EL CINE EN RUSIA. PARTE 6. PUDOVKIN
Perpetrado por Oskarele
Estos dos directores que hemos comentado, Vertov y Kuleshov, si bien son importantes tanto por sus obras como por sus ideas sobre el cine, no serán los que eleven la cinematografía rusa a los altares del séptimo cielo. De ello se encargarán los dos que nos faltan, Eisenstein, del que hablaremos en el próximo artículo, y Pudovkin, del que os vamos a hablar ahora.
Vsévolod Ilariónovich Pudovkin nace en Penza en 1893. Como estaba estudiando Ingeniería, al estallido de la Primera Guerra Mundial no pudo evitar ir al frente, siendo capturado por los alemanes, que lo tuvieron retenido hasta el final de la contienda, en 1918, cuando regresa a Rusia. Siente, en un principio, una gran vocación por el teatro y menosprecia al cine ya que lo considera un arte menor. Este pensamiento cambiará radicalmente cuando vea el film de Griffith "Intolerancia", entonces se une al grupo de Lev Kuleshov, El Laboratorio, en 1922, donde hará de todo, desde escribir, a dirigir, además de actuar y editar películas.
Colaborará pues en todas las obras de Kuleshov hasta 1925, año en que deja el Laboratorio para montárselo por su cuenta, actuando y participando en “Neobychainye priklyucheniya mistera Vesta v strane bolshevikov” (Las extraordinarias aventuras de Mr. West en el país de los bolcheviques), de 1924 y en “Luch Smerti” (El rayo de la muerte), de 1925.
Debuta como director con el documental “Sachmatnaya goryachka “ (Fiebre del ajedrez), de 1925, sobre un torneo de ajedrez celebrado en Moscú, aunque con matices claramente cómicos. Al año siguiente, 1926, rodará “Mekanika golovnogo mozga” (La mecánica del cerebro), otro documental, esta vez de divulgación científica, analizando los estudios realizados por Iván Petróvich Pávlov, el de los perros, en el que se dedica a ilustrar el reflejo condicionado.
Y después vendrá su obra maestra, “Mat” (La Madre), en 1926, basada en la maravillosa novela de Maxim Gorki, en la que, gracias a la impresionante interpretación de la actriz Vera Baranovskaia, hizo algo novedoso, vigoroso y conmovedor: la escena donde la anciana madre, ganada por las ideas de su hijo, se deja matar a la cabeza de una manifestación con la bandera roja en las manos, merece ser citada como modelo de expresión cinematográfica y de lo que buen actor puede aportar a un autor que sepa cómo utilizarle. Se trata de algo realmente contracorriente, en una época en la que los directores de vanguardia veían con malos ojos el abuso de la interpretación de los actores, en su empeño por alejarse del teatro y de hacer las pelis lo más realistas posibles.
De hecho Pudovkin creía en el significado social de los personajes individuales. Una parte de sus estudios trataron el tema de la interpretación (el propio Pudovkin tuvo una importante carrera como actor) y sus diferencias entre la actuación en cine y en teatro. El cine, con su técnica, elimina los condicionantes que restan realismo a las representaciones teatrales. El gesto forzado y la declamación, que afectan el potencial naturalista del actor, son eliminados por la capacidad de aproximarse o seleccionar que tiene, como el ojo, el objetivo de la cámara. Así, proyectado en la pantalla, permite transmitir un mayor número de matices, más sutiles, que dotan al cine del realismo que tanto ansiaban los cineastas de la época.
Estas constantes se prolongarán en "Koniets Sankt-Peterburga" (El fin de San Petersburgo), de 1927, reconstrucción épica de la revolución de octubre de 1917, donde un personaje anónimo se ve transformado por los acontecimientos revolucionarios. Algo semejante a lo que le acontece al protagonista de su siguiente obra "Potomok Chingisjana" (Tempestad sobre Asia), de 1928, en la que cuenta cómo un traficante de pieles y descendiente de Gengis Khan subleva a los mongoles contra los las tropas colonialistas inglesas y cuyo simbólico final, nos muestra su gusto por las metáforas.
Estas tres obras, “La Madre”, “El fin de San Petersburgo” y “Tempestad sobre Asia” pueden ser (de hecho lo son) consideradas como una trilogía ya que están estrechamente relacionadas tanto en las motivaciones temáticas como en el estilo y el mensaje.
En el año 1928, con el advenimiento del cine sonoro, Pudovkin, Eisenstein y Alejandrov firmaron el Manifiesto del Sonido, en el cual las posibilidades del sonido son debatidas, y a veces incomprendido como un complemento de las imágenes. Estas ideas pudieron llevarse a cabo en sus próximas películas: “Prostoj sluchaj “ (La Vida es Bella), de 1932, o “Dezertir” (El Desertor) , de 1933, una historia centrada en los trabajadores alemanes de los astilleros que son oprimidos tanto por sus patrones capitalistas como por los gremialistas deshonestos y concebida como un nuevo avance de la relaciones solidarias ruso-germanas. Ambos trabajos que no tendrán la calidad de sus obras anteriores.
Al igual que otros directores soviéticos, complementó su actividad creativa con una importante producción de textos teóricos y programáticos sobre la estética y otros variados aspectos de la expresión cinematográfica. Se interesó de manera especial por el problema del montaje, de acuerdo con la tendencia de la escuela soviética de los años veinte, que lo consideraba uno de los elementos más específicos del lenguaje cinematográfico. También le preocupó el arte de la interpretación, debido a su experiencia directa como actor en varias películas. Entre los principales ensayos de Pudovkin destacan “El director y el material cinematográfico” (1926), “La escenografía” (1926) y “El actor en la película” (1934).
Con una interrupción debido a problemas de salud (por culpa de un grave accidente de coche), Pudovkin regresa al cine en el año 1938, con un ciclo de piezas históricas que no fueron tan exitosas como sus trabajos anteriores: “Pobeda” (Victoria), de 1938, en la que conmemora el vigésimo aniversario de la Revolución Rusa; “Minin y Pozharsky”, de 1939 y “Suvorov “ (General Suvorov), de 1941.
Con el final de la Segunda Guerra Mundial, bajo la crítica del Partido, regreso a la temática de sus primeras películas. Su último trabajo fue “Vozvraschenie Vasiliya Bortnikova “(El regreso de Vasili Bortnikov), de 1952.
Fallecería en 1953.
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