LA RIQUEZA DEL SER. PARTE 3. TAXONOMÍA

ByOskarele

La taxonomía se describe a veces como una ciencia y otras veces como un arte, pero en realidad es un campo de batalla. Se puede definir como la ciencia de la clasificación, generalmente relacionada con la biología. Las normas que regulan la creación de los diferentes sistemas taxonómicos son en parte convencionales y arbitrarias, dependiendo de quién las haya creado.

Ese es el principal motivo por el que ha habido, incluso hoy en día hay, un gran desorden en el sistema.

Tomemos como ejemplo la categoría del Filum, la división que describe los planos corporales básicos de los organismos. Hay unos cuantos bastante bien conocidos: los moluscos (como las almejas o los caracoles), los artrópodos (insectos y crustáceos) o los cordados (tu, yo y el resto de humanos y animales con espina dorsal). A partir de estos tres entramos en la dimensión desconocida de la oscuridad: tenemos un montón de especies de animales con una gran variedad de filum, hasta el punto que unos autores hablan de unos 30 en total, otros de unos 20 e incluso alguno aventura que son 89. Depende, básicamente, de donde quieras hacer la división.

En la Whiskypedia tenéis algo más de información sobre los filums:  http://es.wikipedia.org/wiki/Filum.

Lo cierto es que, incluso, a un nivel más cotidiano, las posibilidades de discrepancia son aún mayores. El que una especie de mala yerba se llame Aegilops incurva, Aegilops incurvata o Aegilops ovata, puede ser una cuestión que produzca sucesivos orgasmos mentales en los botánicos, pero para el resto de los comunes no deja de ser una inmensa gilipollez. O no. 

La verdad es que es necesario clasificar y organizar nuestros conocimientos sobre el mundo que nos rodea para poder comprenderlo mejor. El problema es que es muy difícil, porque el mundo es extremadamente grande, complicado y rico en vida y diversidad. Así, por ejemplo, hay más de 5.000 especies de hierbas que, en general, suelen ser bastante parecidas entre ellas, incluso para gente que entiende de hierbas.

Por eso no es raro que una misma especia aparezca con diferentes nombres. Y por eso existen diferentes organizaciones y asociaciones científicas encargadas de actualizar y revisar los trabajos taxonómicos. Y cada dos por tres surgen disputas sobre si un animal tiene que ir allí o allá y cosas así.

En consecuencia: no tenemos ni puta idea, con perdón, del número de seres vivos que viven en esta Tierra nuestra. Las estimaciones oscilan entre los tres millones de especies y los doscientos millones, un margen tan grande que es ridículo. Más sorprendente aun es que, según indican algunos científicos, nos falta por descubrir el 97% de las especies vegetales y animales del mundo…

De los organismos vivos que conocemos, aproximadamente 1.400.000 especies, más del 99% esta solo esquemáticamente descrito con un nombre rimbombante en latín, unos cuantos especímenes en un museo y algunas definiciones básicas. El problema sigue siendo que no hay acuerdo entre los propios estudiosos: por ejemplo, en el caso de las lombrices hay quien habla de 4.000 especies, con total seguridad, mientras que otros hablan de 12.000, con la misma seguridad. Y estamos hablando de lombrices.

Es cierto que no es fácil. 

Por ejemplo, a principios de los sesenta, Colin Groves, biólogo australiano, inició un estudio sistemático sobre las más de 250 especies conocidas en aquel entonces de primates. Resultó que en muchas ocasiones  la misma especie había sido descrita más de una vez. Tardó más de cuatro décadas en desenmarañar el lio. Y eso que era un grupo bastante pequeño, comparado, por ejemplo, con las lombrices o con las más de 40.000 especies de escarabajos…

En 2.001, en un intento de situar las cosas en la edad moderna, Kevin Kelly, cofundador de la revista Wired, puso en marcha un proyecto denominado “All species foundation”, con el objetivo de hallar y registrar en una base de datos todos los organismos vivos. Pero es algo tremendamente complicado. (Más info aquí: http://axxon.com.ar/not/112/c-112InfoCatalogotodos.htm) 

Y no es fácil, sobre todo, porque hay muchísima variedad de vida ahí afuera.