LA ESCALERA AL CIELO. PARTE 35 Y ULTIMA: PARALELO 30, NORTE… Y LA MIRADA DE LA ESFINGE

ByOskarele

Sabemos, por los textos astronómicos sumerios, que el firmamento de la Tierra fue dividido en tres sectores o "vías": una franja norte (la vía de Enlil), una franja sur (la vía de Ea/Enki) y la franja céntrica (la vía de Anu). Y todo indica que, según Sitchin, esas líneas eran los paralelos 30 norte y sur. Y, curiosamente, las ciudades sagradas de las cuatro regiones citadas por los textos sumerios quedaban en el paralelo 30… ¿Será esto mera coincidencia?

Los textos sumerios cuentan que, "cuando la monarquía descendió del Cielo", después del diluvio, "ella estaba en Eridu", que quedaba en el paralelo 30 norte (más o menos, lo más cercano que permitían las marismas). Y, a pesar de que el centro administrativo había cambiado de ciudad, Eridu continuó siendo siempre una ciudad sagrada.


La capital secular de la segunda región (el área del Nilo) varió de lugar, pero Heliópolis siempre se mantuvo como una ciudad sagrada. Los “Textos de las Pirámides” reconocen sus vínculos con otros lugares santos y llaman a los antiguos dioses "Señores de los Santuarios Dobles" (esos santuarios tenían nombres intrigantes y posiblemente pre-egipcios de Per-Neter "Lugar de la Llegada de los Guardianes" y Per-Ur "Lugar de Llegada de los Antiguos")

Heliópolis también quedaba situada en el paralelo 30, lo más próximo que podía por el área pantanosa del delta del Nilo.

La Tercera Región, la que comprende la civilización del valle del Indo, tenía su capital situada en el litoral del océano índico. Sin embargo, la ciudad sagrada, Harapa, quedaba a centenares de kilómetros al norte… exactamente sobre el paralelo 30.

La movida del paralelo 30 parece haber continuado a lo largo de los milenios. Alrededor de 600 a.C., los reyes persas resolvieron construir una ciudad "sagrada para todas las naciones" y escogieron para su localización un área remota y deshabitada. Allí se levantó Persépolis (Ciudad de los Persas). Las ruinas de esa ciudad sagrada aún hoy causan gran admiración. Sin embargo, nadie vivía allí. El rey y su séquito
sólo iban a ese lugar especial para conmemorar la entrada del Año Nuevo, en el equinoccio de primavera.

Y esa ciudad sagrada quedaba situada en el paralelo 30.

Nadie sabe cuando fue fundada Lhasa, la ciudad sagrada del budismo, situada en el Tíbet. Sin embargo, de nuevo, se localizaba en el paralelo 30…

¿Por qué esta movida del paralelo 30 norte?


Pues la solución nos lleva de nuevo a Egipto, exactamente a uno de los grandes enigmas de la antigüedad, la Gran Esfinge de Gizeh... una gigantesca escultura que representa un cuerpo de león con la cabeza de un hombre con un tocado real.

Pero ¿Quién la construyó? ¿Cuando? ¿Con que propósito?

Para Sitchin hay que partir de una idea indudable: la Esfinge mira hacia el este y la línea de su mirada sigue el paralelo 30…

En la Antigüedad, esa precisa alineación con “El Divino Paralelo” fue enfatizada por la construcción de una serie de estructuras que, saliendo de la Esfinge, se extendían en la dirección del Oriente, asentadas en un eje este-oeste


Cuando Napoleón y sus hombres llegaron a la Esfinge en el inicio del siglo XVIII, estaba prácticamente cubierta de arena y sólo se veía la cabeza y parte de los hombros. Fueron necesarias repetidas y sistemáticas excavaciones para que el monumento se revelase en toda su grandiosidad (73 metros de largo, 20 metros de altura) y forma completa, confirmando lo que los historiadores griegos vieron: una escultura colosal, hecha de un único bloque de piedra natural.

Y fue, precisamente, nuestro conocido capitán Caviglia, que más tarde sería expulsado de Gizeh por el coronel Vyse, el que, entre 1816-1818, dirigió las obras que revelaron no solamente el resto del cuerpo de la Esfinge, sino también los templos, santuarios, altares y estelas erigidos delante de ella, al limpiar el área delante del monumento. Descubrió así una plataforma con una anchura prácticamente igual a la de la Esfinge, pero que parecía tener su lado mayor apuntando hacia el este. Excavando 30 metros en esa dirección, llegó a una espectacular escalera de treinta escalones que terminaba en un nivel sobre el cual había unas ruinas que recordaban un púlpito. Fue descubierta, a unos doce metros de la primera escalera, otra, con trece escalones, elevando así el nivel de la estructura completa a la misma altura de la cabeza de la Esfinge.

