ByOskarele
Y entoncés llegó “Nosferatu”, en 1922, una adaptación libre de la novela “Drácula”, de Bram Stoker, de la que intentaron comprar los derechos, sin éxito. Así que se hizo esa versión libre, en la que el conde Drácula es sustituido por el conde Orlock, pero no tan libre como para que los herederos de Stoker no se mosqueasen e intentasen impedir que esta película se estrenase. Se estrenó, pero Sin embargo, la viuda de Stoker demandó la película por infracción de derechos de autor y ganó el juicio. El tribunal ordenó que se destruyeran todas las copias, pero, gracias a dios, un reducido número de copias ya había sido distribuido por todo el mundo y permanecieron escondidas por particulares hasta la muerte de la viuda de Bram Stoker.
La verdad es que le echó un rostro enorme Murnau, pues la historia es exactamente igual, y si no, comprueben: Thomas Hutter es un empleado de una compañía inmobiliaria en Wismark, Alemania, que vive tranquilamente con su esposa. Un día su jefe, Knock, recibe una extraña carta escrita con símbolos que reconoce como del Conde Orlock, quien desea comprar una casa en Wismark. Knock envía a Hutter a los Cárpatos para concretar con el Conde Orlok la venta de la casa. Hutter deja a su esposa Ellen en casa de su amigo Harding y se embarca.
Cerca de su destino, Hutter se hospeda en una posada en la cual menciona que se dirige a ver al Conde Orlok. Todos los presentes se aterran de sólo escuchar el nombre del Conde y tratan de convencerlo de no ir. Al día siguiente parte hacia el castillo. Un cochero contratado lo lleva hasta el bosque que rodea el castillo, pero se niega a cruzar el puente que cruza hacia este. Al rato, un cochero misterioso se identifica como cochero del Conde. Éste lo lleva a una velocidad naturalmente imposible. En el castillo es recibido por el Conde Orlok quien le invita una cena, pero mientras Hutter come, éste se dedica a leer la carta de parte de Knock. En un momento, Hutter se corta el dedo y Orlok trata de chuparle la sangre, pero es detenido por el crucifijo que portaba en el cuello. Hutter se queda finalmente dormido y al despertar amanece con dos heridas en el cuello que atribuye a los mosquitos.
A la noche siguiente concreta la firma de los documentos legales para la transacción de la casa. Hutter empieza a sospechar que Orlok es un vampiro. A la mañana siguiente, Hutter explora el castillo y descubre la cripta donde Orlok duerme en un ataúd durante el día. Paralizado por el miedo, logra llegar a su cuarto donde observa, por la ventana, que se están llevando los ataúdes y que en el último va el Conde Orlok. Finalmente, se descuelga por una ventana, pero cae herido. Durante el viaje a Wismark, el barco en que Orlok viaja es invadido por ratas que salen de los ataúdes y sus tripulantes mueren misteriosamente. Por otro lado, Hutter se encuentra en un hospital, del cual trata de escapar para avisar a los pobladores de Wismark acerca de la amenaza que les acecha.
En Wismark, la llegada del vampiro causa una plaga de ratas que causa la muerte de sus pobladores. Hutter también llega y se reúne con su esposa. Ella lee el libro sobre vampiros, a pesar de la negativa de su esposo, y aprende que para matar al vampiro una mujer de corazón puro debe entregarse voluntariamente antes de que cante el gallo. Finalmente, Nosferatu se dirige hacia ella, quien se entrega voluntariamente a él precisamente cuando el gallo inicia su canto. Nosferatu muere en una nube de polvo y con él, la plaga.
Así que, pueden llamarle Conde Orlock, pero se trata de nuestro querido Conde Drácula…
Murnau tuvo la suerte de que el personaje no había sido tratado nunca antes en el cine, así que pudo dar rienda suelta a su imaginación para concebir un ser de pesadilla condenado a no morir. Así se inventó una iconografía que nada tendrá que ver con las versiones posteriores del libro: no es un elegante señor con capa, si no un monstruo, con el rostro deforme, garras de animales, colmillos y las ojeras.
Un ser verdaderamente terrible.
