LA ATLÁNTIDA. PARTE 2. PLATÓN, EL ORIGEN DEL MITO 2/2: EL CRITIAS


Perpetrado por Oskarele

En el otro dialogo, el “Critias”, cuenta con más detalle esta historia, aunque centrándose más en la geografía, la organización y la historia de la Atlántida, así como su trágico final provocado por el castigo de los dioses por su soberbia, relato que se interrumpe abruptamente, quedando inconclusa la historia.

Comienza explicando cómo los dioses se repartieron a la azar las regiones de la tierra junto con los humanos y animales que habitaban en ellas, quedándose Hefestos y Atenea con la región de Ática e inculcaron en sus habitantes la virtud y la inteligencia, así como un orden constitucional, aunque, curiosamente, sin estado, pues se organizaban en asamblea  y la propiedad era común y despreciaban el oro y la plata, al considerarlos innecesarios y contrarios al ejercicio de la virtud.


Toda construcción de la república común se caracterizaba por la ausencia de oro y plata, dado lo innecesario de su uso al pretender la búsqueda de la virtud en el término medio que separa la prepotencia de la pusilanimidad. Las casas en las que habitaban hallaban el orden y la semejanza de estado entre sus inmediatos descendientes.

Por otro lado nos cuenta la historia de la Atlántida, que fue “adquirida” por el dios Poseidón, poblándola mediante su unión con una mujer mortal, Clito, hija de Evenor y Leucipe, que fallecieron antes de que encontrarle un pretendiente. Poseído la posee y, para preservarla de los hombres del mundo exterior, crea una serie de anillos alternos de tierra y mar que la aíslan en la colina central de la isla. Además organizó la isla central a partir de dos manantiales, uno de agua caliente y otro de agua fría

Y posteriormente engendró “cinco generaciones de gemelos varones”, dividiendo la isla entera en diez partes, y entregando al primogénito el hogar materno, para finalmente nombrarle rey.

A los restantes les otorgó el gobierno de todas las demás parcelas de tierra. Al primogénito, que se convirtió en rey, Poseidón lo llamó Atlante o Atlas, del cual derivarán tanto la denominación de la isla, Atlántida, como la del océano que la circunda, Atlántico. Al gemelo del anterior, nacido en segundo lugar, le llamó Gadiro. Gobernaba el extremo de la isla que se extiende desde las Columnas de Heracles hasta la región denominada por derivación de su propio nombre Gadírica (no por casualidad por aquí cerca se encontrada la antigua Gadir- Cádiz…)

“Engendró y crió cinco generaciones de gemelos varones, y dividió toda la isla de Atlántida en diez partes, y entregó la casa materna y la parte que estaba alrededor, la mayor y mejor, al primogénito de los mayores y lo nombró rey de los otros. A los otros los hizo gobernantes y encargó a cada uno el gobierno de muchos hombres y una región de grandes dimensiones. A todos les dio nombres: el mayor y rey, aquel del cual la isla y todo el océano llamado Atlántico tienen un nombre derivado; porque el primero que reinaba entonces llevaba el nombre de Atlante. Al gemelo que nació después de él, al que tocó en suerte la parte externa de la isla, desde las columnas de Heracles hasta la zona denominada ahora en aquel lugar Gadirica, le dio en griego el nombre de Eumelo, pero en la lengua de la región, Gadiro. Su nombre fue probablemente el origen del de esa región”

Tanto ellos como sus descendientes gobernaron y enriquecieron el imperio, llegando a extender sus dominios a otras islas atlánticas hasta llegar en su extremo oriental a Egipto y Etruria. Y haciéndolo más rico que ningún otro pueblo anterior o posterior.

