PLQHQ DE VIAJE. LA MEDINA DE FEZ. Algo mas personal
BY MOSER
Para hacerse con hachis, si es q se le paso por la cabeza a alguien, no es este el mejor lugar de Marruecos; pero es Marruecos; mejor también hablar con trabajadores del propio alojamiento o incluso en las herboristerías bereber; las hay en abundancia; tratando eso si, con cierta discreción.
Evitar en cualquier caso, atender a los innumerables sirenos cuyos cantos se oirán continuamente a nuestro paso: “amigo, quieres algo bueno”
Y como toda transacción económica que vayamos a realizar, incluida la adquisición de la estancia, esta sujeta a las leyes del regateo.
Mejor acostumbrarse y hacer nuestra, con prontitud, una frase que, sin duda, escucharas con frecuencia y que los vendedores te arrojarán como ultimo recurso para que no pasemos de largo: “la prisa mata, amigo”.
Pues eso, a la hora de comprar, sin prisas.
El regateo es imprescindible y nunca debemos comprar sin, como mínimo, lograr un descuento del 30% (aunque mas justo seria decir del 50%).
Comenté que la vida social y comercial viene a ser sinónima (…aquel interminable té comprando alfombras) así que puede que en ocasiones pienses que estas abusando en la negociación, pero recuerda, tratas con personas mucho mas ávidas e instruidas en este arte y que de ningún modo cerraran un trato sino es un buen trato; otra cosa es la percepción que quieren que tengas; con frecuencia la de que han sido derrotados.
De todas formas, y por mas advertido que vayas, si es tu primera vez lo normal es que pagues cierto jetlag cultural en forma de euros malgastados; en especial, el primer día; es mejor entenderlo como el impuesto que supone compartir la historia viva de sus calles, una especie de tributo por el transito a otra manera de pensar e interactuar; vivir y comerciar como cada día desde el medievo; de tú a tú; nada de maquinas que marcan precios, nada de precios estándar; donde la supervivencia depende de ganar en un intercambio en el que nadie cree haber perdido.
Una anécdota bastante ilustradora de lo que le pasa a un pánfilo el primer día en la Medina: voy a preguntar por la utilización del Hamman (baños públicos) y termino pagando 10 euros en productos en una herboristería 7 calles mas allá; el hamman en si cuesta un euro y hubiese bastado.
Es en cualquier caso una gran experiencia siempre y cuando evites a un gordo cuarentón con bigote empeñado en hacerme un masaje por 50 dirhams(5 euros); a penas entiendo su francés, excepto por un “you are crazy” que me suelta una vez me deshago de el.
Eso si, mejor ir a uno del barrio, no de los destinados a turistas; tipo baño turco; divididos en diferentes habitaciones de techos altos sin ningún lugar donde sentarse; en la habitación del fondo se sitúa una bañera de agua caliente (mas de 50 grados) y otra de agua fría.
Allí sirviéndote de cazos de agua hirviendo seguida de fría terminas hecho un pajarico pero preparado para comenzar una nueva vida
en un lugar anacrónico
… enebro de sutilezas hilvanadas en un gigantesco enjambre de detalles
Desde fuera. Podemos tener una vista panorámica y completa de la Medina; subido a un monte cercano; desde las Tumbas Merinides; hoy reducidas a siniestro; su belleza fue luz de la ciudad para el mundo, durante siglos.
Desde dentro. Al eco de las murallas se escucha la llamada a la oración que proclaman los altavoces de sus más de 300 minaretes. Subido a uno de sus tejados se contemplan un mar de casas medievales plagadas de antenas parabólicas.
Un monumento vivo
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