LA VISION PARAOPTICA. Dedos que miran, 1/2


BY MOSER

Arrinconada por el progreso del pensamiento único

La parapsicología; cajón desastre de las diferentes disciplinas del estudio de lo desconocido; de sucesos que por extraordinarios o no suficientemente contrastados sobrepasan el campo de la ciencia oficial.

Sucesos excepcionales, de los que la historia esta absolutamente pringada; con frecuencia ignorados por su falta de acomodo en el contexto científico-mental de nuestro tiempo.

Viven arrinconados, solapados por la contrainformación, para divertimento y marca de unos cuantos desviados.

Son los años 60 y 70 fecundos y atrevidos a nivel científico pero también a nivel especulativo; el vertiginoso progreso tecnológico sostendrá la mirada expectante en un futuro siempre a punto de llegar (el contacto ha comenzado-pronto todo el mundo lo sabrá); un horizonte de luminarias que anunciaban revolucionarios cambios y progresos en el conocimiento y evolución del ser humano; fueron, en definitiva, buenos tiempos para la visión paraoptica.

La visión paraoptica concibe que es posible establecer en el ser humano la capacidad de un tipo de visión que prescinde del sentido de la vista.

Pues eso; existen, por un lado, los casos que evidencian la existencia de una especie de “visión ambiental” por la cual, incluso a ciegas, puedes establecer tu situación en el espacio y relación con los objetos que te rodean; algo muy generalizado en el caso de los invidentes pero de lo que se han evidenciado resultados muy significativos también en videntes; en un espacio a oscuras se percibe la cercanía de una pared.

Supondría la existencia de una especie de radar humano.
Significativo es el caso de Ved Mehta, un joven hindú que perdió la vista a la edad de tres años y que en 1957 solía correr en bicicleta por las calles de Calcuta, su ciudad natal, con absoluta normalidad.

Esta “visión ambiental” hay quien la explica como visión dérmica; es posible que los receptores nerviosos de la piel pudieran ser tan sutiles que en un estado de óptima afinación nos otorguen datos de distancias (algo así como por eco vibratorio).

Existe también la “visión dérmica” propiamente dicha; la piel como un refinado asiento sensorial capaz de discernir colores e incluso textos; una “visión” por medio, igualmente, de la captación de la vibración; pues a cada color le corresponde una onda de frecuencia.

Y existen casos que exceden toda clasificación.

Sobresaliente y siempre mencionado, el de la rusa Rosa Kuleshova en los 60. Dotada ella de una perfecta visión ocular, en su familia si se habían dado varios casos de ceguera congénita, por lo que aunque notable no parecía excepcional el hecho que supiera leer en Braille. Lo sorprendente es que ante el interés del neurólogo Dr.Golgberg y bajo supervisión científica, demostrase ser capaz no solo de leer en braille sino también textos impresos normalmente e incluso discernir objetos y situaciones representadas en fotografía; todo esto claro, con los ojos vendados.

Más excepcional si cabe, el caso de una coetánea suya, Tania Bikoskaia; sus increíbles facultades serían estudiadas por los psiquiatras del Instituto Médico de Kuban, bajo la dirección del Dr. Dyakonov: “Confesó la joven que una noche, encontrándose acostada, deseó leer un libro y como sintiera pereza de levantarse de la cama para agarrarlo, pudo conocer su contenido sin tener el volumen en sus manos”.

Otro caso singular fue el de la niña Margaret Foss, de 14 años, nacida en Ellerston, pueblecito del estado de Virginia. En enero de 1960, Margaret fue examinada por unos psiquiatras; tras cubrir sus ojos con un a venda, Margaret demostró que podía leer sin necesidad de utilizar los ojos, lo mismo libros que revistas (…siempre y cuando solo se los vendasen a la niña…).

Existe controversia respecto a la veracidad de estas noticias; al menos en el caso de las 2 rusas; se argumenta que pudieron engañar a los evaluadores; “todo es producto de su imaginación”; chicas extraordinarias, en cualquier caso.

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