ZECHARIA SITCHIN. LIBRO 2º: LA ESCALERA AL CIELO. PARTE 20: UN TAL GILGAMESH, 2/2
ByOskarele
Aquel lugar, junto al rio en el que pararon (Gilgamesh y su colega Enkidu) a darse un bañico, era conocido como "La Encrucijada de Ishtar": la diosa solía usar ese Lugar de Aterrizaje. Ella, como Shamash, debía haber asistido a la batalla y, tras esta, viendo a Gilgamesh desnudarse y bañarse, "Ishtar levantó los ojos hacia la belleza de Gilgamesh…Venga, Gilgamesh, sea mi amante! Concédame el fruto de tu amor. Tú serás mi hombre, Seré tu mujer!”. Él, sin embargo, la rechazó y destacó que no tenía nada para ofrecer en pago de los favores de una diosa. Pero además, le echó en cara su promiscuidad, citando una larga lista de amantes… Furiosa con la ofensa, la diosa pidió a Anu que mandase el "Toro del Cielo" para vengarse del rey.
Atacados por el Monstruo Celeste from outer space, Gilgamesh y Enkidu se olvidaron del objetivo de su misión y corrieron para salvarse, aunque les echó un cable Shamash, de nuevo, permitiendo que "cubrieran la distancia de un mes y quince días en sólo tres días". Pero el Monstruo les alcanzó… atacándoles, pero de nuevo Enkidu lo eliminó. "Ishtar, en su morada, emitió un grito de lamentación".
Pero… ¿Un toro del cielo? Sitchin plantea que el término sumerio - GUD.AN.NA - también podía significar "el atacante de Anu", o sea, su misil crucero… un ingenio mecánico, hecho de metal y equipado con dos pinzas (los "cuernos"), que, según la descripción, eran "fundidos de treinta minas de lapislázuli, cada uno de ellos con un revestimiento con dos dedos de espesor".
Anu empezó a mosquearse con nuestros dos aventureros: se habían cargado a Huwawa y al toro del cielo… así que decidió que debían morir. Pero Enlil, su hijo, y Shamash, su nieto, intervinieron, intentando que no fuesen castigados. La sentencia fue especialmente dura con Enkidu, que fue condenado a trabajos forzados en las minas durante el resto de sus días… pero nuestro protagonista tuvo una ocurrencia: cerca de aquellas minas estaba “"morada de los antepasados" ungidos por los dioses con las Aguas Purificadoras. Igual era allí donde está su antepasado Ziusudra/Utnapistim, el héroe sumerio del diluvio… que había alcanzado la ansiada inmortalidad. Y decidió ir para allá…
Sin embargo no era un viaje fácil, y los dioses le tenían que permitir el viaje, en concreto Utu, el encargado de aquella tierra. Así que le rindió un sacrificio a este y le pidió permiso para ir. Utu le avisó de que él tendría que recorrer una región seca y desolada y que "el lugar donde los Shem han sido erigidos" estaba cercado por siete montañas y que los desfiladeros entre ellas estaban guardados por "Poderosos", que podían lanzar "un fuego ardiente" o un "rayo que no puede ser esquivado". Sin embargo, al final, Utu cedió.
Sin embargo, "el señor Gilgamesh actuó de manera frívola". En vez de tomar el difícil camino terrestre, resolvió hacer la mayor parte del viaje en una confortable embarcación. Cuando llegaran al puerto distante, Enkidu iría hacia la Tierra de las Minas y él se dirigiría para la Tierra de los Vivos. Según los relatos, ellos navegaron descendiendo el golfo Pérsico, a buen seguro para dar la vuelta en la península Arábiga y después subir por el mar Rojo hasta Egipto. Sin embargo, la ira de Enlil no tardó en caer sobre ellos y les destrozó el barco. Pero Gilgamesh y Enkidu consiguieron nadar hasta la playa… aunque este último estaba gravemente herido y no vivió mucho más, muriendo en los brazos de Gilgamesh en la misma playa.
Gilgamesh lamentó la pérdida del amigo por siete días y siete noches… y luego comenzó a andar sin rumbo. Caminó por tierras vírgenes, sin encontrar ningún hombre, buscando comida. "Que montañas subió, que ríos atravesó, nadie sabe" … hasta que llegó a una zona perteneciente al dios Sin, en la que tuvo que enfrentarse con unos fieros leones para poder seguir su camino hacia la “morada de los antepasados”… hasta que se encontró con otro obstáculo, “El mar de la muerte”, que solo podía atravesar con la ayuda de Urshanabi, el barquero de Utnapistim.
Después de un largo interrogatorio, donde el rey tuvo que decir quién era, como había llegado hasta allí y adónde pretendía ir, el barquero lo consideró digno de sus servicios. Y se pusieron manos a la obra. En tres días, "dejaron atrás el pasar de un mes y quince días", o sea, hicieron el trayecto que por tierra llevaría 45 días, y finalmente llegaron a TILDE.MUN - "La Tierra de los
Vivos", la morada de los antepasados.
