LA FIESTA, ENTENDIDA COMO ACTO RITUAL


Perpetrado por Oskarele

“Un exceso permitido, ordenado incluso, una violación solemne de una prohibición”… Sigmund Freud, el padre del psicoanálisis, dio esta impactante definición de lo que él consideraba que era una “fiesta” (entendida social o comunitariamente, no como algo privado o domestico).

Una fiesta viene a ser una reunión de personas con el objetivo de celebrar un acontecimiento o, simplemente divertirse. Por lo general, una fiesta suele acompañarse de comida y bebida, y a menudo también de música y baile. En general se permiten los excesos, tanto de alimentos como de sustancias psicoactivas. Las fiestas pueden ser privadas o públicas, comunitarias, locales o nacionales.

Por otro lado…

Toda sociedad está sometida a reglas, tanto morales, como legales y religiosas.

Todas nuestras acciones, y la de prácticamente todos los pueblos de la Tierra, de hoy y de siempre, han sido controladas por sistemas de reglas sociales.

Pero, curiosamente, todas las sociedades, han creado, además, una “válvulas” para liberar la presión social que crean las reglas, para liberar el deseo y los instintos más primarios y para permitir la transgresión e incluso la inversión de las reglas sociales, como decía Freud, teniendo en cuenta que este periodo de ruptura es temporal y luego todo vuelve a su cauce.

Estas válvulas de escape social serían las fiestas.


Diversas teorías antropológicas han analizado este tema, coincidiendo en esta función de la fiesta como liberador de la tensión social, aunque unos enfatizan en el marco ritual que engloba los excesos y otros en el mismo desenfreno y su posible ilimitación.

Por lo general se considera que la fiesta atestiguaría la validez de las normas de la vida corriente mediante una brusca alteración de la misma, siempre y cuando este ritualizada y no sea una explosión colectiva ante algún contexto especial. La fiesta simbolizaría una especie de retorno al caos original, al desorden, considerado en muchas sociedades como fuente de regeneración.

Mediante la transgresión se aceptaría la norma, pues no siempre se puede estar de fiesta. Sería la excepción que confirma la regla.

Otros, en cambio, consideran que la fiesta solo es posible si se excluye todo ritual. Solo funcionaría como válvula de escape social si rompe de manera violenta con lo cotidiano, con lo establecido, y sería más efectiva si surge repentinamente, por casualidad.

Desde esta perspectiva la fiesta tradicional reguladora y compensadora seria más bien una “contrafiesta”.


Pero tales conceptos son algo discutibles, porque se asientan en parte sobre una confusión entre rito, regla y represión.

No todo rito es regla, ni es represión.

Es evidente que las fiestas ritualizadas son efectivas en la función social que venimos planteando, como reguladoras de la tensión a la que se someten los individuos ante las normas y reglas sociales.

Sin duda, debido a que las sociedades han ido cambiando, las prohibiciones culturales han perdido parte de su fuerza coactiva, por lo que la transgresión resulta más difícil de circunscribir y de perpetrar. Pero, aun así, en la actualidad, en las sociedades industrializadas, la fiesta sigue cumpliendo un importante rol social y sigue teniendo una importante vertiente ritual.


Las fiestas sociales comunitarias, obviamente han cambiado. Por un lado, en lo que se refiere al sentido se ha pasado de la fiesta ritualizada y sacralizada a la fiesta profana, aunque también, en muchos casos ritualizada, y más o menos integrada en la vida cotidiana.

Por otro lado, las fiestas antiguas eran periodos de varios días, con su momento determinado y su estilo propio. Hoy tienden a ser algo así como estallidos, ya que son breves, centradas en una atracción o figura, como pueden ser los bailes, los banquetes, las galas, las recepciones…


Por otro lado se ha extendido el concepto de fiesta como forma de consumo de sustancias psicoactivas, práctica que siempre ha sido común en las fiestas (ya sea alcohol, hachís o ayahuasca), pero que ha perdido el sentido ritual. Antes el consumo de drogas era parte de la fiesta, ahora es el porqué de la fiesta.

No obstante, hay muchísimas fiestas tradicionales que conservan un elevado grado de ritualidad, como es el caso de la Navidad (con un acento familiar, centrado especialmente en la infancia), el Año Nuevo  o la Noche de San Juan (con un acento mucho mas profano, publico y transgresor),  la Pascua o la Acción de Gracias de los yanquis (una fiesta gozosa y reconciliación), o, incluso fiestas tristes, pero curiosamente bastante transgresoras, como Halloween o El día de los Muertos mexicano, que a la vez tienen su versión triste en España, con el Día de todos los santos y difuntos.

A un nivel local o regional las fiestas también conmemoran un santo patrón, un acontecimiento histórico importante o un personaje celebre local, y en todos los casos el componente ritual es importante, con sus procesiones, sus celebraciones y fiestas.

Bueno, entonces ¿Nos vamos de fiesta?

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