BLADE RUNNER, Ridley Scott, 1982



En 1982 tenia 6 años, hubo un mundial de futbol en España y un director británico llamado Ridley Scott estreno una de las películas mas grandes de todos los tiempos, Blade Runner, basada en el perturbador relato del genial Philip K. Dick titulado “¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?”. No la vi aquel año, pero no tuve que tardar demasiado en hacerlo, pues desde siempre, esta película ha sido una referencia, un icono, un clásico que he revisitado mil veces y que hoy he decidido homenajear.

Pal que no la haya visto, esta película narra la persecución por parte de un policía retirado (Rick Deckard, interpretado por un genial Harrison Ford), un blade runner, de un grupo de fugitivos. La trama se sitúa en Los Ángeles en el año 2019, los fugitivos son “replicantes”, “robots” con aspecto humano, y el objetivo de la persecución es la muerte de los perseguidos.

Estos replicantes fueron construidos para satisfacer necesidades humanas, sobre todo laborales, pero fueron creados con fecha de caducidad, para que no supusiesen un problema para sus orgullosos creadores, los científicos de la “Tyrell Corporation” (los “Nexus 6” son los más avanzados) y su única diferencia con los humanos es su respuesta emocional y empática. Serian algo así como clones: se les crea con apariencia humana pero son tratados como objetos, son usados como esclavos, y se les niega lo que les convertiría en seres verdaderamente humanos: la capacidad empática, la compasión.

El problema comienza cuando unos pocos toman conciencia de su situación y deciden pedirle explicaciones a su creador…

Uno de los méritos de la película es la mezcla de géneros cinematográficos. Con estética ciberpunk nos narra una historia de ciencia ficción con el ritmo y personajes de una película de cine negro. Tampoco falta la historia de amor entre el detective y una mujer implicada en el caso, característico de las películas del último genero mencionado. Aunque en este caso, la mujer es un replicante que no sabe que lo es pues le han implantado recuerdos de la infancia siguiendo el slogan de la Tyrell Corporation: “más humanos que los humanos”.
Lo que especialmente me impacto de esta película es la idea de que esos replicantes, modernos “Frankensteins” con estética punk, representan, desde mi perspectiva, muchas de las inquietudes existencialistas que el ser humano lleva planteándose siglos: nosotros somos la creación de un dios que, cínicamente, nos ha creado caducos. Nos podía haber hecho eternos (lo mismo lo somos), pero nos hizo mortales (por lo menos nuestro cuerpo). Somos los replicantes de dios… y por mucho que intentemos ir a pedirle explicaciones, como hacen aquí los Nexus 6, no nos va a escuchar. Dios es así… y nosotros también.

Pero también hay otras posibles lecturas de esta obra maestra: el hombre, en su empeño constante por convertirse en dios, también se empeña en controlar (o más bien destruir) todo lo que sea natural. Y el colmo de esto es la creación de animales realizados con la misma tecnología que los replicantes. Animales robotizados que parecen reales.

En la película es fuerte la posibilidad que Rick Deckard sea, él también, un Replicante. La pista nos la ofrece un plano en el cual él sueña con un unicornio: ya sería o bien un "recuerdo falso" (los unicornios "no existieron") o un sueño. El Unicornio de Origami del final (SPOILER), dejado por Gaff, su compañero, que Deckard encuentra al huir con Rachel, nos induce pensar que Gaff conoce (y se lo hace saber así, mediante la figura de Origami) los sueños/recuerdos de Rick (así como él a su vez sabía, o tenía acceso a los de Rachel). Con esto Gaff ofrece un doble mensaje a Rick: que conoce su "verdadera" naturaleza y que los "perdonó" (por su amor, por un acto de Empatía- la vida a ambos androides)...

Al final del film (SPOILER) el replicante Roy Batty descubre por primera vez la empatía o acto de solidaridad, o sea que nace a una humanidad nueva (justo antes de destruirse, ¿o autodestruirse?): se ve como por vez primera, se entiende y se acepta, se comprende. Con su deicidio Roy deja de ser replicante, pues al asegurarse del carácter inevitable de la muerte, se asegura de su acta de nacimiento como hombre. La escena que precede a la muerte de Roy es típicamente humana...

Con esta "ansia por durar", una "longevidad" sería homologárseles (a sus creadores) porque esta "búsqueda de humanización" equivale aspirar a otro destino que el "funcional" de su creación. No "servir" y no "desaparecer" es una pretensión inconmensurable: sería ser iguales a lo humano: poder sólo... envejecer.

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