"Que camino deberé tomar ahora?", preguntó Gilgamesh. Urshanabi le dijo que él tendría que llegar a una montaña: "el nombre de la montaña es Mashu". Debía seguir "un camino regular" que llevaba para el "Gran Mar, que queda bien distante". Debería buscar dos columnas de piedra, y al hallarlas, haría una curva para alcanzar una ciudad llamada Itla, dedicada al dios que los hititas denominaban de Ullu-Yah ("El de las Montañas"). Sólo con la bendición de ese dios él podría proseguir en su jornada.
Siguiendo las indicaciones, Gilgamesh llegó a Itla, comió, bebió, se lavó, y se decidió a hacer ofrendas a Ullu-Yah, acompañado de Shamash, que le pidió a este que “le diera la vida”. Sin embargo, Kumarbi, otro dios muy citado en las leyendas hititas, estuvo en contra: la inmortalidad no puede ser concedida a Gilgamesh, dijo él. Gilgamesh, jodido, pidió una compensación: ¿podría por lo menos conocer a su antepasado, Utnapistim? Mientras los dioses deliberaban, él (tal vez con la connivencia de Shamash?) dejó la ciudad y comenzó a avanzar hacia el monte Mashu, y, después de seis días, llegó a la montaña “Donde diariamente observaba los Shem Que iban y venían.”
Había un medio de entrar en el monte. Sin embargo, la entrada, "el portón", estaba fuertemente guardado. “Hombres-cohete guardan su portón, Su terror es asombroso, su mirada es muerte. Su temido faro barre las montañas. Ellos vigilan Shamash mientras él sube y desciende”… Al contemplar el brillo terrible, Gilgamesh cubrió su rostro; recobrando la compostura, se aproximó a ellos." Cuando percibió que el temible rayo sólo había afectado momentáneamente al recién-llegado, el hombre-cohete gritó a su compañero: "El que viene tiene el cuerpo de la carne de los dioses!" Al parecer los rayos podían atolondrar o matar humanos, pero eran inofensivos para los dioses…
Y nuestro protagonista se presentó: “A causa de Utnapistim, mi antepasado, Yo vine. A él que se unió a la congregación de los dioses, Sobre la vida y la muerte deseo preguntar." Gilgamesh invocó a Shamash y explicó que era dos tercios divino. "El portón del monte está abierto para ti!”, dijeron finalmente los guardas. Así, tras un largo camino a oscuras, llegó a un sitio magnifico: un recinto cerrado, como los de los dioses donde "crecía" un jardín hecho de piedras preciosas!
Hasta ahora no se sabe lo que aconteció enseguida, pues toda una columna de la novena tabla de arcilla está demasiado fragmentada para ser descifrada. Pero sea en el jardín o en algún otro lugar, Gilgamesh finalmente se encontró con Utnapistim, al que preguntó por el secreto de la vida eterna: “Tú te uniste a la congregación de los dioses en tu búsqueda por la Vida? Utnapistim respondió: "Yo te revelaré un asunto oculto, Gilgamesh, un secreto de los dioses te contaré". El secreto era el Cuento del Diluvio, versión sumeria, del que ya hemos hablado. Al final del relato le dijo que Enlil le cogió y le dijo: “Hasta aquí Utnapistim ha sido humano; De aquí en adelante, él y su mujer serán como dioses para nosotros. Lejos de aquí Utnapistim residirá, En la foz de los ríos. Y fue así, concluyó Utnapistim, que él acabó siendo llevado a la
Morada Lejana para vivir entre los dioses.”
Pero, ¿Cómo podría conseguir ese mismo privilegio? Al oír el cuento y entender que sólo los dioses reunidos podrían decretarle la vida eterna, sin lo que nada conseguiría, Gilgamesh se desmayó, perdiendo la conciencia por seis días y siete noches.
Urshanabi, el barquero, fue llamado para llevar Gilgamesh de vuelta. Sin embargo, en el último instante, cuando el rey ya estaba por partir, Utnapistim le reveló un secreto: aunque él no pudiera escapar de la muerte, había un medio de evitarla. Para eso, tendría que obtener la planta secreta que los dioses comían; así, se mantendría eternamente joven. La planta, nos enteramos por lo que aconteció enseguida, crecía sumergida: “Ni bien Gilgamesh oyó eso, abrió el caño de agua. Amarró piedras pesadas en los pies; Ellas lo estiraron hacia el fondo; Entonces vio la planta” y la cogió.
Triunfante fue corriendo al barco donde le esperaba Urshanabi, para llevarlo de regreso. Pasaron la noche antes de partir al alba, pero ocurrió una desgracia: "Una culebra olió el perfume de la planta. Llegó y se llevó la planta"… este es el trágico final de su búsqueda de la vida inmortal.
Y fue así que, en las generaciones que se sucedieron, los escribas copiaron y tradujeron el relato sobre la primera búsqueda infructífera de la inmortalidad, la Epopeya de Gilgamesh.
El divino Gilgamesh, cuyo padre era humano, el alto sacerdote del templo, reinó por 126 años. Ur-lugal, hijo de Gilgamesh, reinó después de él.
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