En la parte más alta de ese conjunto, había una estructura cuya función era soportar dos columnas, situadas en tal posición que la mirada de la Esfinge pasaba exactamente entre ellas…

Los arqueólogos dicen que esas ruinas son de época romana. Sin embargo, como es bien sabido y vimos en el caso de Baalbek, griegos y romanos tenían el hábito de embellecer monumentos de otras eras y construir templos en lugares considerados sagrados por las poblaciones de las regiones que dominaban.


Como la Esfinge queda situada cerca del camino elevado que conduce a la Segunda Pirámide, los estudiosos pensaron que fue construida por Kefren y que, por lo tanto, debía retratarlo. Esa teoría, según Sitchin no es cierta, como demuestra, por ejemplo, la Estela del Inventario, que deja claro que la Esfinge ya estaba en Gizeh en la época de Keops, antecesor de Kefren. En la inscripción, se dice que mandó remover la arena que invadía la Esfinge - una afirmación que se repite en las inscripciones de otros faraones.

Pero, entonces ¿quién fue el faraón, anterior a Keops, que la esculpió, dándole al rostro su propia imagen? Para Sitchin la respuesta es obvia: no es el rostro de un faraón, si no de un dios, pues para él todo indica que no fueron mortales, si no dioses, los que esculpieron la Esfinge.

En la Estela del Inventario, Keops llamó a la Esfinge "Guardián del Éter, que guía los vientos con su mirada" y deja bien claro que era la imagen de un dios: “Esta figura del dios durará hasta la eternidad; Teniendo siempre su rostro vuelto hacia el este.”

Diversos investigadores han planteado que hubiese algún tipo de cámara secreta bajo la Esfinge, entre ellos el propio Caviglia o el Sr. Perring, el colega del coronel Vyse. Auguste Mariette, en 1853, compartía la opinión generalizada de que existía un compartimiento secreto en el interior del monumento o bajo él, motivada por los libros del historiador romano Plinio, que escribió que la Esfinge contenía la tumba de un gobernante llamado "Harmaquis" y por el hecho de que todos los antiguos dibujos la muestran asentada sobre una gran estructura de piedra.


Las inscripciones más antiguas parecen sugerir que existían dos cámaras secretas, tal vez accesibles por una entrada escondida bajo las patas de la escultura. Además de eso, un himno de la época de la 18ª. Dinastía revela que dos "cavernas" permitían que ella funcionara como un centro de comunicaciones… Según ese cántico, el dios Amen obtiene "percepción en el corazón, comando en los labios... cuando entra en las dos cavernas que están bajo sus pies". Entonces: “Un mensaje es enviado del cielo; Ella es oída en Heliópolis, Y repetida en Menfis por el Bello de Rostro. Ella forma parte de un despacho en la caligrafía de Thot, Que trata de la ciudad de Amen (Tebas)...”

En el tiempo de los faraones, se creía que la Esfinge, a pesar de ser esculpida en piedra, era capaz de oír y hablar.

En una larga inscripción grabada en una estela erigida entre las patas del monumento por Tutmésis IV y dedicada al Disco Alado, el rey cuenta que la Esfinge habló con él y le prometió un largo y próspero reinado si mandaba retirar la arena que le cubría las patas. "Soy tu ancestral Horem-Akhet, aquel creado de Ra-Aten", le dijo…

Está claro, según Sitchin, a partir de numerosos textos funerarios, que la Esfinge era considerada el Guía Sagrado que orientaba los fallecidos del "ayer" para el "mañana". La jornada del fallecido sólo se iniciaba cuando Hor-en-Akhet (la Esfinge) decía: "Puede pasar!"

De hecho, los Textos de las Pirámides se refieren a la Esfinge como "el gran dios que abre las puertas de la Tierra"

“Mi teoría es que los Portones del Cielo y de la Tierra –el espacio-puerto de los "dioses"- quedaba en el lugar donde la Línea de Jerusalén cortaba el paralelo 30. Esa intersección está en el interior de la llanura céntrica de la península del Sinaí… El hombre, por más sabio que pueda haber sido, no tuvo nada que ver con eso. Baalbek, las pirámides de Gizeh, el espaciopuerto (del Sinaí), todos fueron construidos sólo para los dioses. El hombre, sin embargo, buscando la inmortalidad, jamás dejó de seguir la mirada de la Esfinge.”

FIN DEL SEGUNDO LIBRO

PROXIMAMENTE, EL TERCERO, "LAS GUERRAS DE LOS DIOSES Y LOS HOMBRES"...

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