QUID PRO QUO. LAS ORACIONES


Perpetrado por Oskarele

Un acompañante esencial de todos estos actos rituales de comunicación e interacción con la divinidad, de los que hemos hablado en artículos anteriores (ofrendas, sacrificios), es la oración, que consiste, básicamente, en una invocación de carácter colectivo o privado para alcanzar, directa o indirectamente, la protección de la divinidad, y, más global y simbólicamente, entrar en relación con ella.

“Súplica, deprecación, ruego que se hace a Dios o a los santos. Elevación de la mente a Dios para alabarlo o pedirle mercedes”, dice el RAE que significa el vocablo “oración” ( http://buscon.rae.es/draeI/SrvltConsulta?TIPO_BUS=3&LEMA=ORACION), entre otras cosas.

El término proviene del latín “oratio, -onis”, que viene a significar “discurso”. Esto deja muy claro una característica esencial de esta movida: es una expresión oral, que se expresa con el lenguaje, ya sea verbal o mental, aunque, generalmente va acompañada de gestos, expresiones y/o bailes.

Pueden estar dirigidas tanto a un dios determinado y concreto (“padre nuestro, que estas en los cielos, ten piedad de nosotros”), o puede ser una petición indirecta, por ejemplo, cuando uno se dirige a un poder misterioso, vago, innominado, al más allá, a lo oculto, o también cuando se recurre a la intercesión de un intermediario, por ejemplo, la Virgen y los santos, en el cristianismo (“Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén”)

Por otro lado puede tener una intención positiva, en el sentido de implorar a la divinidad para que conceda un deseo (cuando el cazador bosquimano reza a sus dioses para que vengan los animales) o con una intención defensiva, para apartar un mal o una desgracia de uno mismo o de sus allegados (“no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal. Tuyo es el reino, el poder y la gloria por siempre Señor. Amén”).

Pero también puede ser simplemente un cantico para alabar a la divinidad: “Jesusito de mi vida, tu eres niño como yo, por eso te quiero tanto,
y te doy mi corazón (BIS)”.

O un acto de agradecimiento posterior a un supuesto bien recibido.

También hay que decir que las oraciones pueden ser colectivas o privadas: lo más frecuente es que los rituales de oración tengan un carácter colectivo, como es el caso de las plegarias públicas en duelos o desgracias que afectan a una comunidad (hambre, guerra, azotes diversos de la naturaleza). Los modos de expresión de las oraciones varían según sean públicas o privadas, oscilando desde una forma ostentosa a formas más discretas, incluso, secretas. En el primer caso, las oraciones públicas, sobresalen las prácticas gestuales y vocales, con imploraciones, lamentaciones, genuflexiones o prosternaciones. El mejor ejemplo es la típica misa de los telepredicadores americanos. En el caso de las oraciones privadas o individuales se da un proceso de interiorización y espiritualización, una especie de intercambio confidencial entre el individuo y su divinidad (o lo que sea…)

Las religiones suelen otorgar validez a la mera repetición de unas palabras, que eleven el pensamiento hacia Dios, que pueden ser incluso en un idioma que el orante no entiende (las llamadas lenguas sagradas: sánscrito, hebreo, griego, latín, árabe...), o conceptos difíciles de entender en el propio idioma. En la religiosidad popular, son las propias palabras las que tienen el poder curativo o la eficacia religiosa de que se trate.

En las sociedades laicas, la oración se mantiene, aunque no esta ritualizada de un modo explicito. Sin embargo aparece de una forma latente, en ciertas ceremonias, tanto públicas como privadas. Además, en la esfera domestica, muchos adultos no practicantes de una religión, en el momento de una tribulación o algún mal rollo, recuperan la actitud y las palabras de las antiguas oraciones de nuestra infancia, lógicamente en los casos en los que se ha recibido una educación religiosa, pero que luego no se ha mantenido una creencia y una práctica habitual, aunque, incluso, los que no han recibido una formación religiosa pueden espetar una oración vana.

Por último, se podría considerar un tipo de oración a la meditación de las religiones orientales, dejando claro que no siempre oración significa “rezo”. En la meditación se produce un proceso de interiorización, más o menos místico, más o menos simbólico, en el que se pretende encontrar y comunicarse con la divinidad mediante un estado alterado de la conciencia.

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