ZECHARIA SITCHIN. LIBRO 2º: LA ESCALERA AL CIELO. PARTE 22: EL ESPACIOPUERTO DE BAALBECK


ByOskarele


Las ruinas del mayor templo romano de que se tiene noticia no están en Roma, sino en las montañas de Líbano. En un lugar llamado Baalbeck. Estas incluyen un grandioso templo de Júpiter, el más imponente de la Antigüedad dedicado a un único dios. A lo largo de cuatro siglos de dominación romana, muchos gobernantes se esforzaron para glorificar ese remoto y antiguo lugar, y en él erigieron estructuras monumentales. Generales y emperadores lo buscaron en consulta con oráculos, intentando descubrir lo que les reservaba el futuro. Los legionarios hacían lo posible para quedarse acampados en sus inmediaciones. Los devotos y curiosos iban hasta allá para verlo con sus propios ojos, pues el templo era una de las maravillas del mundo antiguo.

Cuando los musulmanes conquistaron el área en 637, convirtieron los templos romanos e iglesias cristianas erigidos sobre la inmensa plataforma en un enclave mahometano. Donde antes Zeus y Júpiter habían sido adorados, se construyó una mezquita para Alá.

El primer europeo en traer noticias sobre la existencia de esas ruinas fue Martin Baumgarten, que llegó a ellas en enero de 1508, y, de ahí en adelante, osados viajantes, arriesgando hasta la vida, fueron pasando más informaciones acerca del lugar. En 1751, Robert Wood, uno de esos aventureros, y el artista James Dawkins, que lo acompañó en el viaje, restauraron parte de la antigua fama del lugar cuando lo describieron en palabras y esbozos. "Cuando comparamos las ruinas... con las de muchas ciudades que visitamos en Grecia, Egipto y otras partes de Asia, no podemos evitar considerarlas como los restos del más osado proyecto que haya sido intentado en la arquitectura.

De hecho, en ciertos aspectos, era aún más osado que las grandes pirámides de Egipto.

Este lugar está en las montañas de Líbano, en un punto donde dos ríos, conocidos desde la Antigüedad, el Litani y el Orontes, comienzan a correr hacia el Mediterráneo.


Los imponentes templos romanos fueron construidos sobre una vasta plataforma horizontal, artificialmente creada a una altitud de 1200 metros por encima del nivel del mar. El recinto sagrado estaba cercado por una muralla que servía tanto de muro de carga para contener la tierra amontonada como para proteger y cubrir el complejo de edificaciones. El área cerrada, con un formato más o menos cuadrado, con lados de cerca de 800 metros, medía más de 465.000 metros cuadrados.

Situado de modo que dominara las montañas y los accesos al valle tanto en el norte como en el sur, el área sagrada tenía el canto noroeste deliberadamente cortado en un ángulo recto, y era en ese punto donde estaba el más grandioso templo construido en honor a Júpiter, con algunas de las más altas (20 metros) y mayores (2,30 metros de diámetro) columnas de la Antigüedad.

El templo en sí ocupaba sólo la sección más occidental (y más antigua) del santuario constituido de cuatro partes, cuya construcción, se cree, fue iniciada por los romanos que ocuparon la región en 63 a.C.


Desde la escalera monumental en la entrada hasta la última pared en la parte oeste del terraplén, el santuario tenía más de 300 metros de largo y con ese fabuloso tamaño parecía hacer pequeño un gran templo en su lado sur, dedicado a una deidad masculina, que algunos afirman haber sido Baco, pero que, más probablemente, sería Mercurio. Más al sudeste, había un pequeño templo redondo, donde Venus era venerada.

Una expedición arqueológica alemana, que exploró el área y estudió su historia por orden del Kaiser Guillermo II inmediatamente después de haber hecho una visita a las ruinas en 1897, consiguió reconstituir la disposición del recinto sagrado, dándonos una visión artística de como aparecería el complejo de templos, escaleras, pórticos, portones, columnas, patios y altares en el tiempo de los romanos.