Desde un punto de vista estético, “Nosferatu” no es una película 100% expresionista: A diferencia de los delirios arquitectónicos y la atmósfera onírica de “El gabinete del Dr. Caligari” en esta peli hay un abundante uso de exteriores. Los decorados no son, en absoluto, recargados. Al contrario: casi podemos calificarlos de ascéticos. Eso sí, Murnau le da al film una innegable aura pictórica, inspirada en las obras de Franz Marc, Alfred Kubin y Kaspar David Fiedrich, entre otros. Crea una atmósfera realista que se torna inquietante y tétrica y, en este sentido, el film se caracteriza por su tendencia naturalista, algo totalmente contrario a los cánones del discurso expresionista.
La película muestra un contenido simbólico importante: básicamente, la eterna lucha del bien contra el mal. El inconmensurable amor que se profesan Ellen y Hutter contrasta con la soledad y maldad del vampiro. El matrimonio es joven, vital y físicamente bello, en contraste con el aspecto repulsivo, enfermizo y demacrado de Nosferatu, el portador de la muerte que lleva la plaga hasta Bremen. Las casas son totalmente opuestas: la casa del matrimonio es luminosa, está repleta de flores e impregnada de felicidad. El castillo del vampiro es lóbrego y ruinoso.
Pero hay otros matices simbólicos en la obra: funciona como una metáfora de la lucha de clases, pues, tenemos por un lado al Conde, representante de la aristocracia más y a Knock, patrón de Hutter y prototipo del burgués avaro y mezquino. Frente a ellos saldrá victoriosa la clase proletaria gracias a su capacidad de sacrificio.
Hay quien ha querido hacer una lectura, recordando la homosexualidad de Murnau, misógina de la peli: De acuerdo con esta interpretación, Nosferatu se siente atraído por Hutter, al que muerde y succiona la sangre en varias ocasiones, y desarrolla un sentimiento misógino y destructivo hacia Ellen, de la que tiene que deshacerse para emparejarse con Hutter…
Y por supuesto esta la obvia lectura ocultista, y en eso tienen mucho que ver el director artístico Albin Grau y el guionista Heinrich Galeen. El primero es un tipo extrañísimo, un pintor y decorador del que apenas se conoce nada antes de la peli, del que se dice que fue el autentico impulsor de la película y que fue miembro de la sociedad esotérica Ordo Templo Orientis, inspirada en las enseñanzas de los templarios, y particularmente, en las del ocultista y vividor británico Aleister Crowley. Heinrich Galeen, el guionista, perteneció a una sociedad de inspiración rosacruz y tuvo contactos con la Golden Dawn.
Con relación a este tema, hay una escena llamativa al comienzo de la cinta. Cuando Knock le encomienda a Hutter la gestión de los asuntos del conde, sostiene una carta plegada, remitida por el vampiro. No permite que el joven la vea en ningún momento y sólo la lee cuando se encuentra alejado o cubriéndola con su cuerpo. Cuando puede verse, muestra por ambos lados del papel una serie de signos que no pertenecen a ningún alfabeto. Estos signos parecen estar tomados del texto rosacruz “Ritual de la muerte egipcia”.
Además, Grau decora con símbolos y parafernalia ocultista el estudio del profesor Bulwer y las páginas ilustradas de El libro de los vampiros.
Y llegamos al misterio más curioso de la película: ¿Existió Max Schreck? ¿Fue él quien interpretó el papel de Nosferatu? Aunque parezca una chorrada, siempre se ha dicho que no existió tal actor, llegando a atribuirse la interpretación a Murnau, al guionista Hans Rameau –amigo y amante de Murnau–, al mismísimo Bela Lugosi e incluso a un auténtico vampiro...
La idea de un vampiro real en la cinta, según cuenta otra película, genial, por cierto, “La sombra del vampiro” (2000), de E. Elias Merhige, es descabellada incluso si nos tomamos en serio el mito. No en vano, todos sabemos que los vampiros no pueden ser registrados por ninguna cámara...Bromas aparte, la cuestión del actor que dio vida a Nosferatu ya está resuelta. Max Schreck tuvo una existencia real. Nació en Berlín en 1879 y perteneció a la compañía teatral de Max Reinhardt. Trabajó continuamente en la escena teatral y cinematográfica hasta su muerte en 1936.
Al margen de tales curiosidades, Murnau construyó una obra de belleza exuberante, con una evidente inspiración pictórica. Excedió los cánones del expresionismo y creó una parábola sobre el enfrentamiento de potencias arquetípicas opuestas: bien contra mal, enfermedad frente a vitalidad y sacrificio frente a depredación.
Buen cine contra basura…
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