UN PLANETA SOLITARIO Y HOSTIL, PARTE 2, VENTAJAS EXCLUSIVAS


Esto nos lleva de nuevo a nuestra idea inicial de que la Tierra es un lugar bastante jodido para ser un ser vivo, aunque, por ahora, es el único que conocemos adecuado, aunque solo sea en realidad en una pequeña porción del planeta, lo bastante seca como para poder andar sobre ella, aunque de este cachico, hay un porcentaje enorme de tierras demasiado cálidas, frías, secas, elevadas o áridas en los que cuesta bastante vivir. En parte por culpa nuestra.

Los humanos son unos inútiles en lo que se refiere a adaptabilidad: no nos gustan demasiado los sitios muy cálidos (porque sudamos mucho y es fácil que nos dé un chungo por insolación o deshidratación) ni los sitios muy fríos (ya que, como al no tener pelo, no retenemos el calor, por eso la mitad de las calorías que necesitamos son para mantener el cuerpo caliente).

Si. Estarás pensando ¡¡ Pero somos mu listos!! Y razón no te falta. Podemos contrarrestar estas debilidades en gran  medida con ropo y cobijo, pero aun teniendo en cuenta esto, las partes del planeta que podemos emplear para vivir son muy modestas: solo el 12% del total de la tierra firme (solo el 4% si incluimos los mares).

Pero claro, es el planeta que nos ha tocado. Por suerte. Los otros planetas del sistema solar son mucho más inhóspitos y menos propicios para la vida que nuestro suave, azul y acuso globo. Claro que se han descubierto decenas de planetas fuera del sistema solar, de los 10.000 millones que se cree puede haber ahí huera. El problema es que sean aptos para la vida, cosa que es mucho más difícil. Diversos investigadores han observado unas dos docenas de ventajas particularmente afortunadas de las que hemos gozado en la Tierra.

Estas son las cuatro principales:

1. Un emplazamiento cojonudo. Estamos situados a la distancia exacta del tipo exacto de estrella, una lo bastante grande como para irradiar muchísima energía, pero no demasiado grande para que se consuma rápido o nos queme. Somos afortunados por estar en la orbita que estamos (si la Tierra estuviese solo un 15% por ciento mas alejada o un 5% más cerca, seria inhabitable).

Otros planetas no han tenido nuestra suerte, como, por ejemplo, Venus: esta 40 millones de kilometros más cerca del sol que nosotros, aunque el calor llega allí solo dos minutos antes que a nosotros. A pesar de ser enormemente parecido a nosotros, la diferencia orbital hizo que este planeta, que antaño probablemente tuvo mares, este ahora mismo a 470 grados, un calor suficiente para fundir el plomo, y la presión atmosférica es 90 veces mayor que la media nuestra.  Marte fue también un lugar acogedor, pero no fue capaz de retener su atmosfera y se convirtió en la bola de helado que es hoy.

2. El tipo de planeta adecuado. El magma fundido del interior de nuestro planeta es esencial: crea las emanaciones de gas que ayudaron a formar una atmosfera, proporciona el protector campo magnético que nos rodea, nos dio la tectónica de placas, que renueva y agita la superficie (si la tierra fuera perfectamente lisa, estaría cubierta de agua hasta una profundidad de cuatro kilometros. Podría haber vida en un planeta así, pero desde luego no humanos).

Además tenemos los elementos adecuados en su justa medida. Estamos hechos del material bueno.

3. Somos un planeta gemelo: la luna, en realidad no es un satélite nuestro, sino nuestro planeta acompañante. Casi todas las demás lunas del sistema solar son pequeñas respecto a sus planetas, excepto la Luna, que tiene un cuarto del diámetro de la Tierra. Y eso es muy importante, sobre todo por la influencia estabilizadora, que hace que nos bamboleemos menos de lo que haríamos sino estuviese. Su influjo hace que giremos a la velocidad justa y en el ángulo justo… pero eso no perdurara siempre: la luna se aleja de nosotros a unos cuatro centímetros por año. En 2.000 millones de años se habrá alejado tanto que no nos mantendrá en equilibrio

4. El cronometraje: si no se hubiese producido una larga serie de acontecimientos complejísimos y casi azarosos, que comenzó hace unos 4.400 millones de años, de un modo determinado, nosotros podríamos no existir, ser lagartos o, incluso, ser inteligentes…

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