UN PLANETA SOLITARIO Y HOSTIL, PARTE 1, UNDER THE SEA
No es fácil ser un ser vivo. Nuestros conocimientos actuales nos indican que solo existe, por ahora, un lugar en el universo, llamado “Tierra”, en el que se desarrollan los seres vivos. Pero tampoco este planeta entero es bueno para la vida.
En realidad toda la vida que conocemos vive en una franja de 20 kilometros, desde la fosa oceánica mas honda hasta la cumbre más alta. Para los humanos es aun más chunga la cosa: pertenecemos a la valiente comunidad de seres que hace cuatrocientos millones de años salieron del mar, para vivir en Tierra y respirar oxigeno. Algunos estudios indican que nada menos que el 99.5% por ciento del espacio habitable esta fuera de nuestro alcance.
No solo es que no podemos respirar en el agua, sino que no podemos soportar la presión. El agua pesa 1.300 veces más que el aire, lo que hace que la presión aumente rápidamente cuando desciendes en el mar. La máxima profundidad a la que un humano ha llegado en el mar, sin ayuda y viviendo luego para contarlo, fue una hazaña realizada en 1992 por un italiano llamado Umberto Pelizzari.
Otros organismos si lo consiguen: en el punto más profundo del océano, La Fosa de las Marianas, a 11.3 kilometros de profundidad, la presión es de 1.120 kilometros por centímetro cuadrado. Pero allí vive una familia llamada “Los Anfípodos”, un tipo de crustáceo similar a una gamba pero transparente. Y viven allí divinamente.
Pero nosotros no podemos soportar la presión del agua en el océano ¿Sabéis porque? Como también nosotros estamos hechos principalmente de agua, y el agua es casi incomprimible, el cuerpo se mantiene a la presión del agua que lo rodea y no es aplastado en las profundidades. El problema lo crean los gases del interior del cuerpo, sobre todo de los pulmones. Estos si se comprimen. En los tiempos de los trajes de buzo (aquellos que estaban conectados a la superficie por largos tubos), a veces, se experimentaba el fenómeno llamado “el apretón”. Esto ocurría cuando fallaban las bombas de la superficie, lo que provocaba una perdida catastrófica de presión en el traje. El aire salía de el con tal violencia que el desventurado buzo quedaba prácticamente aspirado en el casco y el tubo.
El autentico terror de las inmersiones es la enfermedad del buzo. Al someter al cuerpo humano a cantidades enormes de presión, el nitrógeno que tenemos en los pulmones (que respiramos) se transforma en pequeñas burbujas que pasan a la sangre y a los tejidos. Si la presión cambia muy rápido, las burbujas atrapadas empezaran a bullir (como lo hacen las de una botella de coca cola al agitarla), atascando pequeños vasos sanguíneos, y provocando un dolor enorme… Esto solo se puede evitar haciendo muy breves las exposiciones a los cambios de presión o ascender en cuidadosas etapas
Muchas de estas cosas las sabemos por los Haldane: John Scott Haldane sénior y junior, personajes excéntricos donde los haya. Aldous Huxley (el genial novelista nieto de T. H. Huxley), que vivió durante un tiempo con ellos, parodio de forma implacable a John Haldane Sénior en el personaje del científico Edward Tantamount de su novela “Contrapunto”.
Lo que aporto este hombre, y su hijo, al submarinismo fue determinar los intervalos de descanso necesarios para efectuar una ascensión segura, aunque sus intereses científicos incluían el mal de altura o las crisis cardiacas de las regiones desérticas o los efectos de los gases tóxicos en el cuerpo humano.
El hijo fue también un eminente científico, hasta el punto de que Huxley emplearía sus ideas sobre manipulación genética de los seres humanos como base para la trama de “Un mundo feliz”. Desempeño un papel clave en la fusión de los principios de Darwin de la evolución con la genética de Mendel, cuyo resultado es conocido entre los genetistas como “La síntesis moderna”.
El joven Haldane se consagro a la tarea de salvar a submarinistas y buceadores, creando y diseñando artilugios que permitiesen descensos profundos, cada vez más profundos. Cuenta una anécdota que, ante un error en un experimento que dejo con el tímpano perforado a algunos de los sujetos del experimento, Haldane dijo: “El tímpano en general se cura. Y si queda algún orificio, aunque uno se quede un poco sordo, siempre puede expulsar el humo del tabaco por el oído en cuestión, lo que constituye un éxito social”
Haldane investigo especialmente la intoxicación por nitrógeno. A profundidades superiores a los treinta metros, el nitrógeno se convierte en un poderoso embriagante, produciendo extraños cambios de humor y de carácter. El mismo comentaba los efectos: “oscilo entre la depresión y el entusiasmo, rogando en un momento que le descomprimiese porque se sentía muy mal y echándose a reír en el momento siguiente, intentando estorbar a su colega que estaba haciendo una prueba de habilidad”. La causa de la embriaguez sigue siendo un misterio.
Lo cierto es que si no se tiene suficiente cuidado, es fácil que uno tenga problemas cuando abandona el mundo de la superficie en el que vivimos.
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