ASOCIACIONES DE CELULAS. PARTE 2. GRACIAS, CELULAS, POR ESTAR AHÍ. PARTE 2
ByOskarele
Sabemos bastante poco acerca de como las células hacen las cosas que hacen (como se libran de la grasa o fabrican insulina o realizan mogollón de actos que son necesarios para que sigas vivito y coleando), pero en realidad solo sabemos un poco. Por ejemplo: en tu interior tienes como 200.000 tipos diferentes de proteínas trabajando laboriosamente dentro de ti, con ahínco, y hasta ahora solo entendemos aproximadamente un 2% de lo que hacen (hay quien sitúa la cifra en el 50%. Parece ser que depende de lo que se quiera decir con "entender")
Cuando hablamos de células, las sorpresas son legión.
Por ejemplo, en la naturaleza, el óxido nítrico es una toxina temible y uno de los componentes más comunes de la contaminación atmosférica. Por eso la sorpresa de los científicos fue enorme cuando descubrieron a mediados de los ochenta que las células humanas lo producían con ganas, sin que se supiese en un por qué. Más tarde los estudiosos se dieron cuenta de que aparecía por todas partes: controla el flujo sanguíneo y los niveles de energía de las células, ataca con tesón a los canceres y otros patógenos, regulan el sentido del olfato... incluso ayuda a que el pene se ponga erecto...
Esto incluso explicaba porque la nitroglicerina, que se suele emplear para hacer dinamita y matar personas, alivia la dolencia cardiaca llamada angina: la nitroglicerina se convierte en oxido nítrico en el torrente sanguíneo, relaja las paredes musculares de los vasos y permite que la sangre fluya con más libertad,
Habría que empezar dejando claro que no todas las células son iguales. Según el bioquímico belga Christian de Duve, tenemos varios centenares de tipos de células, con enormes diferencias de forma, tamaño y, por supuesto, funciones, desde las células nerviosas, cuyos filamentos pueden extenderse más de un metro, a las células rojas de la sangre, pequeñas y en forma de disco, o las fotocélulas en forma de varillas que permiten que veas esto. Adoptan así una enorme variedad de tamaños, lo que es especialmente impresionante en el momento de la concepción, en el que un solo y esforzado espermatozoide se enfrenta a un gigantesco huevo 85.000 veces más grande que él (lo que relativiza bastante la idea de predominancia masculina)
Sin embargo, una célula humana tiene como media una anchura de 29 micras (unas dos centésimas de milímetro), lo que hacen que sean demasiado pequeñas para que puedas verlas. Pero son suficientemente grandes para contener en su interior miles de complicadísimas estructuras como las mitocondrias y millones y millones de moléculas de cosas químicas que necesitas para vivir.
También varían enormemente en cuanto a su vivacidad. Por ejemplo, las de la piel, están todas muertas: es desconcertante pensar que toda tu superficie visible está muerta. Un adulto de talla media anda por la vida arrastrando un par de kilos de piel muerta, de los que se desprenden cada día miles de millones de fragmentos.
Haz una prueba, recorre con tu dedo una estantería cubierta de polvo y estarás dibujando una línea formada, entre otros tipos de mierda, por piel muerta desprendida por ti y por los humanos cercanos...
La mayoría de tus células vivas rara vez duran más de un mes o así, aunque existen notables excepciones, como, por ejemplo, las células del hígado, que pueden vivir durante años, aunque sus componentes se renuevan cada pocos días, o las neuronas, las células cerebrales, que duran lo que dures tu: al nacer te dan unas 100.000 millones de células cerebrales y eso es todo lo que tendrás. No nacerán más. No podrás evitarlo. Morirán. Además a un ritmo perturbador de unas 500 cada hora. La buena noticia es que sus componentes individuales también se renuevan constantemente, como sucede con las células hepáticas antes mencionadas, por lo que ninguna parte de ellas es probable que tenga más de un mes de vida.
Se dice que no hay ni un solo pedacito de cualquiera de nosotros, los humanos, ni tan siquiera una sola molécula pérdida, que formase parte de nosotros hace nueve años. Igual no nos da esa sensación cuando nos miramos en un espejo, pero a nivel celular somos todos unos niñatos.
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