LA ATLÁNTIDA. PARTE 11. MESOAMERICA : CHARLES ETIENNE BRASSEUR DE BOURBOURG Y LA ATLANTIDA MAYA


Perpetrado por Oskarele

Tras Newton y su extraño relato de la Atlántida que mencionábamos en el artículo anterior (en el que propone que Cádiz  -Gadir- fue parte de aquella isla hundida), a mitad del siglo XIX, conforme avanzaron los estudios sobre las culturas precolombinas y se descubrió el esplendor olvidado de aquellos pueblos, algunos autores propusieron que la Atlántida podría tener relación con las culturas precolombinas, especialmente con las mesoamericanas, Mayas y Aztecas.

Empezamos con Charles Etienne Brasseur de Bourbourg (1814-1874), un sacerdote francés pionero en las jóvenes ciencias de la arqueología y la etnografía, así como una de las primeras autoridades en la historia precolombina de Mesoamérica. En 1845 fue nombrado sacerdote y se marcha a Canadá, donde durante un tiempo será profesor de historia de la iglesia.



Posteriormente, entre 1848 y 1863, viajará como misionero por Centroamérica, donde empieza a desarrollar un fuerte interés por las antiguas civilizaciones desaparecidas, a la vez que empieza a estudiar las lenguas y su historia. Entre 1857 y 1859 publica una Historia del pueblo Azteca. En 1864 se convertirá en arqueólogo para una expedición francesa en México, experiencia que le valdrá para escribir la obra “Monuments anciens du Mexique” publicada en 1866.

Unos años antes, en 1861, anuncia haber descubierto la clave para poder traducir la escritura maya, publicando lo que considera es una traducción valida del Popol Vuh, un libro sagrado del pueblo Maya Quiché, así como una gramática de aquella lengua. Precisamente el estudio de esta escritura lo acerca a la obra del misionero español Diego de Landa y su obra “Relación de las Cosas de Yucatán”, en la que recoge mucha información sobre los antiguos mayas, incluido un supuesto alfabeto del sistema, aun sin descifrar, de escritura jeroglífica maya. Proponía el Landa este que los símbolos mayas se correspondían con letras del alfabeto español, y decía que esa información se la había proporcionado un maestro maya. En un principio Brasseur de Bourbourg aceptó eso como una posibilidad.





Tanto Landa como Bourbourg estaban equivocados. La escritura maya no disponía de ningún alfabeto.

Pero a lo que vamos: Brasseur comenzó a escribir sobre la Atlántida en su “Grammaire de la langue quichée” (1862), en la que expresa su creencia de que la tierra hundida descrita por Platón existió, con un elevado nivel de civilización, muchos años antes que surgiesen las otras civilizaciones en Europa y Asia. Así propuso que los orígenes de las palabras europeas y persas podían ser rastreadas hasta las lenguas indígenas de América y que las antiguas civilizaciones de ambos mundos estaban en contacto mutuo.

En 1866 publica “Monuments anciens du Mexique (Palenque, et autres ruines de l'ancienne civilisation du Mexique)”, con unas preciosas ilustraciones de un tal Jean Frederick Waldeck, en las que reconstruían las antiguas obras de los mayas de forma que tenían mucho en común con la arquitectura clásica griega y romana. Para Brasseur quedaba claro que la antigua Atlántida mencionada por Platón estuvo en realidad en Centroamérica, como lo deja definitivamente claro en su obra “Quatre Lettres sur le Méxique” (1868), en la que establece y propone unos claros paralelismos entre los panteones y cosmologías mayas, egipcios y griegos, entre los que se encuentra la leyenda de la Atlántida.

Por aquella misma época tuvo la oportunidad de examinar un extraño documento en Madrid, que tenía un profesor de paleografía llamado Juan de Tro y Ortolano, y que decía haberlo encontrado seis años antes. Se trata de un antiguo codex con numerosos signos y dibujos, que Brasseur identificó como mayas, y que identificó con el nombre de “El codex Troano”. En 1870 publicó un estudio del mismo llamado “Manuscrit Troano, études sur le système graphique et la langue des Mayas”, en el que proponía la traduccion para alguno de los jeroglificos del código, en parte basándose en el alfabeto de Landa.

Lo importante es que su traducción inspiro al citado Augustus LePlongeon y su hipotético continente perdido MU. Además le ayudó en su última obra, “"Chronologie historique des Mexicains" (1872) en el que habla del famoso Codex Chimalpopoca e identifica los cuatro grandes cataclismos que comenzaron hacia el 10.500 a. C. y que fueron resultado, según Brasseur, de cambios en el eje de la tierra.

Sus teorías sobre la Atlántida y la relación con los mayas influirían en autores posteriores, como el citado Augustus LePlongeon o Ignatius L. Donnelly, cuyo libro “Atlantis: The Antediluvian World”, contiene numerosas referencias a la obra de Brasseur de Bourbourg

Ah, se me olvidaba. Este señor afirmó, en sus intentos de traducir los textos mayas, que aquella tierra que se había hundido en una de aquellas catástrofes, se llamaba Mu. Ya veremos las consecuencias que tendrá esto…

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