ByOskarele
No solo de Lang vivía el cine alemán. También estaba un señor llamado Friedrich Wilhelm Plumpe, más conocido como Friedrich Wilhelm Murnau, nacido en Westfalia en 1888 y fallecido en la meca del cine, Hollywood, en 1931. Hijo de un comerciante de tejidos, desde pequeño realizaba con sus hermanos pequeñas representaciones teatrales en su propia casa, afición que desarrollaría posteriormente durante sus años de estudios en Berlín, donde estudió literatura, historia del arte, filosofía y música en la Universidad de Heidelberg antes de instruirse en teatro y cinematografía junto a Max Reinhardt. Fue durante esta época de juventud cuando adopta su pseudónimo Murnau.
Después estalla la Primera Guerra Mundial, donde sirvió en infantería y aviación con el ejército alemán, resultando herido en un combate aéreo, sufriendo un grave accidente que le retiró de la contienda. Fue al término del conflicto cuando Murnau comenzó a dirigir películas de propaganda primero, y largometrajes después. Ya por entonces frecuentaba los círculos de artistas expresionistas, de los que a la postre sería ejemplo habitual y fue precisamente el visionado de “El gabinete del doctor Caligari” lo que hizo que se decidiese a dedicarse a esto del cine.
Antes de “Nosferatu”, su obra más conocida, si bien no es la mejor, realizó unas cuantas películas minoritarias, siendo la primera de ellas una cinta llamada “Der Knabe in Blau” de 1919. A esta le siguió una versión sin acreditar y perdida, de la novela de Louis Stevenson “El Extraño Caso del Dr. Jekyll y Mr. Hide”, titulada “Der Januskopf”, de 1920, perdida también y de la que destaca la presencia de Bela Lugosi, el genial Drácula de la versión de Tod Browning.
Ese mismo año, 1920, dirigiría el thriller “Abend - Nacht – Morgen”, una historia de crimen fijada en los más altos círculos sociales, y “Satanás”, un filme en tres episodios, escrito por Robert Wiene sobre la historia del Diablo en el que Conrad Veidt encarnaba el rol de Satán y que se encuentra perdida, como algunas de sus obras, por ejemplo “Der Bucklige und die Tänzerin”, de 1920, la historia de un jorobado rencoroso y vengativo.
En 1921 dirige su primera obra importante, “Schloe Vogeloed” (El castillo encantado), que narra la historia de un grupo de aristócratas que se reúne en un castillo para pasar unas jornadas de caza. Sin ser invitado, se une al grupo el Conde Oetsch, sospechoso de haber asesinado a su hermano años atrás. Pero allí también se encuentra la viuda de este, ahora casada con el Barón Safterstädt. El sol apenas hace aparición, quedando confinados en el Castillo por la lluvia la mayor parte del tiempo. En un ambiente claustrofóbico reaparecen los fantasmas del pasado y la culpa y las sospechas se apoderan de las paredes del castillo. Es precisamente ese, el clímax claustrofóbico, el gran logro de la película, que casi está rodada íntegramente en los interiores del castillo.
A esta, en 1922, le seguiría otra película que está desaparecida, “Marizza”.
Y después llegó “Nosferatu”, en 1922, una adaptación libre de la novela “Drácula”, de Bram Stoker, de la que hablaremos mañana…
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