LEMURIA. PARTE 2. LOUIS JACOLLIOT Y LA LEMURIA DEL PACIFICO (MU)
Perpetrado por Oskarele
En 1874 (diez años después de que Sclater y Haeckel propusiesen la existencia del continente mítico al que llamaron Lemuria, de lo que hablamos en el artículo anterior), un abogado francés, Louis Jacolliot (1837-1890) que trabajó como juez en la India, aunque también fue escritor y conferenciante, publicó un extraño libro llamado “Histoire des vierges, les peuples et les continents disparus” (Historia de las vírgenes, personas y continentes desaparecidos), que posteriormente sería citado por nuestra siguiente protagonista, Helena Blavatsky, en su libro “La doctrina secreta”, como una de las fuentes de estudio sobre el tema de Lemuria.
Entre otras cosas, afirmaba que había unas “tablillas sánscritas” que contaban la historia de un continente (llamado “Rutas”) hundido en el océano Índico, aunque Jacolliot lo resitúa en el océano Pacifico y lo relaciona con el mito de Atlantis.
Planteaba, pues, que aquellas antiguas leyendas de la India decían que hace varios cientos de miles de años existía un continente inmenso que se hundió por convulsiones geológicas y “cuyos fragmentos pueden encontrarse en Madagascar, Ceilán, Sumatra, Java, Borneo y las islas principales de la Polinesia.”
“Las altas mesetas del Indostán y Asia, según esta hipótesis, sólo habrían sido, en aquellas lejanas épocas, grandes islas contiguas al continente central…”.
Este continente habría alcanzado un alto grado de civilización, que fue heredada por los habitantes de la península India. Los pueblos de aquel mítico lugar eran llamados “Rutas” y de su lenguaje surgió, según Jacolliot, el sanscrito.
Ahora bien ¿Tendrá que ver esto algo con la antigua leyenda de la Atlántida que recoge Platón en sus diálogos y de las que hablamos anteriormente?
Según Jacolliot, la cultura griega procede también de aquellas mentes preclaras que fueron a la India tras el hundimiento del continente. Sin desechar la idea de que hubiese también una gran masa de tierra hundida en el océano atlántico (“cuyos vestigios pueden encontrarse en las islas volcánicas y la superficie montañosa de las Azores, las Canarias y las islas de Cabo Verde”), propone que es posible que la leyenda de la Atlántida sea un eco lejano de aquellas leyendas indias.
Jacolliot propone una ancestral creencia religiosa, común a los habitantes de la Polinesia y a los de la zona del Indo, que afirma que “todas estas islas formaron una vez dos países inmensos, habitados por hombres amarillos y negros, que siempre estaban en guerra; y que los dioses, cansados de sus querellas, encargaron al Océano que los pacificara, y éste se tragó los dos continentes, y desde entonces ha sido imposible conseguir que devuelva a sus cautivos. Sólo las crestas de las montañas y las mesetas elevadas escaparon a la inundación, por el poder de los dioses, que percibieron demasiado tarde el error que habían cometido”.
Con esta base, Jacolliot llega a la siguiente conclusión: “Sea lo que sea que pueda haber en esas tradiciones, y sea cual sea el lugar donde una civilización más antigua que la Roma, Grecia o Egipto e India se desarrollaran, es seguro que esta civilización existió, y es de gran importancia para la ciencia recuperar sus restos, por débiles y fugitivos que puedan ser.”
La conclusión final del autor, que visitó personalmente todas las islas de la Polinesia, que dedicó años al estudio de la religión, lenguaje y tradiciones de casi todos los pueblos, es la siguiente: “En cuanto al continente polinesio que desapareció en el tiempo de los últimos cataclismos geológicos, su existencia se funda en tales pruebas, ante las que, para ser lógicos, no podemos seguir dudando… Las tres cimas de este continente, las islas Sandwich, Nueva Zelanda y la Isla de Pascua, distan unas de otras de mil quinientas a mil ochocientas leguas, y los grupos de islas intermedias, Viti (Fidji), Samoa, Tonga, Futuna, Ouvea, las Marquesas, Tahití, Pomotu, las Gambier, se hallan distantes de estos puntos extremos de setecientas u ochocientas a mil leguas…
…Todos los navegantes están de acuerdo en decir que los grupos extremo y central no han podido jamás comunicarse, en vista de su posición geográfica actual, con los medios insuficientes de que disponían. Es físicamente imposible cruzar semejantes distancias en una piragua… sin una brújula, y viajar meses sin provisiones…
…Por otra parte, los aborígenes de las islas Sandwich, de Viti, de Nueva Zelanda, de los grupos centrales, de Samoa, Tahití, etc., jamás se habían conocido; nunca habían oído hablar unos de otros, antes de la llegada de los europeos. Y sin embargo, cada pueblo de éstos sostenía que su isla había formado parte en un tiempo de una inmensa extensión de tierra, que se extendía al Occidente hacia el lado de Asia. Y todos ellos se vio que hablaban la misma lengua, que tenían los mismos usos y costumbres, la misma creencia religiosa. Y todos a la pregunta: “¿Dónde está la cuna de vuestra raza?”, por toda respuesta, extendían su mano hacia el sol poniente…”
Posteriormente, Jacolliot derivó sus investigaciones hacia otro tema que algún día trataremos, la existencia de una civilización oculta en el interior de la Tierra (la famosa leyenda de Agartha o la Tierra Hueca), tema que plantea en su obra de 1884 "La ciencia oculta de India", donde revela detalles acerca de un reino subterráneo heredero de la sabiduría de esa civilización olvidada, y cita algunos relatos específicos de la antigua India, como el "Agrouchada Pariskshai" que habla de un paraíso subterráneo que existe desde “tiempos anteriores a nuestra era”.
Mas info y fuentes por aquí: http://es.wikipedia.org/wiki/Louis_Jacolliot, aquí: http://www.pastichesdumas.com/pages/Auteurs/Jacolliot.html, aquí: http://www.sacred-texts.com/eso/osi/index.htm. Citas extraidas de “La Doctrina Secreta” de Mme. Blavatsky
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