ZECHARIA SITCHIN. LIBRO 2º: LA ESCALERA AL CIELO. EN BUSCA DEL PARAÍSO, PARTE 5. EL PRESTE JUAN
ByOskarele
Para los eruditos consejeros de los reyes del Medievo, la existencia de diferentes versiones de aquella misma historia del pez seco y la fuente de la vida, confirmaba la autenticidad de la historia. Pero ¿Donde estaban esas aguas mágicas? ¿En la frontera de Egipto con Oriente medio, la península del Sinaí, zona de las actividades de Moisés? ¿En la región del Tigris y del Éufrates? ¿En los confines de la Tierra, la India?
Mientras se intentaba aclarar aquel misterio otro, quizá más inquietante, surgió de una Fuente totalmente inesperada:. En 1145, el obispo alemán Otto de Freising registró en su “Chronicon” un relato sobre una impresionante epístola. El papa, contó, había recibido una carta de un gobernante cristiano de la India, cuya existencia era completamente desconocida. Ese rey afirmaba que el río del paraíso quedaba localizado en sus dominios. El autor de la Epístola, según se decía, se llamaba Juan, el viejo, o, por ser un sacerdote de la Iglesia Católica, el Preste Juan.
Este señor afirmaba ser descendiente directo de uno de los magos que habían visitado a Cristo en su nacimiento. No solo eso: había derrotado a los reyes musulmanes de la Persia y había establecido un floreciente reino cristiano en la región de los Confines de la Tierra.
No se sabe mu bien que fue aquello: unos piensan que fue una invención con fines propagandísticos, otros creen que se trata de distorsiones de eventos reales. Vamos a verlo:
Cincuenta años antes el mundo cristiano había lanzado la Primera Cruzada contra el dominio musulmán en la Tierra Santa y hacía poco, en 1.144, había sufrido una derrota machacadora en la ciudad de Edessa. Mientras tanto, en los Confines de la Tierra, los gobernantes mongoles habían comenzado a sacudir los portones del imperio musulmán y habían derrotado el sultán Sanjar en 1.141. Es posible que cuando la noticia llegó a las ciudades costeras del Mediterráneo, fuese enviada al papa bajo el ropaje de un rey cristiano levantándose para derrotar a los infieles por la retaguardia.
Si la búsqueda de la Fuente de la Juventud no estaba entre los motivos para la Primera Cruzada, si formaba parte de las subsecuentes, pues justo después de que el obispo Otto registrase la existencia del Preste Juan y del río del paraíso en sus dominios, el papa emitió una proclama formal para el reinicio de las cruzadas. Dos años después, en 1.147, el emperador Conrado de Alemania, acompañado de muchos otros nobles y gobernantes, partió para la Segunda Cruzada.
Mientras la suerte de los cruzados alternadamente brillaba y se desvanecía, Europa fue de nuevo barrida por noticias de Preste Juan y sus promesas de auxilio. Según los cronistas de la época, en 1.165 él envió una carta al emperador de Bizancio, al emperador romano y a reyes menores, donde declaraba su nítida intención de ir a Tierra Santa con sus ejércitos. Más una vez él describía su reino en términos entusiastas, como convenía a un lugar donde estaba situado no sólo el río del paraíso, sino también los portones del paraíso.
La ayuda prometida jamás llegó.
El camino de Europa para la India no fue abierto.
Alrededor del final del siglo XIII, las cruzadas habían dejado de existir, terminando en una derrota final a manos de los musulmanes.
Sin embargo la creencia fervorosa en la existencia de las aguas del paraíso en la India continuaba creciendo y diseminándose.
Por aquella misma época, finales del siglo XII, una nueva y popular versión de las hazañas de Alejandro Magno vio la luz: se llamaba “Romance de Alexandre” y fue obra de un tal Alexandre de Bernay, basándose en los relatos del citado anteriormente pseudo-Calístenes. La historia viene a ser la misma, pero destaca un bello cuento sobre tres fuentes maravillosas: Una Rejuvenecía a los viejos, la segunda garantizaba la inmortalidad y la tercera resucitaba los muertos. Las tres, explicaba el Romance, quedaban situadas en países diferentes, ya que procedían del Tigris y Éufrates, en Asia oriental, del Nilo, en Egipto, y del Ganges, en la India. Eran esos los cuatro ríos del paraíso. Y, a pesar de que ellos corran en diferentes regiones, todos provenían de una única fuente: el Jardín del Edén, exactamente como decía la Biblia. El Romance afirmaba que Alexander y sus hombres habían encontrado la fuente del rejuvenecimiento y afirmaba que 56 compañeros ancianos del rey "recuperaron el cutis de los 30 (años) después de que bebieran de la Fuente de la Juventud". (Más info aquí: http://es.wikipedia.org/wiki/Roman_d%27Alexandre)
Pero, ¿como llegar a la fuente, si la ruta para la India estaba bloqueada por los musulmanes paganos?
Esto motivó aun más el intento de comunicarse con el enigmático Preste Juan: En 1.245, el papa Inocencio IV despachó a fray Giovanni de la Pian del Carpini, vía Rusia meridional, con Órdenes de entrar en contacto con el rey mongol, el khan, creyendo que los mongoles eran nestorianos (un ramo de la iglesia ortodoxa) y el khan el propio Preste Juan.
En realidad lo que descubrió fue que no querían demasiado a los cristianos los mongoles…
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario