ZECHARIA SITCHIN. LIBRO 2º: LA ESCALERA AL CIELO. PARTE 11: LOS ANTEPASADOS INMORTALES. UN TAL ENOC 2/2


ByOskarele

El Libro Etíope de Enoc, (1 Enoc) describe no sólo los viajes al cielo sino también una vueltica que se dio por los cuatro confines de la Tierra. Así, mientras viajaba "para los confines norte de la Tierra", el patriarca avistó "un grande y glorioso artefacto", cuya naturaleza no es descrita, y en ese lugar, así como en los confines este de la Tierra, vio "tres portales del cielo dentro del cielo", a través de los cuáles soplaban granizo y nieve, frío y helada." De ahí fui para los confines sur de la Tierra" y allá, por los portales del cielo, salían el rocío y la lluvia. Enseguida, Enoc fue a ver los portales occidentales, a través de los cuales pasaban las estrellas siguiendo su curso. Sin embargo, los principales misterios y secretos del pasado y futuro sólo fueron revelados la Enoc cuando él llegó "por la mitad de la Tierra" y para el este y oeste de ese punto. El "medio de la Tierra" era el lugar del futuro Templo Sagrado de Jerusalén.

En su viaje para el este de ese lugar, Enoc llegó al Árbol del Conocimiento y, hacia el oeste, le fue mostrado el Árbol de la Vida. En la jornada para el este, Enoc pasó por montañas y desiertos, vio cursos de agua saliendo de picos rocosos cubiertos de nieve y hielo ("agua que no corre") y más árboles perfumados. Siguiendo cada vez más para el este, se encontró sobre las montañas que rodean el mar de Eritreo (mar Rojo y el mar de Arabia) y, prosiguiendo, pasó por Zotrel, el ángel que guardaba la entrada del paraíso, y entró en el Jardín de la Virtud. Allá, entre muchos árboles magníficos, avistó el Árbol del Conocimiento. Era alto como un pino, con hojas parecidas a la de la alfarrobeira y frutos como los rizos de una vid. El ángel que acompañaba a Enoc confirmó que aquél era exactamente el árbol cuyo fruto Adán y Eva habían comido antes de que fueran expulsos del Jardín del Edén.

En su viaje para el oeste, Enoc llegó la "una cadena de montañas de fuego, que ardían día y noche". Más además, llegó a un lugar cercado por seis montañas separadas por "ravinas arduas y profundas". Una séptima montaña se elevaba entre ellas "pareciendo un trono, toda cercada de árboles aromáticos; entre ellas había uno cuyo perfume yo jamás hube sentido... y sus frutos eran como los dátiles de una palmera". El ángel que acompañaba Enoc explicó que la montaña del medio era el trono "donde el Gran Santo, el Señor de la Gloria, el Rey Eterno irá a sentarse cuando viniera a la Tierra". Y acerca del árbol, cuyos frutos parecían dátiles, dijo: “Cuanto al árbol perfumado, ningún mortal tiene permiso de tocarlo hasta el Gran Juicio...Sus frutos serán alimento para los electos... Su aroma estará en sus huesos Y ellos tendrán vida larga en la Tierra”.

Fue durante esos viajes que Enoc vio "que los ángeles recibían largos cordones, que cogían sus alas y que partían para el norte". Cuando preguntó lo que estaba aconteciendo, el ángel acompañante habló: "Ellos partieron para medir... traerán las medidas de los justos para los justos y las cuerdas de los justos para los justos... todas esas medidas revelarán los secretos de la Tierra".

Terminado el viaje a todos los lugares secretos de la Tierra, llegó la hora de partir al cielo.

Y, como otros harían después de él, fue llevado para una "montaña cuya cumbre alcanzaba el cielo" y para un País de las Tinieblas. “Y yo vi la cámara de los luminares, los tesoros de las estrellas y del trueno en las grandes profundidades, donde había un arco y flechas flamantes con su aljaba, una espada flamante y todos los rayos.”

Continuando enfrente, el patriarca llegó a la Casa de Fuego: “Entré hasta aproximarme a una pared hecha de cristales y cercada de lenguas de fuego, lo que me causó miedo…El techo parecía el camino de las estrellas y de los rayos… Entré en esa casa y ella era caliente como el fuego y fría como el hielo...Miré hacia dentro de ella y vi un imponente trono. Parecía de cristal y sus ruedas eran como el sol brillante”

Después fue llevado hacia lo alto y pudo ver toda la Tierra: "las desembocaduras de todos los ríos de la Tierra... todos los marcos de frontera de la Tierra... y los vientos cargando las nubes". Subiendo más “Vi los vientos del cielo que giran y traen la circunferencia del Sol y de todas las Estrellas”. Siguiendo "los caminos de los ángeles", Enoc llegó a un punto del "firmamento del cielo arriba", desde el cuál pudo ver "el fin de la Tierra".

Desde aquel lugar consiguió avistar la expansión de los cielos y "siete estrellas como grandes montañas centelleantes", "siete montañas de magníficas piedras". Cuando pidió una explicación al ángel que lo transportaba, oyó: "Allá los cielos fueron completados... es el fin del cielo y de la Tierra, una prisión para las estrellas y huestes del cielo".

Continuando el relato sobre su viaje a los cielos, Enoc dice: "Proseguí hasta donde las cosas eran caóticas y allá vi algo terrible". Lo que lo impresionó fueron "estrellas del cielo amarradas unas a las otras". El ángel explicó: "Son las estrellas del cielo que transgredieron el mandamiento del Señor y están presas aquí hasta que pasen 10 mil años”.

El patriarca entonces concluye su historia: "Y yo, Enoc, solo vi la visión, el fin de todas las cosas, y ningún hombre los verá como yo". Después de recibir todo tipo de sabiduría en el reino celestial, él fue devuelto a la Tierra para transmitir esas enseñanzas a los otros hombres. Por un periodo de tiempo no especificado, "Enoc permaneció escondido y ningún hijo de hombre sabía donde él vivía o lo que había sido de él". Sin embargo, cuando el diluvio se aproximaba, Enoc escribió sus enseñanzas y aconsejó a su bisnieto Noé ser virtuoso y digno de salvación.

Cumplida esa obligación, el patriarca una vez más "fue elevado de entre aquellos que habitaban la Tierra. Él fue cargado para lo alto en la Carroza de los Espíritus y desapareció entre ellos".

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