El “Critias” pasa a enumerar con todo lujo de detalles las dimensiones y medidas de todas las subdivisiones de la isla, así como la descripción pormenorizada de las construcciones, los palacios, los jardines…


“Como recibían todas estas cosas de la tierra, construyeron los templos, los palacios reales, los puertos, los astilleros, y todo el resto de la región, disponiéndolo de la manera siguiente.
En primer lugar, levantaron puentes en los anillos de mar que rodeaban la antigua metrópoli para abrir una vía hacia el exterior y hacia el palacio real. Instalaron directamente desde el principio el palacio real en el edificio del Dios y de sus progenitores y, como cada uno, al recibirlo del otro, mejoraba lo que ya estaba bien, superaba en lo posible a lo anterior, hasta que lo hicieron asombroso por la grandeza y belleza de las obras. A partir del mar, cavaron un canal de trescientos pies de ancho, cien de profundidad y una extensión de cincuenta estadios hasta el anillo exterior y allí hicieron el acceso del mar al canal como a un puerto, abriendo una desembocadura como para que pudieran entrar las naves más grandes. También abrieron, siguiendo la dirección de los puentes, los círculos de tierra que separaba los de mar, lo necesario para que los atravesara un trirremes, y cubrieron la parte superior de modo que el pasaje estuviera debajo, pues los bordes de los anillos de tierra tenían una altura que superaba suficientemente al mar. El anillo mayor, en el que habían vertido el mar por medio de un canal, tenía tres estadios de ancho. El siguiente de tierra era igual a aquel. De los segundos, el líquido tenía un ancho de dos estadios y el seco era, otra vez, igual al líquido anterior. De un estadio era el que corría alrededor de la isla que se encontraba en el centro. La isla, en la que estaba el palacio real, tenía un diámetro de cinco estadios. Rodearon ésta, las zonas circulares y el puente, que tenía una anchura de cien pies, con una muralla de piedras y colocaron sobre los puentes, en los pasajes del mar, torres y puertas a cada lado. Extrajeron la piedra de debajo de la isla central y de debajo de cada una de las zonas circulares exteriores e interiores; las piedras eran de color blanco, negro y rojo. Cuando los extranjeros, construyeron dársenas huecas dobles en el interior, techadas con la misma piedra. Unas casas eran simples, otras mezclaban las piedras y las combinaban de manera variada para su solaz, haciéndolas naturalmente placenteras. Recubrieron de hierra, al que usaban como si fuera pintura, todo el recorrido de la muralla que circundaba el anillo exterior fundieron casiterita sobre la muralla de la zona interior, y oricalco, que poseía unos resplandores de fuego, sobre la que se encontraba alrededor de la Acrópolis
El palacio dentro de la Acrópolis estaba dispuesto de la siguiente manera. En el centro, habían consagrado un templo inaccesible a Clito y Posidón, rodeado de una valla de oro: ese era el lugar en el que al principio concibieron y engendraron la estirpe de las diez familias reales. De las diez regiones enviaban cada año hacia allí frutos de la estación como ofrendas para cada uno de ellos. Había un templo de Posidón de un estadio de longitud y trescientos pies de ancho. Su altura parecía proporcional a estas medidas, puesto que tenía una forma algo bárbara. Recubrieron todo el exterior del templo de plata, excepto las cúpulas, que revistieron de oro. En el interior, el techo de marfil, entremezclado con oro, plata y oricalco, tenía una apariencia multicolor. Revistieron las paredes, columnas y pavimento de oricalco. Dentro del templo colocaron imágenes de oro: El dios de pie sobre un carro llevaba las riendas de seis caballos alados y tocaba, a causa de su altura, el techo con la cabeza; lo rodeaban cien nereidas sobre delfines -pues los de aquel entonces creían que eran tantas. En el interior había muchas otras estatuas que eran exvotos de particulares. Afuera, alrededor del templo, había estatuas de oro de todos, de las mujeres y de los hombres que habían pertenecido a la familia de los diez reyes, así como muchos otros exvotos grandes de los reyes y de particulares de la ciudad y de todas las regiones exteriores que dominaron. Había un altar que concordaba en su grandeza y su manufactura con esta construcción…