Pero, resulta que los romanos sólo "adaptaron" un lugar ya construido por los griegos: los dioses romanos Júpiter, Venus y Mercurio eran los dioses griegos Zeus, su hermana Afrodita y su hijo Hermes (o Dionisio, en el caso de que el templo menor haya sido dedicado a Baco). (Zeus, debemos recordar, llegó a Creta venido de la Fenicia (el actual Líbano), atravesando el Mediterráneo a nado después de haber raptado a la bella hija del rey del Tiro. Afrodita también llegó a Grecia venida de Asia occidental. Y el inquieto Dionisio, venido de las mismas tierras de Asia occidental, llevó a Grecia la uva y los secretos de la fabricación del vino)

Aunque hay que tener en cuenta también que el lugar en sí era considerado como lugar de reposo de Helios, el dios del Sol, que solía atravesar el firmamento en su coche flamante. Esa creencia también fue transmitida a los romanos por los griegos, de los cuales también adoptaron el nombre del lugar: Heliópolis (no se sabe por qué los griegos dieron ese nombre al lugar; algunos historiadores sugieren que fue por elección de Alejandro, nuestro compañero de viaje en todo este libro)

Sin embargo, la veneración del lugar debía ser aún más antigua y fundamentada. Los arqueólogos creen que por lo menos otros seis templos fueron construidos sobre la plataforma antes de los romanos. Los Asirios, por ejemplo, dieron el nombre de Adad al dios que veneran como el mayor y más alto... identificado con el sol (como Helios). El Baal fenicio también se identifica con el astro rey…

Sitchin plantea que el sitio es un lugar de culto desde la época sumeria: La más antigua tríada de que se tiene registro estaba, todo indica, liderada por Adad, que recibió de Enlil "las montañas del norte". El miembro femenino de la trinidad era Ishtar. El tercer miembro de la tríada era el Conductor del Coche Celestial, Shamash, el comandante de los astronautas prehistóricos. Y estas divinidades son totalmente compatibles con las triadas grecorromanas…

¿Sería este el lugar a donde Gilgamesh se dirigió en su primer viaje con Enkidu - la Cresta de Zafón, de Baal? Sitchin está convencido de que si, y a ello le llevan determinados aspectos físicos de la plataforma sobre la que se sustenta el conjunto: está construida con grandes bloques de piedra, con numerosos corredores subterráneos (no todos descubiertos). El equipo arqueológico alemán que estudió la plataforma relató que se apoyaba sobre gigantescas bóvedas, pero no las estudiaron. Una misión arqueológica francesa, liderada por André Parrot, que estuvo en el lugar en 1920, confirmó la existencia de un laberinto subterráneo, pero fue incapaz de penetrar en esas partes escondidas.



El hecho es que los templos fueron erigidos sobre una plataforma artificial que llega a alcanzar más de 9 metros de la altura, según el nivel del terreno. Y fue construida con piedras enormes, REALMENTE ENORMES,  de 1 a 9 metros de largo, un metro de ancho y un espesor de 1,83 metros.

Pero hay algo más: quien construyó aquella plataforma, prestó especial atención al canto rectangular al noroeste (donde estaba el templo de Júpiter/Zeus), donde se levantó un podio elevado que, sin duda, fue erigido con la intención de servir de soporte para un peso enorme: Estaba hecho de varias capas de enormes piedras, y se eleva 3 metros por encima del nivel del patio  y 13 metros por encima del suelo en sus lados expuestos, al norte y noroeste.

Las capas inferiores del podio están formadas por bloques realmente gigantescos,  algunos de los cuales miden cerca de 10 metros de largo, 4 metros de ancho y 3,5 metros de espesor.

