EPIMÉNIDES DE CNOSOS, LA PARADOJA DE LOS CRETENSES


ByOskarele

Este autor es conocido, sobre todo por dos cosas: por su famosa paradoja y por qué se dice que vivió 154, 167 o incluso 298 años, según diferentes autores. Además se dice que durmió durante 57 años en una cueva, despertando con la virtud de poder adivinar el futuro. Vamos, todo un personaje digno de estudio. Vamos a ello:

Como suele ser habitual, desconocemos gran parte de los datos biográficos de este señor. Como siempre, una fuente básica para poder ubicar la vida de los filósofos griegos es nuestro amigo Diógenes Laercio, que menciona que era cretense (de la isla de Creta), exactamente de Cnosos, “aunque no lo parecía por ir con el pelo largo”…

Diógenes nos cuenta una curiosa historia: “Enviólo una vez su padre a un campo suyo con una oveja y, desviándose del camino, a la hora del mediodía se entró en una cueva y durmió allí por espacio de 57 años. Despertado después de este tiempo buscó la oveja, creyendo haber dormido sólo un rato, pero, no hallándola, se volvió al campo; y como lo viese todo de otro aspecto y aun el campo en poder de otro, maravillado en extremo, se fue a la ciudad. Quiso entrar en su casa y, preguntándole quién era, halló a su hermano menor, entonces ya viejo, el cual supo de su boca toda la verdad. Conocido por esto de toda Grecia, lo tuvieron todos por muy amado de los dioses.”. No es para menos.


Esta fabula la cuentan también Plinio, aunque menciona un hecho curioso: “Dicen que siendo muchacho, cansado del camino y calor, se entró en una cueva, donde durmió 57 años; y que después le causó grande admiración la mudanza que halló en las cosas, creyendo que se había despertado al día siguiente. Después en solo 57 días se hizo viejo; pero prolongó su vida hasta los 157 años.” (Plinio, libro VII, cap. III). Plutarco y Varrón también mencionan esta historia, aunque dicen que “solo” durmió 40 años.

Lo que sí sabemos es que pasó bastante tiempo en Creta, durante el siglo VI, aunque desconocemos la fecha exacta de su nacimiento. Parece ser vivía en Creta en la época en la que Solón gozaba de gran prestigio en Atenas (hay que recordar que Solón vivió entre el 638 y el 558 a. C.), y que se dedicaba a la poesía y al culto de los dioses, por los que se sentía una profunda devoción.  Además, desde aquel episodio de la cueva, profetizaba cosas, sobre todo asuntos militares.

Diógenes dice que “recibía la comida de manos de las ninfas y que la guardaba en una uña de buey: que la iba tomando de allí poco a poco, de manera que no necesitaba excrementar, y que jamás hubo quien lo viese comer. Hace también memoria de él Timeo en su segunda. Dicen algunos que los cretenses le ofrecieron sacrificios como a un Dios.

Por aquello años Atenas estaba pasando una mala época: un tal Megacles hizo pasar a cuchillo a todos los partidarios de Solón, sin ni siquiera perdonar a los que se habían refugiado en los templos, creando el terror en la antigua polis. Esta matanza parece ser que además provocó un brote de peste, que afligió aun más a los atenienses. Los oráculos dijeron que la ciudad estaba siendo víctima de una maldición, y recomendaron que Epimenides fuese llamado, dada la fama que tenía ya en aquel entonces de profeta y de aliado de los dioses.

Y nuestro protagonista fue a Atenas, ya al final de su vida. Acompañado de un montón de ovejas negras y blancas, a las que llevó al Areópago para soltarlas en libertad, aunque mandó que las siguiesen y que se inmolase cada una en honor de una divinidad diferente, en el primer sitio donde parasen. Las órdenes fueron rigurosamente observadas y parece ser con éxito, pues las enfermedades y los malos rollos desaparecieron.

En Atenas parece ser que entabló una gran amistad con Solón, contribuyendo además al establecimiento de sus leyes y acostumbrando al pueblo a que hiciesen oración y celebrasen sacrificios para congratularse con los dioses. Hay quien dice que fue el primero en fundar templos en Atenas, pero eso, claramente, no es cierto. Además ayudó a que se hermanasen las ciudades de Atenas y Cnosos.

Posteriormente volvió a Creta, donde poco después murió. Así nos comenta Diógenes el hecho: “Murió al poco de volver a su casa, a la edad de 157 años según dice Flegón en el libro “De los que vivieron mucho”. Los cretenses dicen que murió a los 299 años, pero Jenófanes Colofón afirma haber oído decir que 154.”

Hay quien dice que cuando falleció, al descubrir su piel de ropajes, se dieron cuenta de que estaba tatuada con extrañas inscripciones que parecían letras. Esto parece ser que provoco cierta contrariedad, porque los tatuajes eran asociados normalmente a los esclavos. En realidad esto se debe a que muchos de estos esclavos procedían de Asia central, donde el tatuaje se asocia a menudo con las religiones chamánicas de la zona y con la iniciación en esas prácticas. ¿Seria posible que Epiménides hubiese sido iniciado en algún tipo de religión de este tipo? Eso igual explicaría algunas cosas.

(Aquí tenéis algo de info sobre la influencia de estas religiones en Grecia)

Lo cierto es que su piel fue preservada en Esparta, considerada como portadora de suerte.

Divino o no, chamán iniciado o mero farsante, es famoso por algo conocido como “La paradoja de Epiménides”. Esta no dice otra cosa que esto: “Yo, un cretense, digo: todos los cretenses son unos mentirosos”.  Esto era un quebradero de cabeza, aunque no lo parezca (parece ser que a Aristóteles se volvió loco por resolverla).

En esta paradoja aparenta contradecirse a sí mismo (por eso es una paradoja). Si todos los cretenses son mentirosos, y él lo era, esta afirmación es falsa, luego, no todos los cretenses son mentirosos, lo que nos lleva a que igual Epiménides no era un mentiroso, aun siendo cretense, por lo que igual la afirmación si era verdadera… y vuelta a empezar.

Esto parece una chorrada, y posiblemente no es más que un juego. En esta página de Wikipedia algún listo se ha currado un proceso lógico para intentar desentrañar el misterio, echadle un ojico a ver qué tal.

Algunos siglos después todavía se recordaría esta frase del cretense, y Pablo de Tarso, el que convirtió una secta judía en religión universal, escribió en una carta a Tito, uno de los primeros cristianos no circuncidados, la siguiente advertencia sobre los cretenses:

“Uno de ellos, profeta suyo, dijo: Los cretenses son siempre mentirosos, malas bestias, vientres perezosos” Tito, 1 12

Mas info y fuentes aquí, aquí, aquíy aquí Whiskypedia

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