EL CAMINO HACIA NOSOTROS. LA EDAD DEL HIELO, PARTE 3. JAMES CROLL, EL CONSERJE QUE DIO EN LA TECLA

ByOskarele

En los años sesenta del siglo XIX comenzaron a aparecer en las revistas y publicaciones científicas de Inglaterra artículos sobre hidrostática, electricidad y otras movidas científicas firmados por un tal James Croll, de la Universidad Anderson, de Glasgow.

Uno de estos artículos, publicado en 1864 en la “Philosophical Magazine”, trataba de cómo las variaciones en la órbita de la Tierra alrededor del sol podrían haber provocado las eras glaciales.

Inmediatamente se le dio un enorme valor al estudio, tanto por su nivel académico, como porque su autor, Croll, no era profesor de aquella universidad citada, sino SU CONSERJE…

Croll nació en 1821, en el seno de una humilde familia escocesa, por lo que solo pudo estudiar hasta los trece años, obligado a trabajar para tirar pa’lante de la familia. Así se empleó en una gran variedad de tareas: carpintero, vendedor de seguros, encargado de un hotel de templanza (en los que no se permiten bebidas alcohólicas…) hasta que en 1859 consiguió el puesto de conserje en la Universidad de Anderson (ahora “Strathclyde University”), en Glasgow, con lo que tuvo acceso a libros que le permitieron desarrollar sus ideas.

Croll logró convencer a su hermano para que hiciera gran parte de su trabajo, mientras él se pasaba las noches en silencio, en la biblioteca de la universidad aprendiendo física, matemáticas, mecánica, astronomía, hidrostática y las otras ciencias en boga en la época… y poco a poco comenzó a escribir sus articulillos, en los que se empezó a centrar, sobre todo, en los movimientos de la Tierra y sus repercusiones en el clima.

Croll fue el primero en plantear que los cambios cíclicos en la órbita de la Tierra, de elíptica a casi circular y a elíptica de nuevo, podrían explicar la aparición y la desaparición (repliegue es el termino correcto…) de las eras glaciales. Su idea era que las disminuciones invernales de la luz solar favorecerían la acumulación de la nieve, y aventuró la idea de que la capa de hielo amplifica los efectos de las variaciones solares. Sugirió que cuando la excentricidad orbital es alta, los siguientes inviernos tenderán a ser más fríos cuando la tierra está más lejana del sol, y por lo tanto, que durante períodos de alta excentricidad orbital, ocurren las glaciaciones.

Gracias a la persuasiva teoría de Croll, empezó a aceptarse en Inglaterra la idea de que, en un periodo lejano, muchas partes de la Tierra habían estado cubiertas de hielo.


Como reconocimiento le fue concedido un empleo en el Servicio Geológico de Escocia y se le honró nombrándole miembro de la Real Sociedad de Londres y de la Academia de Ciencias de Nueva York.

Pero su teoría, así como las de Agassiz, acabaron siendo rechazadas e ignoradas.

En el caso de Croll, porque sus cálculos indicaban que la Edad del Hielo más reciente se había producido hace 80.000 años, mientras que había pruebas concluyentes de que nuestro planeta había sufrido algún tipo de perturbación espectacular en fechas más recientes.

Sin embargo, la idea básica de las variaciones orbitales influyendo en las temperaturas terrestres debido a las variaciones de la insolación fue desarrollada más a fondo por Milutin Milankovitch, un profesor serbio que no tenían antecedentes como especialista en movimientos celestes, pero que, a principios de 1900 se dio cuenta de que el problema de la teoría de Croll no era que fuese falsa, sino que era demasiado simple.

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