Tras un tiempo retomamos este interesantísimo tema que teníamos algo abandonado. Continuamos la historia del Abad Saunière y su inesperada y repentina fortuna, y lo hacemos con los extraños acontecimientos que provocaron la muerte de dos sacerdotes vecinos y amigos de nuestro abad favorito.
Monseñor de Beausejour, el sucesor de Monseñor Billard al frente del obispado de Carcasonne, no era monárquico como este, sino que pertenecía a una nueva hornada de eclesiásticos que, siguiendo las recomendaciones del papa León XIII, van a intentar una reconciliación con la República.
Nada más entrar en el cargo se plantea poner en su sitio a los curas de Rennes-le-Chateau (Saunière), Rennes-Les-Bains (Henry Boudet) y Coustassa (Antoine Gélis), todos puestos a dedos por Billard y todos extremadamente monárquicos y antirrepublicanos.
Henry Boudet, el cura de Rennes-Les-Bains, del que hablamos en un artículo anterior, falleció el 30 de marzo de 1915 en Axat, su pueblo natal. Su salud era frágil y tenía un complicado cáncer intestinal, pero su trágico y angustioso final nos obliga a plantearnos algunas cuestiones: en primer lugar decir que falleció en medio de unos abominables dolores, acompañado de su criada y del cura del pueblo (curiosamente este era un antiguo secretario del nuevo obispo Beausejour), que tenía una especial animadversión hacia su colega Boudet por sus extrañas y heterodoxas opiniones.
La noche antes de morir, Boudet, recibió la visita de dos misteriosos señores a los que abrió la puerta la criada. Nunca los había visto, reconoció posteriormente esta. Compartieron la cena con el cura y seguidamente desaparecieron sin dejar rastro. Poco después comenzaron los terribles dolores que acabaron con su vida horas más tarde. Tras fallecer muy enterrado con mucha rapidez, supuestamente porque el cuerpo había comenzado a descomponerse muy pronto.
Antoine Gelis
Esto no sería nada extraño si no fuese por unos sucesos que ocurrieron unos años antes. El secretario del nuevo obispo fue asistente anteriormente de Monseñor Billard, el obispo anterior. El 29 de septiembre de 1891 este le encargo que llevase un sobre sellado a Antoine Gélis, cura de Coustassa. Cuando se lo entrego, este se encontraba reunido con Boudet y Saunière para meterse en el cuerpo una suculenta cena a la que fue convidado el secretario de Billard. Nunca se supo lo que contenía aquel sobre, pero los tres curas si parecían conocerlo porque no se preguntaron en ningún momento que era.
Saunière le dijo que le comentara al obispo su enorme agradecimiento por haber devuelto aquellos documentos y que le dijera que desde entonces estarían a buen recaudo. Más tarde anotaría en sus diarios que había tenido una reunión con los dos curas, sólo ocho días después del apunte que consigna el «descubrimiento de una tumba». Seis años después, en 1897, Antoine Gélis fue asesinado, exactamente en la noche de la víspera del Día de Todos los Santos. Fue un crimen horrible y sangriento, ya que el asesino lo mato con un atizador de la chimenea. Pero, curiosamente, se tomo su tiempo para colocar al abad en posición yacente, con los brazos cruzados sobre el pecho.
La investigación fue infructuosa.
Lo más curioso del caso es que no le robaron nada a Gélis. Este era un cura avaro y ahorrador. Guardaba su fortuna por todos los rincones de la casa (incluso tenía una lista con los escondites, que también tenía escondida). Los policías encontraron dicha lista y comprobaron que no faltaba ni un céntimo de su dinero… pero la casa si mostraba signos de haber sido registrada, además, todo parecía indicar que Gélis conocía a su asesino pues lo dejo entrar en la casa, como reconoció su criada durante las investigaciones.
En aquella época hubo un sospechoso detenido, el sobrino de Gélis, un vividor con problemas económicos, pero que finalmente fue absuelto al demostrar que no se encontraba en aquella zona. Además la criada dijo que no fue él quien visito al abad aquella noche.
En el asesinato de Gélis intervienen varios factores muy extraños. La lápida en el cementerio de Coustassa es la única que está orientada de cara a RLC (ver fotografia arriba), tanto así que resulta perfectamente visible desde la altura opuesta. En la tumba aparece el emblema de la rosa-cruz. Es curioso que en la escena del crimen se encontro esta extraña nota:
Y aunque el brutal asesinato de un párroco anciano y frágil conmovió a la población de toda la comarca, la diócesis dio muestras de desear que se diese carpetazo al asunto cuanto antes. Cuando Gérard de Sede intentó investigarlo a comienzos de los años sesenta, no encontró ningún registro del crimen en los archivos diocesanos de Carcasonne. No fue hasta 1975 cuando dos abogados reconstruyeron el suceso a partir de los archivos de la policía local y de los tribunales.
Algunos llegan al extremo de sugerir que Saunière tuvo que ver con el asesinato de Gélis, pero esto es pura especulación. No obstante, parece cierto que estaba ocurriendo algo siniestro con los curas de la región de Rennes-le-Chateau.
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