Además, en el centro de la isla mayor había un hipódromo de un estadio de ancho colocado aparte, cuya extensión permitía que los caballos compitiesen libremente todo el perímetro. Alrededor de este había, aquí y allí, casas de guardia para la mayoría de guardianes. La guardia de los más fieles estaba dispuesta en el anillo más pequeño y más cercano a la acrópolis y a los que más se distinguían en su fidelidad les habían dado casas dentro de la acrópolis en torno a los reyes. Los astilleros estaban llenos de trirremes y de todos los artefactos correspondientes, todo adecuadamente preparado. Los alrededores de la casa de los reyes estaban arreglados de la siguiente manera: cuando se atravesaban los puertos desde afuera -que eran tres- una muralla se extendía en círculo, a partir del mar -a cincuenta estadios por todas partes el anillo mayor y de su puerto- y se cerraba en la desembocadura del canal en el mar. Muchas casas poblaban densamente toda esta zona; la entrada del mar y el puerto mayor estaban llenos de barcos y comerciantes llegados de todas partes que, por su multitud, ocasionaban vocerío, ruido y bullicio variado de día y de noche”

La prosperidad permaneció inalterada hasta que la parte divina de los hombres se agotó ante el predominio de lo humano, tras muchas generaciones. La perversión y la desvergüenza fueron sustitutas de la virtud, confundiéndose la perfección y la felicidad con la injusta soberbia y el poder. Así que Zeus decidió castigarles… y aquí se interrumpe el relato.

La mayor parte del relato sobre la Atlántida acontece en el “Critias”, considerándose el inicio del “Timeo” una introducción al presente diálogo. Pero, curiosamente, este dialogo quedó inacabado... justo en el momento en el que va a explicar qué pasó con la isla desaparecida. Esto lo sabemos por el “Timeo”, donde si se relata que un gran terremoto y una inundación posterior hicieron desaparecer la isla "en un día y una noche terribles"…

“Según el relato, tan gran potencia y de tales características existentes entonces en aquellas zonas ordenó y envió el Dios contra nuestras tierras por la siguiente razón. Durante muchas generaciones, mientras la naturaleza del Dios era suficientemente fuerte, obedecían las leyes y estaban bien dispuestas hacia lo divino emparentado con ellos. Poseían pensamientos verdaderos y grandes en todo sentido, ya que aplicaban la suavidad junto con la prudencia a los avatares que siempre ocurren y unos a otros, por lo que excepto la virtud, despreciaban todo lo demás, tenían en poco las circunstancias presentes y soportaban con facilidad, como una molestia, el peso del oro y de las otras posiciones. No se equivocaban, embriagados por la vida licenciosa, ni perdían el dominio de sí a causa de la riqueza, sino que, sobrios, reconocían con claridad que todas estas cosas crecen de la amistad unida a la virtud común, pero que con la persecución y la honra de los bienes exteriores, estos decaen y se destruye la virtud con ellos. Sobre la base de tal razonamiento y mientras permanecía la naturaleza divina, prosperaron todos sus bienes, que describimos antes. Más cuando se agotó en ellos la parte divina porque se había mezclado muchas veces con muchos mortales y predominó el carácter humano, ya no pudieron soportar las circunstancias que los rodeaban y se pervirtieron, y al que los podía observar les parecían desvergonzados, ya que habían destruido lo más bello de entre lo más valioso, y los que no pudieron observare la vida verdadera respecto de la felicidad, creían entonces que eran los más perfectos y felices, porque estaban llenos de injusta soberbia y de poder. El Dios de Dioses Zeus, que reina por medio de leyes puesto que puede ver tales cosas, se dio cuenta de que una estirpe buena estaba dispuesta de manera indigna y decidió aplicarles un castigo para que se hicieran más ordenados y alcanzaran la prudencia. Reunió a todos los dioses en su mansión más importante, la que, instalada en el centro del universo, tiene vista a todo lo que participa de la generación y, tras reunirlos, dijo...”
(AQUI SE CORTA DE PRONTO EL DIÁLOGO)

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