LA APARICION DE LA VIDA 2/2. MANIFESTACION NECESARIA DE LA MATERIA

ByOskarele

El ADN es una hacha en lo de la reproducción (puede hacer una copia de sí mismo en unos segundos), pero no hace prácticamente nada más. Así que nos encontramos con una paradoja: las proteínas no pueden existir sin el ADN y el ADN no vale de nada sin las proteínas. ¿Hemos de suponer que surgieron simultáneamente con el propósito de apoyarse entre sí? Si fue así…

Más aun: el ADN, las proteínas y los demás elementos de la vida no podían prosperar sin algún tipo de membrana que los contenga. Ningún átomo ni molécula ha alcanzado nunca vida de manera independiente. Los átomos que forman tu cuerpo no están más vivos que los de un grano de arena. Por eso necesitamos las células. Claro que, sin las sustancias químicas, la célula carece también de propósito.

Es como si los ingredientes de tu cocina se uniesen misteriosamente y se convirtiesen solos en una tarta… pero una tarta que, además, es capaz de dividirse para producir más tartas. No es raro que le llamemos milagro de la vida. Tampoco que pensemos que tiene que haber una inteligencia ordenadora (si no creadora) detrás. Claro, que no tiene porque ser así…

¿Qué explica toda esta maravillosa complejidad de la vida? Una posibilidad es que lo mismo no es tan maravillosa como parecen en principio. Consideramos esas complejísimas proteínas formadas por aminoácidos. El prodigio que vemos en su ordenación se debe a que suponemos que aparecieron en escena plenamente formadas. Pero ¿Y si no se produjo esto de golpe? ¿Y si fueron evolucionando desde un estadio primitivo?

Imagínate que coges todos los ingredientes necesarios para cocinar un ser humano (carbono, hidrogeno, oxigeno…), los pones en un recipiente, añades un poco de agua, lo agitas con fuerza y sale una persona. Seria asombroso. Pues eso es lo que vienen a decir Hoyle y otros (incluidos muchos ardorosos creacionistas) cuando afirman que las proteínas se formaron de pronto de forma instantánea. Tal cosa no es posible… no pudo ser así.

Tuvo que haber algún tipo de proceso selectivo por acumulación que permitió agruparse a los aminoácidos. Tal vez se unieron dos o tres con algún objetivo simple y luego, se tropezaron con otro pequeño grupo similar, y al hacerlo, descubrieron una mejora adicional. Las reacciones químicas que se asocian con la vida son en realidad algo común y corriente. Tal vez no podamos hacerlas en laboratorio, pero el universo lo hace constantemente.

Muchas moléculas de la naturaleza se unen para formar largas cadenas denominadas polímeros. Los azucares se agrupan constantemente para formar almidones. Los cristales pueden hacer cosas parecidas a la vida: reproducirse, reaccionar a estímulos ambientales, adoptar una complejidad pautada. Tan poderosa es esa tendencia natural a la agrupación que muchos científicos creen que la vida puede ser más inevitable de lo que nosotros pensamos. Según el nobel belga Christian de Duve, “la vida es una manifestación obligatoria de la materia, obligada a surgir siempre en las condiciones apropiadas”

Desde luego no hay nada raro en las sustancias químicas que forman tu cuerpo. Si quisiese crear un ser vivo, ya sea una perca dorada, un cogollo de marihuana o un ser humano, solo necesitarías cuatro elementos principales: carbono, hidrogeno, oxigeno y nitrógeno, más pequeñas cantidades de otros, principalmente azufre, fosforo, calcio y hierro. Dispón esos elementos unidos en tres docenas de combinaciones o así para formas más azucares, ácidos y otros compuestos básicos y podrás construir cualquier ser vivo.

Por eso nos queda claro que, si bien la vida es algo asombroso y gratificante, tal vez hasta milagrosa, no es, de ningún  modo, imposible… como demostramos día a día con nuestra humilde existencia.

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