Pero hay algunas, en la parte central de podio, que son colosales:  los historiadores antiguos tenían un nombre para designarlas: Trilithon – la Maravilla de las Tres Piedras, pues allá, expuestas a la vista en el lado oeste del podio, yacen codo con codo tres bloques de piedra sin par en el mundo. Cada una de esas piedras tiene unos 20 metros de largo, un ancho de 4 o 5 metros y un peso de unas mil toneladas (las mayores piedras de las pirámides pesan 200 toneladas), y fueron extraídas de allí cerquita (se conserva, parcialmente enterrada una de esas piedras colosales, abandonada in situ por los canteros de la Antigüedad)

Para Sitchin, el hecho más intrigante es que aún en hoy no existe un vehículo o un mecanismo capaz de levantar un peso de esta magnitud, transportarlo desde la cercana (unos 10 kilómetros) cantera, y mucho menos colocarlo en una posición exacta y predeterminada, a muchos metros por encima del suelo.

Así que esto nos lleva a preguntarnos ¿Quién demonios hizo aquella barbaridad? Las tradiciones locales aseguran que el recinto sagrado existe desde el tiempo de Adán y sus hijos, pues el primer hombre fue a residir en la región después de su expulsión del Jardín del Edén. Se dice que Caín, su hijo, construyó un refugio en la Cresta de los Cedros después de haber matado Abel.

Sitchin menciona a un patriarca maronita de Líbano que relató la siguiente tradición: “La fortaleza del monte Líbano es la construcción más antigua del mundo. Caín, el hijo de Adán, la erigió el año 133 de la Creación, durante un ataque de locura. Él dio al lugar el nombre de su hijo, Enos, y lo pobló con gigantes que fueron castigados por su iniquidad a través del diluvio”. Después de la gran inundación, el lugar fue reconstruido por el Nemrod bíblico, en un esfuerzo por subir a los cielos (La torre de Babel, según esas leyendas, no quedaba en la Babilonia, sino sobre la gran plataforma de Líbano.)


La asociación del dios Baal con el lugar en épocas postdiluvianas es un hecho destacado. Por algo se llama Baalbek, aunque en realidad hay opiniones divergentes sobre el significado del nombre. Muchos creen que es “El valle de Baal”. Pero, por la grafía y referencias encontradas en el Talmud, otros, como Sitchin, creen que es el "El Llanto de Baal”, pues cree que allí fue enterrado tras morir a manos de Mot.
“Para la fortaleza de Zafón él lo lleva, Lo lamenta, lo sepulta, Lo coloca en los agujeros de la tierra.”

Las leyendas locales, pues, atribuyen su construcción a "gigantes” y lo vinculan con los acontecimientos que tuvieron lugar antes del diluvio. También lo conectan a Baal y afirman que su función era ser una "torre de Babel” - un lugar de donde se podría "escalar a los cielos”. Si tenemos además en cuenta las palabras y descripciones de Gilgamesh… todo encaja: Baalbek es la Cresta de Zafón de Baal, el blanco del primer viaje de Gilgamesh, "La Encrucijada de Ishtar", y, en definitiva, el "Lugar de Aterrizaje”

Pero además, hay que recordar que en Baalbek había un oráculo famoso desde la antigüedad, con una “piedra que susurraba”, enormemente importante para Baal (murió defendiéndola). Para Sitchin, tanto este, como otros oráculos de la antigüedad, eran en realidad lugares donde se albergaba “el aparato que los dioses usaban para comunicarse… el mismo del cual emanaban las respuestas oraculares para los reyes y héroes!” (pág. 272). El término indo-europeo para esas piedras de oráculo - navel en inglés, nabel en alemán etc. – se origina del sánscrito “nabh”, que significa "emanar con fuerza". No es coincidencia que en las lenguas semitas naboh significa "predecir" y nabih significa "profeta". A buen seguro, todos esos significados idénticos tienen raíz en el sumerio, donde En.la.BA(R) significaba "piedra clara y brillante que esclarece".

No hay comentarios:

Publicar un comentario