C., ocurrieron unos grandes disturbios en Egipto, cuya naturaleza no está clara aun para los estudiosos. Algunos creen que unos invasores asiáticos dominaron el país, esclavizando al pueblo y acabando con la adoración de sus dioses. Se trata del conocido como Primer Periodo Intermedio. El orden sería restaurado 150 años después, pero la capital más importante pasaría a ser Tebas, más al sur, a los márgenes del Nilo. Sería el comienzo del Imperio Medio, que se inicia con la reunificación de Egipto bajo Mentuhotep II. Será un periodo de gran prosperidad económica y expansión exterior, con faraones pragmáticos y emprendedores.
Pero también se produjo un cambio en las divinidades principales, pues el dios tebano era Amón, “El oculto”, aquel que Alejandro Magno consideraba como su padre. Como deidad suprema era adorado como Amen-Ra, "El Ra Oculto", y no está bien claro si era el mismo antiguo Ra, ahora de alguna forma invisible u "oculto", u otra divinidad cualquiera. Los griegos llamaban a Tebas “La ciudad de Zeus”, equiparando a Amón con la divinidad principal del Olimpo.

A mediados de 1800 a. C., los dirigentes hicsos vencieron a los faraones egipcios; lo que comenzó como una migración paulatina de libios y cananeos hacia el delta del Nilo, se transformó con el tiempo en conquista militar de casi todo el territorio egipcio, originando la caída del Imperio Medio. Los hicsos también vencieron porque poseían mejores armas, y supieron utilizar el factor sorpresa.

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