LAS MANOS LIBRES


Perpetrado por Oskarele

Igual os parece una tontería, pero ¿Por qué Lucy, el Niño de Teung y todos estos antepasados de los Australopithecus, decidieron bajar de los árboles y salir del bosque? Hay diferentes propuestas, pero probablemente es porque no tenían otra elección y todo se debió a causas provocadas por la tectónica de placas…

El lento afloramiento del istmo de Panamá cortó el flujo de aguas desde el Pacifica al Atlántico, desviando las corrientes cálidas del Ártico y haciendo que se iniciase un periodo glacial extremadamente intenso en las latitudes septentrionales.

Esto en África produjo una sequia y un frio estacional que habrían ido convirtiendo poco a poco la selva en sabana.

Así que, más que abandonar los bosques, los bosques los abandonaron a ellos.

Pero claro, salir del bosque y de los arboles dejó también mucho más expuestos a aquellos animalicos.

Con la recién ganada posición erguida podían ver mejor, pero también se les podía ver mejor a ellos. Pero habían ganado una ventaja: tenían las manos libres…

El bipedismo es una estrategia exigente y arriesgada. En algún momento del remoto pasado, hace entre 7 y 8 millones de años, se produjeron una serie de modificaciones físicas en nuestro antepasados que le permitieron dejar de moverse como los chimpancés (apoyando las cuatro extremidades), comenzando a andar sobre las patas traseras.

El principal cambio se produjo en la pelvis, que se convirtió en un instrumento capaz de soportar toda la carga del cuerpo.

Pero además se produjeron otras modificaciones esenciales: tenían pies como los nuestros, cuyos dedos no podían doblarse para coger objetos o agarrarse, pero que les venían de muerte para correr, saltar, dar patadas y, sobre todo, permanecer de pie.

La principal ventaja, de muchas otras, fue que las manos quedaron libres.


Mientras las manos tenían que hacer el trabajo de los pies, quedaba menguada la capacidad de desarrollar habilidad con las mismas. Pero una vez liberadas de ese arduo trabajo, los primeros homínidos comenzaron a desarrollar asombrosamente las manos, su única ventaja en un ambiente absolutamente hostil.

Pero ¿Por qué era una ventaja?

Porque pudieron comenzar a fabricar y transportar herramientas, con las que podrían satisfacer sus necesidades cotidianas.

Esto también explica porque desarrollaron muchísimo más las manos que el cerebro: los animales no necesitan cerebros grandes para fabricar herramientas.

La prueba está en que hasta los insectos las emplean: una avispa llamada Amophila urnaria aplana los laterales de su nido con una piedrecita sujeta entre las mandíbulas. Diversas especies de pájaros emplean piedras para romper la cascara dura de los huevos.

Pero, curiosamente, los animales de mayor tamaño, con cerebros mayores y que dependen más del aprendizaje que del instinto, usan menos las herramientas. Pocos mamíferos de la selva las usan.

Precisamente los que si lo hacen son los grandes simios y los monos, que emplean piedras, ramas, frutos y otras cosas para repeler a un enemigo, o piedras para machacar las cascaras, o palos para coger hormigas.

Los chimpancés, los mas diestros del reino animal junto a nosotros en el empleo de herramientas, hacen incluso esponjas para recoger agua de los huecos de los arboles (con un puñado de hojas masticadas).


Así que no es de extrañar que aquellos extraños seres que hace 7 millones de años desafiaron a la gravedad y comenzaron a andar erguidos sobre dos piernas, lo hicieran para desarrollar sus manos, con el objetivo final de crear y utilizar mejores herramientas.

Técnicamente se podría decir que la posición vertical modificó la relación coste-beneficio de recoger, transportar y utilizar herramientas para realizar tareas que con el cuerpo no podían realizar. Así que nuestros antepasados, seguramente, eran capaces de utilizar mogollón de útiles (piedras, palos, huesos rotos, frutos…) para una gran cantidad de funciones.

La prueba definitiva de esto es que el desarrollo de ambas cosas (el empleo de herramientas y la posición erguida) se desarrollaron al unísono: cuanto más dependían los Australopithecus y demás de los útiles, mayor se fue haciendo la diferencia entre los pies  y las manos.

El objetivo final de la liberación de las manos para poder ser más eficientes con las herramientas era poder consumir alimentos nutritivos del suelo (en vez de en los arboles de los que se habían bajado). Conforme esta dieta (formada en su mayor parte por hormigas y demás insectos y pequeños animalicos) sustituía a la de los frutos de los arboles, la selección natural debió favorecer a los individuos mejor adaptados.

Además, de vez en cuando, algún grupillo de Australopithecus armados con palos en busca de hormigas, se encontrarían con algún pequeño animal (una cría de gacela o antílope, por ejemplo), y se darían cuenta que entre todos, y con los palos, lo podrían cazar.

Por otro lado, también es posible que se encontrasen con algún animal muerto de mayor tamaño, y seguramente no se cortaron en comérselo.

Sea como sea, por esta época, y desde el momento en el que bajamos de los arboles, comenzamos a comer carne, una fuente riquísima de proteínas en un ambiente absolutamente hostil, aunque, en un principio en un porcentaje mucho inferior a los alimentos de origen vegetal.

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