EL DECÁLOGO DE “LOS LUNAS”
Perpetrado por Oskarele
A unos 35 kilómetros de Alburquerque, en el condado de Valencia, en Nuevo México (USA), existe una pequeña localidad llamada “Los Lunas” (llamada así por la familia fundadora del pueblo, la familia “luna”). Allí cerca, a unos 20 kilómetros, se encontró, hacia 1880, una enorme roca con unas inscripciones absolutamente perturbadoras, que han sido interpretadas por algunos investigadores como una versión abreviada de los “Diez mandamientos” (de ahí el nombre de “decálogo”) en una forma primitiva del hebreo… vamos a ver qué hay de cierto en esto, si es que hay algo…
La roca es conocida como “La piedra del misterio” o “La piedra de Los Lunas”. Se trata de una gigantesca roca de más de 100 toneladas de peso. En la cara norte del pedrusco, sobre una superficie prácticamente plana, alguien, en algún momento de la antigüedad, grabó, tallando la piedra, nueve líneas, formadas por algo más de 200 caracteres.
Se ve que llevaba allí lo más grande de años, hasta que a finales del siglo XIX, el propietario del terreno, un tal Frank Huning, se percató de su existencia. Los comanches, nativos de la zona, le informaron que llevaba allí toda la vida, que no lo habían hecho ni ellos ni sus antepasados y que no entendían ni podían leer aquellos extraños símbolos.
La movida llega a los ambientes académicos universitarios gracias a un profesor de la Universidad de Nuevo México llamado Frank Cumming Hibben (1910-2002), que examinó la inscripción y aseguró que era muy antigua. Supuestamente fue conducido a la roca por alguien desconocido que le aseguró haberla encontrado cuando era un niño en torno a 1880. Tras “exhaustivos” estudios y análisis, Hibben quedó convencido de que se trata de una inscripción auténtica, realizada por antiguos judíos que llegaron hasta Nuevo México siglos antes de que lo hicieran los españoles…
El problema es que este señor no es del todo creíble (por ser algo suave), ya que es conocido por su afición a “decorar” los yacimientos arqueológicos a su acomodo: en los años cuarenta aseguró haber encontrado un depósito de artefactos pre-Clovis, una antigua cultura norteamericana, en Sandia Cave (en las montañas Sandia, Nuevo México, cerca de la zona en la que esta nuestra piedra protagonista). Propuso para aquellos objetos una antigüedad de 25.000 años, mucho mayor que el resto de culturas americanas conocidas. Parece ser que se unieron varios factores, principalmente que en aquella cueva se había producido una mezcla de depósitos, es decir, no estaba cronológicamente en orden. Pero otros estudiosos van más allá y plantean que es un fraude que cometió para justificar su teoría del antiguo pueblo “Sandia”, tipología que hoy en día es puesta en duda.
Muchos investigadores posteriores analizarían las extrañas inscripciones. En 1964, un juez de Alburquerque llamado Robert LaFollette llegó a la conclusión de que la mayoría de signos eran de origen fenicio, asignó a cada uno un valor fonético que dio como resultado un texto que se asemejaba mucho al dialecto original empleado por los indios navajo. Y propuso que se no contenía ningún texto religioso, sino la crónica puntual de un viaje épico realizado en tiempos precolombinos. Aquella interpretación, claro, chocó frontalmente contra algunos grupos de creyentes que ya habían sacralizado la polémica roca.
El Dr. Cyrus Gordon, profesor de Harvard, propuso que las inscripciones eran del siglo I d. C. y que se trataba de una escritura paleo-Canaanita o de "antigua" escritura Hebrea. Y de nuevo argumentó que era una versión reducida de los diez mandamientos.
Otros autores, en cambio, como el lingüista Barry Bell, proponen que la antigüedad de las inscripciones es dudosa, basándose en el aparente uso de puntación del hebreo moderno, así como en una serie de errores estilísticos y gramaticales. Otros, también escépticos, argumentan que fueron realizadas poco tiempo después de la llegada de los españoles a América por clérigos doctos en hebreo antiguo.
Nuestro compatriota J. J. Bénitez, que siempre se ha caracterizado por su credibilidad (sic), propuso, basándose en el estudio de unos tales “Moorehouese, Lidzbarski y Purvis”, que cita en un artículo en su web, la siguiente traducción: "Yo soy Yahvé tu Dios que te sacó de la tierra de Egipto, de la casa de la esclavitud.
No tiene que haber otros dioses ante mi presencia. No fabricarán ningún ídolo. No tomarás el nombre de Yahvé en vano. Recuerda el día del sábado y guárdalo como santo. Honra a tu padre y a tu madre para que tus días sean largos en la tierra que Yahvé tu Dios te ha dado. No matarás, no cometerás adulterio. No hurtarás. No darás falso testimonio en contra de tu vecino. No desearás la mujer de tu vecino, ni nada de lo que es suyo".
Sea como sea, lo cierto es que el pedrusco y el enigma siguen ahí, ya que la enorme roca de unas cien toneladas no se ha llevado a ningún museo ni laboratorio para ser estudiada. Además está muy deteriorada, más que nada porque muchos de los estudiosos repintaron los signos para poder hacerle mejores fotografías.
Si alguna vez pasáis por Nuevo México, pagando 25 pavos podréis contemplarla in situ…
Mas info y fuentes por aquí: http://en.wikipedia.org/wiki/Los_Lunas_Decalogue_Stone, aquí: http://en.wikipedia.org/wiki/Frank_Hibben, aquí: http://froggerenelmundo.blogspot.com/2010/04/el-decalogo-de-los-lunas.html, aquí: http://www.planetabenitez.com/prensa/piedramist.htm, aquí: http://www.clavesdeenoc.org/html/los_lunas.html, aquí: http://www.libreopinion.net/foros/showthread.php/1339-DESCUBRIERON-AMERICA-LOS-JUDIOS-ANTES-QUE-COLON y aquí: http://mx.answers.yahoo.com/question/index?qid=20080330131357AAjf4hL.
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