ByOskarele
Empezaste siendo una sola célula. Una célula que al ratico se dividió en dos, y poco después, estas dos en cuatro y así, tras 42 duplicaciones justas, tienes 10.000 billones de células y estás listo para emanar como un ser humano. Tus células han hecho una asociación que denominas “yo”, que no es más que una comunidad de vecinos, con sus dimes y diretes, con sus rencillas y problemas, pero también con amoríos y pasiones.
Somos asociaciones de células.
Cada una sabe perfectamente que hacer para preservar esta unión que llamas “yo”. Además, no tienes forma de esconderles nada. Saben más de ti que tú mismo.
Cada una lleva una copia de tu código genético completo. Algo así como el manual de instrucciones de un mueble del IKEA. Además, cada una sabe lo que tiene que hacer y lo que tienen que hacer todas las demás. Jamás tendrás que preocuparte porque tus células vigilen sus niveles de adenosín trifosfato…
Cada célula es una especie de milagro. Hasta la más simple supera con creces toda la inventiva humana.
En realidad eres un pequeño estado con 10.000 billones de ciudadanos, dedicados cada uno de ellos a su bienestar. E, indirectamente, al tuyo. Tú tienes que estar bien para que ellas sigan viviendo.
Lo hacen todo por ti: te permiten estar de pie, leer este texto, ayudarte a asimilar, digerir y excretar lo que comes, te permiten que tengas ese pelo tan bonico, te permiten sentir placer y dolor.
Incluso mueren por ti. Todos los días. A millones.
Y seguro que nunca les has dado las gracias.
Así que vamos a dedicarles nuestro más sentido homenaje y un par de articulicos.
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