EL HOMBRE DEL TIEMPO, PARTE 2. CORIOLIS
ByOskarele
En total hay 5.200 billones de toneladas de aire encima de ti (exactamente 25 millones de toneladas por cada 2.6 kilometros cuadrados, lo que hace una media de 9615 kilos por cada metro cuadrado). Esto explica los destrozos que producen los huracanes, los tornados o las tormentas: se trata de millones de toneladas de aire desplazándose a velocidades enormes.
Pero no solo eso: encima nuestra existe una abundancia de energía enorme. Se ha calculado que una tormenta puede contener una cantidad de energía equivalente a la electricidad que se consume en cuatro días en EEUU. Las corrientes ascendentes de aire frio y caliente al rozarse y chocar producen los relámpagos. Uno de estos, que se desplaza a 435.000 kilometros por hora, puede calentar el aire en torno a el hasta unos 28.000 grados, varias veces más que la superficie del sol. Y, mientras lees esta frase, seguro que en el planeta hay cientos de tormentas en marcha, unas 40.000 diarias.
El proceso que hace circular el aire en la atmosfera es el mismo proceso que dirige el motor interno de la pachamama: la convección. El aire cálido y húmedo de las zonas ecuatoriales asciende hasta que choca con la barrera de la tropopausa y se esparce. Al alejarse del ecuador, comienza a enfriarse y desciende, en busca de una zona de baja presión para llenarla y se dirige de nuevo hacia el ecuador, completando el círculo.
En el ecuador, el ciclo de convección es en general estable, pero en las zonas templadas las pautas son mucho más estacionales y aleatorias: depende de una guerra interminable entre sistemas de aire de alta y de baja presión. Los sistemas de baja presión los crea el aire que asciende, que transporta moléculas de agua, formando nubes y lluvia. El aire cálido puede contener mas humedad que el frio, por eso las tormentas estivales suelen ser muy intensas. Las zonas bajas tienden a ser asociadas con nubes y lluvia, y las altas prometen en general buen tiempo.
Cuando se encuentran dos sistemas, suele ponerse de manifiesto en las nubes: los estratos (esas extrañas expansiones sin forma responsables de los días nublados) se producen cuando corrientes ascendentes con humedad carecen del brío necesario para atravesar un nivel de aire más estable, por lo que se esparcen, como el humo cuando llega al techo.
El calor del sol esta irregularmente distribuido, lo que hace que se produzcan diferencias en la presión del aire en diferentes sitios del planeta. El aire no soporta esto, por lo que anda de aquí para allá, intentando igualar las cosas. Fue nuestro amigo Edmond Halley el primero que se dio cuenta de esta acción equilibradora del viento.
En el XVIII George Hadley, se dio cuenta de que las columnas ascendentes y descendentes de aire tienden a producir celdas, además de sugerir la existencia de un vínculo entre estas, el giro de la tierra y las aparentes desviaciones del aire. Fue un profesor de la Escuela Politécnica de Paris, Gustave de Coriolis, quien determinaría las leyes y detalles de esas interacciones en 1835. Por eso le llamamos “El efecto Coriolis”.
La tierra gira a 1.675 kilometros por hora en el ecuador, aunque esa velocidad disminuye considerablemente si te desplazas hacia los polos, hasta situarse en los 900 kilometros por hora en Londres o Paris. Aunque te parezca raro, la razón es evidente: cuando estás en el ecuador, la Tierra tiene que llevarte a lo largo de una buena distancia (unos 40.000 kilometros) para volverte al mismo punto, mientras que si estas al lado del polo, solo necesitas desplazarte unos metros para completar una revolución: sin embargo se tarda lo mismo en ambos casos, 24 horas.
El efecto Coriolis explica porque cualquier cosa que se mueva a través del aire en línea recta, lateralmente respecto al giro de la Tierra, parecerá curvarse a la derecha en el hemisferio norte y a la izquierda en el hemisferio sur. Pa que me entiendas: imagina que estas en un tiovivo y lanzas una pelota a alguien que está situado en el borde. Cuando la pelota alcanza el perímetro, la persona a la que se le tira se ha desplazado ya, y la pelota pasa detrás de ella. Desde su perspectiva, parece como si se hubiese alejado de ella describiendo una curva.
Este es el efecto Coriolis y es que lo explica la sinuosidad de los sistemas meteorológicos y lanza los huracanes, haciéndolos girar como una peonza enfurecida. También es la razón de que los cañones de los barcos tengan que ajustarse lateralmente para dar en el blanco.
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