ByOskarele
Sea o no cierto que Alejandro se encontró, en su búsqueda de la inmortalidad, con Sesóstris I, la reina Candace, o los bíblicos Enoc y Elías, lo importante es que tenían claro que antiguos hombres pudieron hacerse inmortales, si los dioses así lo querían, claro. En el artículo anterior hablamos ya de los primeros y de Enoc hablaremos en el siguiente capítulo. Vamos a ver un poco la historia, curiosísima, de este tal Elías, el del torbellino de fuego…
Eliyah (Elías) es un profeta bíblico que vivió en Israel el siglo IX a.C., durante los reinados de Acab y Ocozias. De él hablan los capítulos 17 a 21 de 1 Reyes y los capítulos 1 y 2 de 2 Reyes. Era oriundo de Tishbé (de ahí el prefijo, el tisbita como se le conoce en la Biblia, versión de Cipriano de Valera) en la región de Galaad, al oriente del río Jordán.
Como indica el nombre que adoptó (Eliyah - "Mi Dios es Yahveh"), estaba inspirado por el dios hebreo, cuyos fieles estaban siendo perseguidos por los seguidores del dios cananeo Baal. Esto se debe a que el rey Acab, hijo de Omrí (que gobernó en Israel entre el 874 a. C. y el 853 a. C.) tomó por mujer a una cananea, Jezabel hija de Itobaal, rey de Sidón y se hizo seguido de Baal, le sirvió y se prosternó ante él. Y comenzó una brutal represión contra los creyentes en Yahveh, lo que provocó la muerte de la mayoría de los profetas de Israel por asesinato. Por este motivo Yahveh hizo aparecer una gran sequía en Samaria y por ende una hambruna en la región.
Elías aparece sorpresivamente en el relato anunciando a Acab la sequía, luego se esconde en un lugar secreto cerca del río Jordán, donde aparentemente fue instruido por el Señor, y donde recibió "un manto tejido” y se hizo capaz de hacer milagros. Estaba cerca de la ciudad fenicia de Sidón, cuando realizó su primer milagro: y este fue hacer que un poquito de aceite y una cuchara de harina duren para el resto de la vida de una viuda que le dio cobijo. Y después clamó a su dios para que reviviese al hijo de la viuda, que acababa de fallecer. Y se hizo.
Después Elías se enfrentará a Jezabel que había mandado matar a los profetas de Yahveh, desafiando a cuatrocientos cincuenta profetas de Baal, que acaban siendo derrotados. Tras su victoria, huye por temor a la venganza de Jezabel y se adentra en el desierto, deseándose la muerte. Sin embargo, después que un Ángel de Yahveh le dé de comer y beber se sintió reconfortado y anduvo hasta el monte Horeb, donde se escondió en una cueva.
Estando to rallao en una cueva, ora a Yahveh, que se le manifiesta y le apoya presentándose como una voz apacible y suave tras vientos, temblores y un fuego y, además, le da nuevas misiones, señalando a Eliseo como su sucesor.
La maldad de Acab y Jezabel no se limitaba al culto de Baal, sino que se proyectaba en el despojo de los bienes de sus súbditos. Así que Elías expresó la sentencia divina contra Jezabel y contra su descendencia con Acab. Derrotado y muerto éste en combate con las tropas del rey de Aram, a pesar de los buenos augurios de los falsos profetas, le sucedió su hijo Ocozias, que anduvo por el camino de su padre y de su madre e hizo pecar a Israel y murió pronto.
Tras la muerte de Ocozias, (852 a. C.) Dios traspasa el oficio de profeta a Eliseo, Elías es arrebatado en un carro de fuego con caballos de fuego a la vista de Eliseo. Eliseo toma el manto de Elías y es de este modo reconocido por Yahveh como su profeta.
¿Carro de fuego con caballos de fuego? Ahí quería llegar yo…
Las escrituras dicen que Elías no murió en la Tierra, pues "subió al cielo en un torbellino". Según las tradiciones judaicas, Elías continúa inmortal. Su ascenso al cielo está descrito con grandes detalles en II Reyes, Capítulo 2, y no se trató de algo súbito o inesperado. Al contrario, se trató de una operación planeada. El lugar elegido quedaba en el valle del Jordán, en el margen izquierdo del río. Dejemos el narrador bíblico contar la historia con sus propias palabras:
“He ahí lo que aconteció cuando Dios arrebató Elías al cielo en un torbellino: Elías y Eliseo partieron de Gilgal. Y Elías dijo a Eliseo: "Te quedas aquí, pues Yahveh me envió sólo hasta Betel"; Pero Eliseo respondió: "Tan cierto como que Yahveh vive y tú vives, no te dejaré!" Y descendieron a Betel. Los hijos de los profetas que vivían en Betel salieron al encuentro de Eliseo y le dijeron: "Sabes que hoy Yahveh va a llevar el maestro por sobre tu cabeza?” Él respondió:"Sé, pero callaos".
Su destino era Jericó, a los márgenes del río Jordán, y pidió a su compañero se quedara ahí y lo dejara seguir solo, pero Eliseo lo rechazó de nuevo. "Y ellos fueron la Jericó.”, donde de nuevo le preguntaron a Eliseo si sabía que su maestro iba a ser llevado al cielo, y de nuevo dijo que sí. Contrariado en su deseo de proseguir solo, Elías pidió a Eliseo que se quedara en Jericó y lo dejara ir solo hasta el margen del río, Sin embargo Eliseo rechazó separarse de su maestro. "cincuenta hombres de los hijos de los profetas fueron también, pero se quedaron parados a la distancia mientras los dos (Elías y Eliseo) se detenían al borde del Jordán".
Entonces Elías tomó su manto, lo enrolló y batió con él en las aguas, que se dividieron de un lado y de otro, de modo que ambos pasaron a pie enjuto. Después que pasaron para el otro margen, Eliseo pidió Elías que le fuera dado el espíritu santo, pero antes que pudiera oír una respuesta: “Y aconteció que mientras andaban y conversaban, he ahí que un carro de fuego y caballos de fuego los separaron uno del otro y Elías subió al cielo en el torbellino. Viéndolo Eliseo, clamaba: ¡Padre mío, padre mío, carro de Israel y su gente de a caballo! Y nunca más le vio; y tomando sus vestidos, los rompió en dos partes. Alzó luego el manto de Elías que se le había caído, y volvió, y se paró a la orilla del Jordán.”
¿Aquello había acontecido por accidente o fue a propósito? Empeñado en descubrirlo, Eliseo cogió el manto y volvió al margen del río. Invocando el nombre de Yahveh, batió con él en las aguas y he ahí "que las aguas se dividieron de un lado y de otro, y Eliseo atravesó el río". Y los hijos de los profetas, los discípulos que habían quedado en el margen izquierdo del río, en la llanura de Jericó, "lo vieron a la distancia y dijeron: 'El espíritu de Elías reposa sobre Eliseo!'; vinieron a su encuentro y se postraron delante de él".
Incrédulos, a pesar de lo que habían visto con sus propios ojos, los cincuenta discípulos dudaron que Elías hubiera sido llevado al cielo para siempre. A pesar de las objeciones de Eliseo, lo buscaron por tres días, sin éxito. Eliseo entonces habló: "No había dicho yo que no fuerais?"
Él sabía muy bien cuál era la verdad: El Dios de Israel había llevado a Elías para el cielo en un coche de fuego.
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