ByOskarele
En 1926, Murnau, tentado por el gran Hollywood, decide probar suerte e iniciar una nueva época, siendo contratado por la 20th Century Fox. Y la verdad es que empezó con muy buen pie, realizando una de sus mejores películas y una de las grandes obras maestras de la historia del cine. Se trata de la genial “Sunrise” (Amanecer), de 1927, genial película realista, en la que los protagonistas no tienen nombre.
“Amanecer” cuenta la historia de un campesino de un pequeño pueblo rural que es engatusado por una veraneante de ciudad que le convence de que asesine a su esposa, ahogándola en el lago, simulando un accidente, para vender la granja e irse con la pasta conseguida a la ciudad. El campesino invita a su mujer a dar un paseo en barca por el lago para cumplir con el plan, pero el azar interviene, pues aparece una fuerte tormenta que provoca la desaparición de la mujer y… ya no puedo contar más.
La película es una obra maestra bellísima, con un guion portentosamente trasladado a imágenes poéticas (Es la adaptación de 'Pasaporte a Tilsit', una novela romántica de dudosa calidad, pero de gran tirón popular, que contenía un palmario y algo inocente elogio del matrimonio), con unas excelentes interpretaciones (especialmente destaca la actuación de Janet Gaynor, en el papel de la sufrida esposa) y una genial retrato psicológico de las distintas personalidades, con gran cantidad de simbolismo y dualismo constante (la mujer y la amante, el campo y la ciudad, el día y la noche,... ), lo que facilita comprender las dudas y desequilibrios de los personajes, pero que tiene el contrapunto de alimentar el mensaje moralizante al ser enormemente fácil comparar (y equiparar) esos dualismos al dualismo por antonomasia: el bien y el mal.
El espectador actual puede quedarse con esta simpleza en el argumento (la superficie) y no fijarse en la estupenda caracterización psicológica y posterior desarrollo de los personajes (lo interno).
En fin, un ejemplo impresionante del avanzado nivel que el lenguaje cinematográfico tenía ya, en el crepúsculo del cine mudo.
Murnau, incluso, quiso estrenar la película sin ningún intertítulo, ya que la obra no los necesitaba.
Una imagen vale más que mil palabras…
Murnau vio recompensado su excelente trabajo con un Oscar a la Mejor Calidad Artística, el más importante de los que se entregaban en la ceremonia. Janet Gaynor y los directores de fotografía Charles Rosher y Karl Struss también obtuvieron su merecido reconocimiento por la academia.
La llegada del cine sonoro, en 1928, supuso un abandono momentáneo de su carrera tras los fracasos de “City Girl” de 1928, otro drama intimista en el que un joven campesino es enviado por su padre para realizar trámites en la ciudad, conociendo allí a una joven que, abrumada por las condiciones de trabajo y en razón de las galantes atenciones del joven, termina casándose precipitadamente con él, tras una relación de sólo dos días. La joven es bien recibida por la madre pero choca con los prejuicios del padre, verdadero amo del hogar y la vida de la nueva pareja se transforma en un calvario, y “Four Devils”, de 1930, un drama circense, que se encuentra incompleto.
Ambas fracasaron, así que Murnau decide tomarse un tiempo, emprendiendo un viaje por el sur del Pacífico, donde rodará su última película y su última obra maestra…
“Tabú”, de 1930, fue una producción propia iniciada junto al documentalista Robert J. Flaherty, del que pronto hablaremos. Flaherty deseaba glorificar la vida tradicional de los indígenas enfrentados al acoso de la civilización occidental. Murnau, por su parte deseaba rodar una película romántica que enfatizase el exotismo y la belleza de los paisajes e indígenas.
Comenzó siendo un proyecto codirigido por Murnau y Flaherty, que ya había rodado dos películas anteriores ambientadas en los Mares del Sur: “Moana” (1926), rodada en Samoa, y “Sombras blancas de los Mares del Sur”, en Tahití, donde se rodó también “Tabú”. Flaherty, sin embargo, se retiró de la producción por no estar de acuerdo con las exigencias de la productora, la Paramount, que pretendía que la película fuese protagonizada por estrellas de Hollywood.
La historia cuenta los amores de dos jóvenes de la isla de Bora–Bora que se enamoran y piensan casarse, pero los sacerdotes deciden que la muchacha tiene que consagrarse a los dioses y es tabú para los hombres. Los amantes huyen de la isla, los sacerdotes alcanzan la canoa, cogen a la chica y el muchacho… hasta aquí puedo contar.
“Tabú” aparece ante el espectador como la fusión más coherente y admirable entre naturalismo y romanticismo que el Arte haya producido. Una aparente superficie documental y un lejano seguimiento es, básicamente, todo cuanto el film debe a la figura de Flaherty. El resto se encamina hacia la disertación entre el mito y lo humano, la realidad y lo onírico, el amor y el destino, temas más que recurrentes a lo largo de la filmografía de Murnau y que, aquí, llegan a su máxima expresión de madurez. No tiene nada que ver con el cine alemán anterior, pues está rodada en exteriores (Murnau rodó en escenarios prohibidos para el hombre blanco, y, dicen, que le echaron una maldición que se, lamentablemente, se cumplió)
Murnau no vivió para ver el estreno de su último film.
Falleció en un accidente de tráfico en Santa Bárbara, California, el 11 de Marzo de 1931.
En aquel coche viajaban el director, tres amigos, un pastor alemán y un muchacho filipino de 14 años que Murnau se había traído del Pacífico tras el rodaje de "Tabú". No se sabe exactamente qué pasó en aquel coche, pero la homosexualidad de Murnau y su popularidad fueron pólvora suficiente para que estallaran como fuegos artificiales los más variados rumores. El más extendido asegura que en una gasolinera el muchacho filipino, que se llamaba García Stevenson, tomó los mandos del vehículo y pisó el acelerador hasta el fondo para complacer a su jefe y amante, que decidió hacerle una felación al muchacho mientras conducía... Lo cierto es que el pastor alemán, los amigos y el muchacho salvaron la vida.
Murnau quedó en su asiento con el cráneo destrozado y el día siguiente expiró en la camilla de un hospital. (Más info aquí: http://lizhamilton.blogspot.com/2006/10/rumores-y-visibilidad-fw-murnau-y-yo.html)
Fue enterrado en el cementerio Südwest en Stahnsdorf, cerca de Berlín. Solo acudieron al funeral 11 personas. Entre ellas Robert Flaherty, Emil Jannings, Greta Garbo y Fritz Lang, que pronunció el discurso de despedida.
Lang dijo algo así: "Dentro de muchos siglos todo el mundo sabrá que hoy nos ha dejado un pionero en la cúspide de su carrera, un hombre a quien el cine le debe su carácter fundamental, artística y técnicamente... Que todos los creadores sinceros tomen a este hombre como su ejemplo... Aloha oe Murnau".
Lo peor es que murió cuando acaba de firmar un contrato de cuatro películas con la Warner… cuatro películas que jamás veremos… una pena.
Para seguir viendo ir a youtube y buscar segunda parte...
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Que bien quedan estos posts en el blog, pudiendo abundar en las fotos! Genial!
ResponderEliminarCineclasicajazz
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