ByOskarele
Alexander Selkirk, nacido en 1676, fue un marinero escocés que estuvo durante cuatro años y cuatro meses como un náufrago en una isla desierta; es probable que sus viajes proporcionaran inspiración a Daniel Defoe para Robinson Crusoe.
Nace en una familia humilde escocesa, y tras tener problemas con las autoridades en la adolescencia, decide que el mar es el que le puede proporcionar un futuro y un sustento. Aunque no se hizo mercader, sino pirata. En 1703, en plena Guerra de Sucesión Española, Inglaterra contrata a cantidad de corsarios para dañar las líneas de suministro y comercio españolas. Selkirk estaba en el galeón “Cinque Ports”, perteneciente a la expedición liderada por el corsario William Dampier, con destino a tierras americanas, para luego dirigirse a los mares del sur, zona donde la tripulación contraería escorbuto, pereciendo más de 48 tripulantes.
Al llegar al archipiélago Juan Fernández (en el pacifico), donde consiguen reabastecerse, Selkirk comenzaría a protestar por el mal estado del barco (estaba en lo cierto, pues se hundió poco después). Sus intentos por hacer ver la situación real de la embarcación llevaría a que se considerase que se estaba amotinando, por lo que es abandonado a su suerte en una isla del archipiélago, donde permanecería los próximos cuatro años y cuatro meses.
Durante los primeros meses no se movió de la costa, por temor a que la isla estuviese habitada por seres monstruosos y bestias. Además temía perder cualquier oportunidad de ser visto y rescatado. La soledad pronto comenzó a hacer mella en su salud mental. Hablaba constantemente solo, leía rutinariamente la Biblia en voz alta, para no olvidarse de hablar. Además tenía miedo de ser confundido con un indígena si era encontrado.
Pronto tuvo que resignarse y adentrarse en el interior de la isla. Con el tiempo se iria adaptando, construiría una cabaña, aprendería a cazar y a usar las pieles de los animales para vestirse, cosiendo sus propios ropajes y vestimentas. Tuvo la mala suerte de que las dos únicas naves que llegaron a la isla fueron españolas, y Selkirk no se hizo ver por miedo a ser ejecutado. Su fortuna cambiaria en febrero de 1709, cuando el navío corsario Duke llega a la isla, rescatando a nuestro protagonista, que, gracias a su colaboración valiosísima para conseguir suministros para el barco, fue nombrado oficial en una de las naves.
Regresó a Inglaterra, donde al parecer se casó con una viuda. Se embarcó nuevamente en 1717 y murió a las ocho de la tarde del 13 de diciembre de 1721 mientras servía como teniente a bordo del barco de la Armada Weymouth. Probablemente sucumbió a la fiebre amarilla. Fue enterrado en el mar en la costa occidental de África.
El 1 de enero de 1966 la isla en la que estuvo Selkirk fue oficialmente rebautizada como Robinson Crusoe. Al mismo tiempo, la isla más occidental del archipiélago Juan Fernández fue rebautizada como Alejandro Selkirk, aunque es probable que Selkirk nunca la viera.
En torno al año 2000 una expedición dirigida por el japonés Daisuke Takahashi encontró instrumentos náuticos del siglo XVIII en la isla, que probablemente pertenecieran a Selkirk.
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